A sangre fría: los antecedentes de otros misioneros asesinados a balazos en Brasil

El asesinato a sangre fría de los jóvenes misioneros Silvio “Tata” Antúnez (24) y Martín Ríos (30), ocurrido el jueves por la noche en las afueras de la localidad paranaense de Realeza (a 70 kilómetros de Comandante Andresito), no fue el único episodio de esa naturaleza registrado en Brasil con ciudadanos de la provincia en los últimos años. Hay dos antecedentes de ejecuciones que causaron impacto en la Tierra Colorada.
El sábado 26 de noviembre de 2011, el eldoradense Fabián Alejandro Gigliesi (40), hijo de la dirigente política Norma Julián, fue acribillado en un selecto country del balneario paulista de Guarujá. Creen que fue un ajuste de cuentas vinculado con el narcotráfico.
Gigliesi usaba distintas identidades. Cuando lo ultimaron se hacía llamar Gabriel Alejandro González. Los asesinos también acabaron con la vida de un colombiano que lo acompañaba: Bernardo Brown, quien recibió tres balazos.
Desde 2004, el nombre del eldoradense era vinculado con distintos episodios delictivos. Llegó a ser considerado un “peso pesado” de la región.
Lo mataron en una casa ubicada dentro del barrio privado Jardín Acapulco. Los sicarios terminaron con él con una ráfaga de ametralladora. Los vecinos alertaron a la Policía al escuchar los impactos. Dos cosas llamaron la atención de los uniformados. El lugar donde ocurrió todo era hiper vigilado y para llegar hasta las víctimas, los autores doparon y maniataron a un vigilador. Nada detuvo a los pistoleros.

El prófugo baleado en plena calle

Otro misionero ejecutado en Brasil fue Adolfo Waldomiro Krutli (39), original de San Vicente. El 25 de noviembre de 2015, lo emboscaron sobre la calle María Do Carmo Miranda Da Cunha de la localidad de Novo Hamburgo, estado de Río Grande do Sul. Eran las 5.30, cuando uno o dos sicarios lo ultimaron de dos balazos en el pecho.
Se cree que pagó con su vida haber matado a cuchilladas a un ex presidiario apodado “Beto Boy”. Pero pudo haber sido por otras de sus tantas andanzas en el mundo delictivo.
El “Polaco” se había escapado de Misiones luego de fugarse de la comisaría Tercera de Posadas en julio de 2003, junto a otros tres homicidas. Había sido recluido allí por el asesinato de un adolescente en la capital provincial.
Tras cruzar la frontera, Krutli se instaló en Río Grande do Sul. Allí le adjudican muchos ilícitos. Luego de estar 12 años prófugo (lo buscaba como Interpol), dos balas lo despidieron de este mundo.
Al igual que en los casos de Gigliesi y Krutli, al menos por el momento, no hay detenidos por el doble homicidio que tuvo como víctimas a los jardinenses Antúnez y a Ríos.

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