Zelandia, entre Australia y Nueva Zelanda, un nuevo mundo a descubrir por la ciencia

Una investigación geológica escribe una nueva historia. El Pacífico oculta una enorme masa terrestre que aspira a ser un continente, aún hundido en las profundidades del mar. Pero este sueño ha dejado de parecer una quimera desde que Zelandia, esta enorme masa de tierra de 4,9 millones de km2y prácticamente sumergida –el 94% de su área está bajo el océano Pacífico–, aspira a engrosar esta lista, según un estudio publicado en la revista científica GSA Today de la Sociedad Geológica de Estados Unidos (GSA).

 

Zelandia se extiende desde el nordeste de Australia hasta más allá del sur de Nueva Zelanda, su parte más elevada –y única visible–, junto a Nueva Caledonia. Hasta hoy, ambos países estaban incluidos en el continente insular de Oceanía que comprende a Australia, Nueva Guinea y los archipiélagos de Micronesia, Polinesia y Melanesia –al que pertenece Nueva Caledonia–.

La existencia de un continente hundido como la Atlántida fue una fantasía recurrente a lo largo de la historia, en campos como el cine, los cómics o la literatura, especialmente a partir del Romanticismo. Tanto que se han escrito cientos de relatos desde que Platón la describiese por primera vez como un poderoso imperio marítimo en los diálogos de Timeo y Critias. Tras una gran expansión que la llevó desde Libia hasta Egipto y en Europa hasta Tirrenia, los dioses castigaron al imperio con un gran terremoto que hundió la isla en el mar por la soberbia de los atlantes. Desde entonces se sigue sin encontrar rastro de ella.

 

Nueva Zelanda y Nueva Caledonia son la parte más elevada y la única visible en una extensión de 4,9 millones de km2

Quizás, “esta fascinante historia y la idea romántica de un continente perdido, o escondido, ayuda a explicar cómo Zelandia se ha vuelto tan popular en los medios de comunicación desde el anuncio formal de su existencia en febrero”, explica a este diario Nick Mortimer, científico del GNS Science de Nueva Zelanda y autor principal del artículo Zelandia: el continente oculto de la Tierra, que publicó en abril la GSA.

Este estudio usa como definición de continente la misma que el glosario de geología, que los describe como “las mayores masas terrestres, incluyendo la tierra seca y las plataformas continentales” (Neuendorf, 2005). Por este motivo, el hecho de que la mayoría de la superficie de Zelandia esté hundida no implica que este territorio no pueda ser un continente, ya que los atributos que posee son propios de las placas continentales, según los científicos del GNS Science. “Esta masa terrestre oculta es una entidad geológica distinta que cumple con todos los criterios aplicados a otros continentes de la Tierra”, según el mismo informe, publicado por el diario español La Vanguardia.

Los atributos que hacen a Zelandia merecedora de esta distinción son: una mayor elevación que el área circundante asentada sobre corteza oceánica, una geología distintiva­ –amplia gama de rocas metamórficas, sedimentarias e ígneas–, una corteza mucho más gruesa y de velocidad sísmica más baja que la corteza del fondo oceánico circundante y unos límites bien definidos alrededor de un área lo suficientemente grande para que se considere un continente y no un microcontinente. “Siendo geocientíficos valoramos los atributos geológicos. Estos son independientes del cambio del nivel del mar, la política o la cultura. Pensamos en términos de millones de años, no en cambios humanos o climáticos a corto plazo”, señala Mortimer. “Zelandia existió mucho antes que los humanos”, concluye.

La gran masa terrestre formó parte del supercontinente Gondwana, hasta que este comenzó su desintegración durante el Jurásico (hace 185-130 millones de años), y completó su separación hace unos 60 millones de años, tras escindirse de Australia. En ese momento aún estaba por encima del nivel del mar, según los científicos. Se cree que hace 23 millones de años que está en su punto más sumergido.

