Reflexión del Pastor David Decena: La abundancia del Reino de Dios

¿Por qué muchas veces no logramos vivir con abundancia? Porque hay un desconocimiento de qué tenemos a nuestro alcance en el Reino de Dios. Esta falta de conciencia de nuestra identidad en Cristo, nos lleva a ignorar los amplios beneficios que tenemos como hijos de Dios. La adopción de nuestra identidad real nos da acceso a la realidad abundante del Reino de Dios para todas las áreas de nuestras vidas. Veamos lo que nos dice la Palabra de Dios.

 

Debemos cambiar nuestra mentalidad para vivir los recursos ilimitados del Cielo.

  1. Abundancia: la realidad del Reino.

Si vamos a vivir en avivamiento, nuestras ciudades deben ser transformadas de manera integral. La necesidad de tener un verdadero bienestar es parte fundamental de la vida de toda comunidad, así como lo es para los hijos de Dios. El problema es que no solemos vivir alineados a la realidad abundante del Reino de Dios, a la cuál Jesús nos dio acceso con su entrega, para así caminar en el pleno bienestar que Él nos garantiza. La abundancia personal nos llevará a una abundancia familiar, y está impactará en una ciudad abundante, llena de gente con bienestar. Y si hay una ciudad transformada, es más sencillo ver naciones cambiadas.

Juan 10:10 nos da un parámetro para comprender esta realidad abundante del Reino, mucho más amplio que la economía. Etimológicamente, abundante viene del griego «perisso» que es: excesivamente; altamente; más allá de la medida; una cantidad tan abundante como para ser considerada más de lo que uno esperaría o anticiparía.

Veamos tres principios para comprender este Reino abundante y cómo tener acceso a él:

  1. NUESTRA IDENTIDAD Y LA ABUNDANCIA DEL REINO.

Necesitamos una comprensión más profunda de la realidad del Reino, que nos permita caminar con abundancia en todas las áreas de nuestra vida. La abundancia del Reino tiene que ver con una realidad en dónde comprendemos que en el Cielo todo lo que trae bienestar existe en medidas inagotables. El Creador tiene en dominio la sanidad para todas las enfermedades físicas, almáticas y espirituales.

Aún en lo económico, si en el Reino todo abunda y nada escasea, solo podemos encontrar un Dios reinando que es el dueño del oro y de la plata (Hageo 2:8). El poseedor de riquezas abundantes, reina un Reino en el cual todos sus conciudadanos son reyes y sacerdotes (Apocalipsis 1:6, 5:10). Un rey no debe preocuparse por su bienestar económico; siempre tiene lo que necesita de manera abundante. Pero el reinado no puede estar despegado del sacerdocio porque la manifestación de cualquier tipo de bienestar material primero nació de un bienestar espiritual.

Como vemos, Jesús nos dio acceso al Reino, a través de su sacrificio, habilitándonos como parte de la realeza, para caminar gobernando bajo su señorío. Él es el Rey de un Reino absoluto, a quien le han sido otorgadas TODAS las cosas. Su autoridad, y por lo tanto nuestra autoridad, es sobre TODAS las cosas (Efesios 1:22).

¿Pero por qué muchas veces nosotros no logramos vivir con abundancia? Porque hay un desconocimiento de qué tenemos a nuestro alcance en el Reino. Esta falta de conciencia de nuestra identidad, nos lleva a ignorar los amplios beneficios que tenemos como hijos de Dios. La adopción de nuestra identidad real nos da acceso a la realidad abundante del Reino de Dios.

Cada milagro que hizo Jesús era para demostrar a los discípulos la realidad del Reino y la naturaleza del Padre. Multiplicar los panes y los peces fue una demostración vinculada a eso. Todo abunda en el Reino, y la multiplicación es un patrón natural en un lugar en donde todo abunda.

 

  1. LA ABUNDANCIA ES UNA REALIDAD INTERNA CON IMPLICANCIAS EXTERNAS.

Por mucho tiempo existieron dos conceptos vinculados a las finanzas en la iglesia: los que pensaban que la pobreza era sinónimo de espiritualidad y los que pensaban que nuestro nivel de riqueza refleja nuestro crecimiento espiritual. Ambos conceptos son erróneos, porque hay múltiples argumentos que lo sustentan.

La pobreza no refleja en nada que somos ciudadanos del Reino de Dios, porque allí todo abunda, y no deberíamos mendigar nada si somos parte de éste. Tampoco la riqueza necesariamente refleja la abundancia del Reino; ya que mucha gente, con grandes facilidades económicas, se sienten vacías en su ser interior, al punto de quitarse la vida por no encontrar bienestar en nada. Pero la riqueza que viene de Dios no añade tristeza (Proverbios 10:22).

