La historia del enfermero que drogó a su sobrina durante años para violarla y continúa en libertad

Los abusos ocurrieron en Corrientes y en un barrio de la Capital Federal. El acusado se fugó durante dos años, fue localizado y ya declaró; sigue libre, mientras el juez resuelve su situación. 
«Muchas veces el peor enemigo está en tu casa», dijo  la abogada de una joven de 19 años que fue violada desde que tenía 8 hasta que cumplió 15. El acusado es el esposo de su tía, un enfermero de poco más de 40 que se valía de su acceso a medicamentos para adormecer a su víctima y así poder abusar de ella.

Todo comenzó en unas vacaciones de invierno cuando la víctima fue enviada a la provincia de Corrientes, pues mantenía una relación muy cercana con la hermana de su madre. En ese contexto, el tío político comenzó a tocarla pero la nena en aquel entonces no comprendía la gravedad de lo que estaba ocurriendo. Apenas tenía 8 años.

«Después de un tiempo los tíos se mudaron a Buenos Aires, cerca del domicilio de la nena. Dada la afinidad que tenían con ella, la menor se quedaba a dormir muchas veces en la casa de este matrimonio. Él mismo reconoció en indagatoria esta situación. Incluso, admitió que dormían los tres en la misma cama», detalló Déborah Huczek, abogada de la víctima.

En la casa ocurrió un episodio que la marcaría para siempre. Estaban los tres durmiendo. La nena se ubicó en una punta de la cama, el enfermero en el medio y la tía en el otro costado. De repente, el hombre se le puso encima a la menor para abusar de ella, la tía se despertó y comenzaron a discutir. Así pasó mucho tiempo y los abusos no cesaron. «Desde que tiene 12 años hasta los 15 la violaba cada vez que ella se quedaba a dormir», agregó la letrada.

Pero más allá de lo grave del caso, Huczek reveló un dato alarmante. Debido a que tenía horarios contrapuestos con su mujer, el enfermero era quien se encargaba de cocinar; y según la acusación, aprovechaba ese momento para dopar a la chica con la comida y abusar de ella.

Según relató la joven, cuando terminaba de cenar la invadía un sueño muy profundo que no podía contener. De hecho, muchas veces se quedaba dormida arriba de la computadora. Así, drogada, se iba a acostar y lo peor ocurría: se despertaba con su tío arriba de ella violándola. Una vez que pudo contar el horror, dijo que no tenía la fuerza suficiente en ese momento para repelerlo.

«Recién cuando tenía 15 años y estaba en su propia cama, pudo sacárselo de encima con la poca fuerza que tenía. Esa fue la última vez», comentó la representante de la víctima. «Lo más grave es que ella recién pudo contarlo dos años después. En un momento le dijo a la tía que él la manoseó. La mujer le creyó por el acontecimiento que tuvieron aquella noche cuando se puso arriba de ella. Pero después de eso se distanciaron de la tía y todo quedó ahí. La madre, en tanto, la mandó a un psicólogo y sólo cuando cumplió 17 pudo contar que fue violada», precisó.

Inmediatamente, hizo la denuncia penal y se inició la investigación. La víctima declaró en su momento en Cámara Gesell y según resolvieron, su relato era verosímil. La serie de abusos ocurrió en el barrio de Monserrat, en una vivienda de la avenida Belgrano. Tras el comienzo de la causa, el matrimonio se mudó a la ciudad de La Plata y luego de un gran esfuerzo por parte de la abogada, pudieron dar con ellos. «Se le notificó de la causa, lo cual indica que no podía mudarse sin notificarle al juez pero se escaparon a Corrientes», señaló.

Volvieron a buscarlo, independientemente de la Justicia, para ver dónde estaba. Pasó más de un año hasta que finalmente, diez días atrás, lo encontraron. Nuevamente se lo llevó ante la justicia y declaró hace una semana. A pesar de que estuvo fugado, increíblemente resolvieron que permanezca en libertad. Su única obligación es que no puede mudarse sin comunicarlo. El juzgado Criminal Nro 32, cuyo titular es Santiago Quian Zavalia, tiene a cargo la causa.

El expediente ahora está a despacho y el magistrado tiene 10 días para definir la situación procesal del acusado, si decide pedir otra medida de prueba o si lo sobresee. «Estamos en la primera instancia y necesitamos que lo procese para poder avanzar al juicio oral», agregó.

Por todos los casos -explicó Huczek- se denunciaron hechos reiterados de violación que pueden calificarse como «abuso sexual con acceso carnal a persona menor de 16 años, aprovechando la inmadurez sexual de la víctima en razón de la mayoría de edad del autor y agravado por el aprovechamiento de la situación de convivencia preexistente con el mismo». Delito que prevé una pena de entre 6 y 10 años de cárcel.

Ante el juez, negó todo aunque cada una de las circunstancias de tiempo, forma y lugar quedaron acreditadas. Dijo que nunca estuvo solo con ella, pero reconoció el trato cercano que mantuvieron. Declaró que la llevó, por ejemplo, a clases de inglés o al club en el que jugaba al hockey.

Huczek presentó gran cantidad de escritos para acreditar que el acusado se había fugado. «Si no fuéramos parte querellante, esta causa termina archivada, en la nada. Fue terrible la lucha con el juzgado», se quejó la abogada. Lo cierto es que le hicieron las pericias médicas que determinaron que su relato era verosímil, que era creíble y que tiene un padecimiento y una angustia muy marcados.

Si se prueba que la sedaba se aplicaría la figura más gravosa y la condena subiría de 8 a 20 años. Según la abogada, es «muy probable» que lo haya hecho ya que por su profesión tenía acceso a medicamentos. «Está la declaración de ella. Vamos a pedir que a juicio oral citen a otra prima, quien dijo -cuando me entrevisté con ella- que el enfermero tenía la casa llena de fármacos y se podía valer de ellos. Otra prima que es gendarme comentó que pensaban que también dopaba a su mujer. De repente la tía estaba sedada. Es muy probable lo de los medicamentos. Él lo hacía cuando estaban dormidos. O había un pacto de silencio o la tía también era dopada», expresó.

La víctima tiene una hermana menor. Y al imaginarse que ella también podría ser abusada, se animó a contar la tragedia que sufrió. Le comentó a la abogada que quería que otras chicas que sufrieron por algo similar se animaran a hablar. Por lo pronto, sigue en tratamiento psicológico y padece muchas pesadillas. Se despierta con la sensación de tenerlo arriba de ella y con la impotencia de querer repelerlo y no poder lograrlo. Aún se angustia y llora, pero mantiene la fuerza para librar la batalla en la justicia.

«Ella actualmente estudia en una importante universidad a la que entró con excelentes calificaciones pero es una chica a la que le costó muchísimo hablar. Tuve que hacer varias reuniones para que contara lo que pasó y así poder trabajar en el caso, de lo contrario no estaría tipificado. Ella se siente culpable de no haber hablado, culpable de por qué le pasó a ella. Era una nena. Hoy es una chica muy recatada y esto la dañó psicológicamente para toda la vida», sentenció la abogada Huczek, quien dijo que la Justicia no puede dejar este caso en la impunidad.

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