Pese al interés que ha suscitado la candidatura de Zelandia, este no es el primer estudio que se realiza sobre esta masa terrestre. Entre los trabajos previos destaca un artículo de 1995 de Bruce P. Luyendyk, profesor emérito de geofísica marina en la Universidad de California, en el que propuso por primera vez el nombre de Zelandia, utilizado ahora por los científicos del GNS Science. A pesar de que antes de 1995 otros geólogos utilizaron el adjetivo continental para referirse a Nueva Zelanda y sus alrededores, “el artículo de Luyendyk fue un catalizador y una inspiración para seguir estudiando la zona, en tierra y en alta mar. Sin el artículo de Bruce no estaríamos en el punto en el que estamos hoy”, afirma Mortimer.

El reconocimiento de Zelandia como continente dependerá de que el estudio se valide con otras investigaciones complementarias, ya que no existe un organismo internacional que enumere, clasifique o reconozca a los continentes, algo que no ocurre en otros campos científicos como, por ejemplo, la química, disciplina que cuenta con la Unión Internacional de Química Pura y Aplicada (IUPAC) que regula y normaliza la tabla periódica de los elementos químicos y establece estándares globales en simbología y protocolos operacionales iguales para todo el mundo.

Colocarlo, o no, en la lista “es básicamente una cuestión de exactitud. Así como un mapa del mundo sin Nueva Zelanda está equivocado, no mostrar a Zelandia como continente sería incorrecto o engañoso”, explica Mortimer. “Mis colegas y yo esperamos que se utilice en todos los mapas científicos del mundo y en las escuelas, y que Zelandia se convierta en un nombre tan familiar como África o la Antártida”, agrega el científico. Pero, que esto suceda será una cuestión de adopción y reconocimiento generalizado. “Lo importante para nosotros, como científicos, es que nuestro documento sea citado por otros científicos. Que Zelandia se muestre en los libros de texto sería la mejor validación”, reconoce.

El 94% de su área está sumergida pero su superficie posee los atributos propios de las placas continentales

En este sentido, la investigación ya ha sido validada por otros académicos. De hecho, un equipo internacional de 32 científicos de 12 países –que forman parte de una tripulación de más de 120 personas– zarpó hace un mes desde Townsville –nordeste de Australia– hacia el territorio hundido. En este momento se encuentran sobre el terreno perforando el fondo marino con el objetivo de recoger muestras de sedimentos y rocas sumergidas que revelen información para reconstruir la historia del lugar y ayuden a responder preguntas clave para conocer los procesos tectónicos de las placas y el pasado invernadero de la Tierra. “Zelandia es especial porque su ubicación bajo el Océano Pacífico occidental implica que contiene un archivo de la historia de la Tierra dentro del sedimento acumulado en la zona, explica a este medio Rupert Sutherland, cojefe de científicos (junto a Gerald Dickens) de la expedición a bordo del buque de perforación Joides Resolution.

No obstante, aún es pronto para saber cuándo se hundió exactamente Zelandia y por qué. “Todavía estamos en el proceso de recolección de muestras. Algunas pruebas sugieren que la profundidad del agua ha cambiado sustancialmente con el tiempo, pero aún hay trabajo por hacer”, indica Sutherland.

En septiembre concluirá la expedición 371, el primero de los 6 viajes que patrocinará el Programa Internacional de Descubrimiento Oceánico (IODP). Algunos resultados se conocerán entonces, “mientras que otros necesitarán varios años más de análisis y una revisión precisa antes de publicarse”, apunta Sutherland. “Todavía analizamos material recolectado en 1971 (una de las dos expediciones anteriores significativas), por lo que es probable que nuestros núcleos de sedimentos tengan un uso muy duradero y un posterior impacto científico”, agrega.

Para aquellos que aún sueñen con la Atlántida, los mapas por satélite basados en la gravedad del fondo del océano, que han ayudado a visualizar y definir Zelandia, muestran que “no hay otros continentes sumergidos en la Tierra esperando ser revelados”, aclara Mortimer.

Publicado por La Vanguardia

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