Ahora bien, el estado de pobreza no es nuestra herencia, pero tampoco las muchas riquezas son la garantía de nuestro bienestar.

3 Juan 1:2 “Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma”.

El estado correcto de un hijo de Dios aparece en 3 Juan 1:2. Por eso la abundancia deberá arrancar dentro nuestro. La prosperidad en el Reino nace del interior de una persona que está entregada plenamente a Dios, y eso afecta TODAS las áreas de su vida. Un alma próspera garantiza una vida abundante.

¿Hay algún problema con ser rico? ¡No hay ninguno! Pero entendamos que si el Señor va a permitirnos acceder a grandes riquezas, tendrá un propósito detrás. No todos estamos llamados a ser multimillonarios, pero todos estamos llamados a vivir con bienestar y acceder a la abundancia del Reino. Dios nos llama a ser abundantes en el ámbito en el que nos coloca, porque todos estamos llamados a ser luces que brillen y reflejen el Reino en donde Dios nos ha permitido acceder.

Mateo 6:19 al 34 contiene palabras de Jesús que traen mayor luz sobre esto. El problema no son las riquezas en sí mismo, si no el lugar que éstas ocupan. Es el único elemento que Jesús dice que podemos poner a la altura de Dios en nuestras vidas. ¿Entonces no hay que tener riquezas? ¡Claro que sí! Pero en verdad lo que hay que tener, como ya dijimos, es abundancia interior. Solo una persona que es próspera en su ser interior se despreocupa por las cosas materiales y se vuelve desprendida, para que éstas vayan y vengan cómo Dios disponga y sean útiles en el avance de su Reino. La magnitud de nuestra capacidad para descansar en lo material, habla de cuán abundante es nuestro ser interior.

 

  1. LA FE ES EL ACCESO AL TODO.

Ya aprendimos que Dios nos llama a tener una vida abundante, que empieza por dentro, y nos da acceso a la identidad que Jesús ganó en la cruz, permitiéndonos entrar a su Reino, en donde todo abunda, y nada escasea.

La llave para comenzar a vivir esta realidad del Reino está anclada en la fe, que demanda de una confianza ciega en su sustento diario. Vivir por fe y no por vista no es ser un negligente, sino tener la certeza de que ya lo tenemos todo en Cristo (2 Corintios 5:7) y que Él no nos va a dejar faltar nada. En Filipenses 4:11 al 13 y 19 no parecemos encontrarnos con un apóstol Pablo multimillonario, pero sí con uno poseedor de ese acceso “al todo de Dios”, y con un bienestar interno que se manifiesta en un claro descanso. El apóstol caminaba con plena conciencia de la provisión de Dios, porque sabía que su vida estaba orientada a cumplir los propósitos divinos. Siempre que estemos alineados con los diseños del Cielo, el sustento llegará a nuestra vida.

Jesús presentó el Reino como un ámbito en donde las acciones correctas (o sea, las alineadas con la voluntad del Padre) desatan una recompensa. Este sistema de recompensa funciona como un motivador, para que el creyente se esfuerce por llevar una vida que viva plenamente todo lo que está a nuestra disposición, pero esa actitud demanda no moverse con la lógica, sino por medio de la fe.

En Mateo 19:27 al 30 Jesús les hablaba de recompensas ya en la tierra, pero termina el pasaje haciéndoles ver que, si los últimos serán los primeros y los primeros los últimos, no puede desesperarnos el ámbito de las finanzas. La fe también se demuestra en nuestra disposición a pagar el precio. Ellos se atrevieron a dejarlo todo, de una manera bastante ciega, pero accedieron a 100 veces más de lo que sacrificaron. La intensidad de nuestro sacrificio habla del tamaño de nuestra fe. Y el tamaño de nuestra fe, de nuestro nivel de acceso a todo lo que abunda en el Reino. En otras palabras: el que quiera ganar su vida la va a perder, y el que “pierda su vida” la ganará (Mateo 16:25). La abundancia en el Reino es disfrutada por aquellos que aprendieron a vivir libres de toda inseguridad provocada por la necesidad material.

Que tengas una semana de bendición y victoria!

Pastor David Decena Centro Familiar Cristiano Eldorado.

Prédicas en vivo los miércoles y domingos 20 horas, a través de http://cfceldorado.org/

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