Gendarme detenido en Villa Bonita fue condenado a perpetua en Buenos Aires por el crimen de un policía

El Tribunal Oral en lo Criminal Nº28 condenó a prisión perpetua a un gendarme por matar a un policía durante un raid delictivo ocurrido en mayo de 2013, de acuerdo a lo solicitado por el fiscal Aldo de la Fuente. Los jueces Carlos Rengel Mirat, Federico Salva y Carlos Mariano Chediek consideraron que Leandro Szynwelski, de 33 años, es responsable de los delitos de homicidio agravado por criminis causae; robo con armas; robo con arma en grado de tentativa; robo en grado de tentativa y hurto en grado de tentativa.
El ahora ex gendarme está preso en la Unidad n° 35 de Magdalena que pertenece al Servicio Penitenciario Provincial. Apenas fue detenido, había sido derivado al penal de Marcos Paz, de donde se fugó en octubre de 2013. Fue capturado casi dos años después, en agosto de 2015, en Villa Bonita, Misiones.
En el juicio, Szynwelski declaró, confesó su participación y dijo estar arrepentido. Antes de que se conociera la sentencia, le pidió a los jueces que “le dieran una oportunidad” y que no quería “vivir encerrado”. Para el Tribunal, esas manifestaciones estuvieron más relacionadas con las consecuencias que le generaron los hechos que los hechos en sí.

Los hechos
Tanto para la fiscalía como para los jueces, quedó probado que el 17 de mayo de 2013, cerca de las 20.30, Szynwelski abordó a una mujer que estaba dentro de su auto, en el límite entre los barrios Villa Crespo y Caballito. La víctima había salido instantes antes para estacionar. “Dame las llaves, hija de puta, abrime”, le dijo mientras golpeaba con sus puños el vehículo. Como no salía, el gendarme se puso junto a la puerta del acompañante y no sólo volvió a amenazarla sino que sacó su pistola Glock 9 mm y realizó dos disparos hacia adentro del auto.
Automáticamente, la mujer abrió la puerta y huyó por la calle General Manuel Rodríguez hacia la esquina de Luis Viale, donde se refugió en un almacén. Mientras eso ocurría, el marido de la señora se asomó al escuchar los disparos y al ver a Szynwelski tomó su pistola, de la que tenía carnet de legítimo usuario, y se produjo un tiroteo entre ambos. El ahora condenado resultó herido en un hombro, por lo que escapó a pie en la misma dirección en que lo había hecho la mujer.
En ese momento, sobre la calle Luis Viale, un hombre estaba por estacionar su auto cuando oyó los disparos. Segundos después, tanto él como su familia, vieron al ahora condenado caminar rápido hacia ellos. Instantes después, Szynwelski intentó abrir la puerta del conductor pero al estar trabada no pudo, situación que el damnificado aprovechó para huir.
A dos cuadras de distancia, sobre la avenida Honorio Pueyrredón al 1500, intentó nuevamente ingresar a un auto pero no lo logró. La dueña del vehículo observó como Szynwelski se fue hacia la calle Tres Arroyos. En esa esquina, miró a un hombre que estaba por subirse a su auto. “Dame las llaves”, lo increpó. El damnificado comenzó a caminar hacia atrás, de espaldas, mientras pedía auxilio y después de unos segundos, le arrojó las llaves, que cayeron cerca del cordón.
Al escuchar los gritos, el agente de la Policía Federal Héctor Alejandro Domínguez, de 26 años, salió de la parrilla ubicada en la esquina. Se dirigió a Szynwelski, que estaba parándose luego de tomar las llaves del auto. Al verlo, el gendarme le disparó a la cara: el tiro le desgarró una ceja. Inmediatamente se paró y, de frente y a menos de 50 centímetros, volvió a dispararle. Esta vez, los tiros fueron hacia los hombros de Domínguez y le produjeron una hemorragia interna que le generó la muerte.
Szynwelski corrió por la calle Tres Arroyos y al cruzarse con otro hombre, le apuntó con la pistola y le ordenó: “dame las llaves del auto o te quemo”. El vehículo apareció abandonado cerca de las 22 en Hurlingham, provincia de Buenos Aires. Tres horas después, el gendarme se acercó a un hombre en una estación de servicio de la Ruta 12, a la altura del kilómetro 85, y le pidió que lo lleve al hospital.
En ese instante, se desmayó. Fue trasladado a un hospital de la zona de Zárate por efectivos de la policía bonaerense y de Gendarmería Nacional, a quienes les dijo que habían intentado robarle su auto. Cuando fueron a la estación de servicio, encontraron el auto de Szynwelski, donde secuestraron una media blanca con sangre; una mochila con dos pistolas 9 mm, tres cargadores, 183 municiones calibre 9 mm. Debajo del asiento del conductor hallaron una pistola Pietro Baretta 9 mm con 16 proyectiles.

La condena
En su alegato, el fiscal destacó la credibilidad de los testigos, que coincidieron en el relato y la ejecución de los hechos, además de que identificaron al ex gendarme en una rueda de reconocimiento. Al igual que con posterioridad lo hicieron los jueces, hizo hincapié en las imágenes que tomó una cámara sobre la avenida Honorio Pueyrredón; y en los peritajes realizados tanto a la ropa y a los vehículos, como en el lugar del homicidio. En esa esquina se encontraron también tres vainas servidas y un resto de proyectil que pertenecían al arma del ahora condenado.
El representante del Ministerio Público consideró que el asesinato de Domínguez se trataba de un homicidio “criminis causa” porque lo que Szynwelski buscaba era impunidad. Los jueces coincidieron y argumentaron que el acusado se determinó a matar al agente porque representaba “un obstáculo o escollo” para lograr huir del lugar sin ser detenido. El Tribunal tuvo en cuenta su aptitud para el disparo y que le disparó en dos ocasiones más por encima del chaleco antibalas luego del tiro en la ceja.
Al mencionar los robos, De la Fuente resaltó que hubo violencia a través de amenazas y en otros casos utilizó el arma, lo que generaba un mayor reproche y castigo por su capacidad “intimidante y vulnerante”. Los magistrados detallaron cada uno de los hechos del raid delictivo protagonizado por el gendarme y resaltaron que en cada uno de ellos, Szynwelski tuvo el dominio y la voluntad para llevarlos a cabo.
Al momento de pedir la prisión perpetua, la Fiscalía afirmó que hubo una violencia inusitada en todo el despliegue de Szynwelski: disparos en el primer intento de robo; y la muerte de Domínguez, con disparos precisos para eludir el chaleco antibalas. Tuvo en cuenta que fue capacitado para “servir al prójimo” y que utilizó esa situación de “manera inversa y en contra de la sociedad”. Remarcó que no había una situación de miseria ni necesitaba tampoco el delito para subsistir. Además, valoró negativamente la indiferencia con la que se comportó al momento de fugarse.
En línea con lo planteado por el fiscal, los jueces remarcaron el aprovechamiento de la nocturnidad para cometer los hechos; la situación de cada una de las víctimas; la violencia extrema en el primer caso por el tiroteo. A eso le agregaron lo traumático que fue para la familia del policía su muerte. Finalmente, recalcaron que al ser gendarme, Szynwelski debía tener un mayor deber de cuidado por la vida y que debía proteger a la sociedad de hechos delictivos.

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