Las Toninas: no fue un cable submarino lo que causó problemas de conectividad a internet

Anteayer, durante un rato, una parte menor de los usuarios de Internet en la Argentina sufrió una mala conexión a Internet. O quizá deba decirse: fue algo peor de lo que normalmente esperan los usuarios argentinos de Internet.

 

El responsable fue un incidente en Las Toninas, el punto de entrada de media decena de cables submarinos que traen conectividad al país, y que permiten que desde la Argentina se pueda acceder a un sitio alojado en Estados Unidos, Francia o Japón (o cualquier otro punto del planeta donde haya conexión a Internet). En esa ciudad balnearia están las estaciones de amarre de los cables, que vienen por debajo de la superficie del mar, apoyados en el lecho marino, y afloran allí. Son propiedad de las compañías mayoristas de Internet, que le venden banda ancha a los proveedores locales. No es el único lugar en que la Argentina accede a Internet, hay otros puntos de conexión por cable, y enlaces satelitales, más lentos.

 

Pero no se cortó uno de esos cables de entre 2 y 7 cm de diámetro, que tienen kilómertos de largo y que unen varias ciudades costeras de toda América (del lado del Atlántico y del Pacífico) para llegar a Miami y de allí saltar a Europa o Asia. No hubo que apelar a buzos, submarinos o luchar contra olas en alta mar para encontrar el punto de quiebre: fue un accidente de lo más pedestre.

 

«Llamar antes de cavar»

 

Los cables submarinos surcan los mares y conectan continentes y países, sí, llevando la posibilidad de enviar y recibir datos a todo el planeta. Pero de Las Toninas (en el caso argentino) tienen que ir tierra adentro, llevando esa conectividad a las ciudades del resto del país, cruzando incluso la Cordillera: los cables submarinos llegan a Chile también (y a otros puntos fronterizos) para que haya redundancia. Si se cortan los cables en Las Toninas la conexión a Internet del país se mantiene, aunque tenga que darle toda la vuelta al continente y entrar por el Pacífico. Es el diseño base de Internet: el envío de datos aprovecha todas las rutas disponibles, para que un fallo en una conexión no interrumpa la conectividad general (aunque puede afectar la velocidad).

 

Así que los cables entran en la estación de amarre de Las Toninas (escondidos a 1,5 metros bajo la arena; no pueden verse en la playa y recién afloran 2 km mar adentro) y de allí salen hacia Buenos Aires, también bajo tierra. Todo el tendido está señalizado y marcado en los mapas, y existe un número de teléfono para llamar a las compañías de Internet y confirmar el trazado, y así evitar trabajar en la zona donde está el cable. «Nuestro lema es llamar antes de cavar», explica Ernesto Curci, vicepresidente del área de Service & Network Managment de Level 3, la compañía dueña del cable que fue afectado (que no es el único: a Las Toninas llegan también otros cables de Telefónica, Telecom y otras compañías).

 

Es que aunque está protegido, el cable de fibra óptica no está hecho a prueba de maquinaria vial. «Ayer, cerca de la 1 del mediodía, una máquina estaba trabajando a dos kilómetros de la estación de amarre, y como decimos en la industria, le pegó al cable nuestro y lo cortó. A las tres horas ese cable ya estaba reparado. No tuvimos interrupción de servicio, sino que todo nuestro tráfico se desvió en forma automática y entró por Chile. Algunos usuarios quizás sufrieron algo de delay, por la mayor distancia, pero no más», explica Curci.

 

¿Inusitado? Sí en la Argentina, no tanto en otros países: en 2011, por ejemplo, toda Armenia se quedó sin Internet cuando una mujer cortó el cable, que venía de Georgia, con una pala buscando robarse el cobre. El mayor peligro, en rigor, lo tiene el cable submarino: de ser arrastrado por un barco pesquero o un ancla. Hasta ahora no sucedió algo así en la Argentina, aunque es relativamente común (se hacen unos 50 arreglos de cable al año, en todo el mundo, según la firma especializada Global Marine). A principios de 2008, tres incidentes independientes afectaron la conectividad de Oriente Medio, cuando varios varios cables submarinos fueron dañados y la zona quedó con mínima conectividad afectando a países enteros; en algunos casos, las culpables fueron anclas de barcos.

 

 

Fuente: La Nación

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