Anahí Benítez: vecinos habrían alertado «ruidos extraños» y la policía los ignoró

Treinta horas después de la desaparición de la joven, un vecino avisó a un patrullero de ruidos y sonidos extraños.

El pasado sábado 29 de julio, antes de la medianoche, es decir unas 30 horas después de la desaparición de Anahí Benítez unos vecinos que viven cerca de la Reserva Natural de Santa Catalina, en Lomas de Zamora, alertaron, de manera desesperada a un patrullero que rondaba la zona que en los alrededores de las construcciones que están en el interior del predio, «había movimientos raros, también ruidos y sonidos que no son habituales».

Uno de ellos le aseguró al uniformado que observo claramente a un hombre vestido «todo de oscuro, posiblemente con una capucha», merodeando cerca de lo que hoy se sabe es la vivienda de Marcos Bazán, uno de los detenidos en el marco de la causa por el secuestro, violación y asesinato de la joven estudiante. La Policía no habría ido a revisar el lugar ni solicitó refuerzos. De haberlo hecho, o prestado más atención al reclamo del asustado testigo quizás hoy Anahí estuviese con vida.

 

Esa es una de las hipótesis que barajan en la Dirección General de Asuntos Internos, a cargo del abogado Guillermo Berra, donde abrieron varios sumarios para investigar la supuesta mala actuación de los efectivos que hicieron oídos sordos a la urgencia del vecino; que podrían haber cometido errores en el rastrillaje durante la búsqueda de Anahí; y de los policías que habrían «apretado» a Bazán para que se «autoincrimine» en el homicidio, tal como lo denunció ante las fiscales del caso y de la UFI 1 de Avellaneda, el 28 de agosto pasado.

 

Esta cadena de irregularidades y posibles delitos, constan en la causa que investigan las fiscales Verónica Pérez y Fabiola Juanatey. También en los expedientes de Asuntos Internos.

 

Según las constancias que obran en el expediente, es muy posible que esas alertas coincidieran con el momento en que el, o los secuestradores, llevaron contra su voluntad a Anahí hasta el galpón abierto ubicado en la parte trasera de la vivienda en la que desde hace cuatro años vive Bazán.

Al menos así lo establecieron los perros rastreadores que marcaron ese sitio, y no el interior de su casa, como el espacio donde la estudiante estuvo retenida por un lapso que aún no se pudo precisar en días, y mucho menos en horas.

 

El relato independiente del testigo, coincide en gran parte con lo que Bazán -quien se autodefine como un perejil- declaró en su primera indagatoria. Que esa noche cerrada del 29 de julio denunció ante la comisaría del barrio que un hombre encapuchado y enfundado en ropas oscuras estaba sospechosamente en las inmediaciones de su vivienda, posiblemente con intención de robo, como ya le había ocurrido.

Si el ministerio de Seguridad bonaerense, a cargo de Cristian Ritondo, establece que lo dicho por los alarmados vecinos es veraz, como mínimo los jefes distritales y responsables de las guardias nocturnas de ese día, deberían dedicarse a plantar cebollas hasta el día de su jubilación.

Los testigos que declararon en la causa lo hicieron con nombre y apellido, y no tuvieron dudas en asegurar que el lugar donde observaron los extraños movimientos era muy cercano al identificado por los perros y que, además, está ubicado a 300 metros de donde apareció enterrado el cadáver de Anahí, el 4 de agosto.

 

Berra, el Auditor General de Asuntos Internos, confirmo a Infobae que está investigando este hecho al que calificó, de comprobarse, de «grave».

Apriete psicológico

 

Los otros dos expedientes abiertos en la DGAI y que ponen bajo un microscopio al personal policial dependiente de la cuestionada DDI de Lomas de Zamora, son los números 30.349/817 y 30.532/817. El primero está relacionado con «las posibles omisiones en el accionar de la policía de Lomas de Zamora durante la búsqueda del cuerpo de Anahí y un supuesto amparo a la venta de estupefacientes que podría haber realizado Bazán».

 

El vigilador del hospital Gandulfo era el principal sospechoso del femicidio de Anahí desde que los canes señalaron el galpón que está detrás de su casa como el lugar donde habría estado cautiva la estudiante. Y por ahora, para las fiscales, lo sigue siendo.

Aunque, es verdad, su situación procesal podría mejorar ya que estudios complementarios determinaron que el semen hallado en el cuerpo de la chica es de Marcelo Villalba, el otro detenido en la causa, y el hombre que sostiene haber encontrado en una vereda cercana a su propiedad el celular de Anahí que le regaló a su hijo de 17 años. Una historia muy poco creíble.

 

El segundo sumario contra los uniformados de la zona fue abierto por las denuncias realizadas por el propio imputado Bazán que está en huelga de hambre hasta recuperar su libertad.

 

El 28 de agosto pasado, cuando amplió su declaración indagatoria, manifestó que fue «apretado» por la policía para que se auto inculpe en el asesinato de la estudiante. Lo hizo así: «Dos agentes de la DDI de Avellaneda -lugar donde estaba detenido- me sacaron del calabozo y me llevaron a una habitación muy iluminada para decirme que desafecte a mi abogado -Lucio De La Rosa- de la causa y que cambie mi declaración y que ponga a mis amigos en dicha causa -es decir que los inculpe en el homicidio- y que cambie de abogado porque es muy oscuro».

Sin que las fiscales lo interrumpiesen, Bazán continuó diciendo que: «Estos oficiales se llaman Cuello y Petrussa y también me dijeron que iban a hacer una nota para que me saquen de la DDI y me lleven a un penal donde el papá de la chica -por Anahí- había estado preso y que tiene muchos conocidos dentro del penal y, textualmente ‘te van a hacer mierda seas o no seas el culpable'».

 

Efectivamente el padre de Anahí purgó una condena de 18 años por asesinato en varios penales bonaerenses. De hecho Anahí fue concebida dentro de uno de esas Unidades Penitenciarias.

Bazán cierra la escena del apriete sosteniendo que el oficial Petrussa le dice que si cambia de parecer y se declara culpable del crimen lo llame y que, mientras esto sucede el otro oficial, Cuello, tamborilea los dedos sobre la mesa del cuarto produciendo un ruido molesto.

 

La escena donde transcurre el presunto tormento psicológico, siempre según el detenido, era en una «oficina totalmente blanca, muy blanca. A mis espaldas había una pantalla plasma, había una gran mesa de madera, y a las espaldas de este oficial -Petrussa- se encontraba el cuadro de San Martín».

 

La geografía donde ocurrió el supuesto apriete contra Bazán existe. Los oficiales mencionados por el sospechoso también existen. Ahora estará en la Justicia, en Asuntos Internos, y en la defensa del propio imputado, establecer si, como asegura Bazán, la policía zonal y las fiscales, quieren cerrar en él -además de con Villalba- el caso. Y si policías corruptos e ineficientes entorpecieron la investigación y hasta la resolución del secuestro de Anahí cuando aún estaba con vida.

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