Curar en lo más profundo de nuestra tierra, así definimos hoy la historia de Andrea Rohrmoser, medica rural de Montecarlo. Y a través de su historia queremos reflejar las historias del plantel de médicos de Salud Pública, que trabajan cotidianamente en lugares recónditos para cuidar de la salud de nuestros misioneros.
Andrea Rohrmoser es oriunda de Montecarlo, hija de madre docente y de padre electricista, primera de 4 hijos. Su deseo de ser médica surgió cuando cursaba el cuarto año de la secundaria. “Cuando le expresé a mi mamá el deseo de estudiar medicina, tuve su apoyo incondicional, no así el de mi padre que quería que me quedara en el pueblo y sea docente – creo que su negación se debía al miedo de perder a su hija mayor – pero aun así emprendí ese sueño de graduarme como medica y volver a cuidar de la salud de los míos y de mi pueblo que me vio crecer”.
Rohrmoser se recibió de médica el 22 de Septiembre de 1998 en la UNNE de Corrientes, hizo la residencia de Medicina General en el antiguo hospital Madariaga durante los 1999-2002. “Fueron años de mucho estudio, experiencias y largas horas sin dormir”; durante su residencia se casó, formó una familia y en el último año de residencia nació su primer hijo Lucas.
Estando en los últimos 3 meses del tercer año de residencia roto por la baja complejidad: “Elegí mi pueblo, donde tengo mi corazón y a todos los que quiero. El director del hospital en ese momento me mandó a trabajar a los CAPS de Caraguatay y Taruma. Ahí comencé mi experiencia en la atención primaria de la salud, nunca me olvido el primer día que fui y que avisaron a la población que habría un medico para atención, concurrieron 80 pacientes”, recordó la doctora.
El 1 de junio la contratan como Médico de Cabecera y además comienza a trabajar en el ámbito privado de la localidad de Montecarlo.
Mi segunda casa
“Me gustaba tanto trabajar en los CAPS de Caraguatay y Tarumá, eran como mi segunda casa, llegaba cada mañana desde Montecarlo con el colectivo que salía a las 6.15 horas, eran unos 16 kilómetros a Caraguatay y 18 a Tarumá, camino de tierra, en aquel entonces, polvo en el verano, heladas en el invierno y mucho barro en los días de lluvia; y a veces los días de lluvia llegaba toda mojada al centro de salud y no había nadie, pero a mi no me importaba porque amaba estar ahí, me sentía muy cómoda”, recordó la profesional y agregó: “volvía a las 11.30 horas, algunas veces volvía a dedo y ahora veo que las nuevas generaciones se ven tan limitados para trabajar en las aldeas o en los ámbitos rurales, me cuesta conseguir gente todo terreno; a veces me tocaba ir a las aldeas aborígenes más alejadas como de Yaka Porá y Eldoradito pertenecientes a Caraguatay. En algunas ocasiones me llevan de la municipalidad, pero en ciertas oportunidades cuando no contaban con personal manejaba yo acompañada de la enfermera o promotora, llevábamos todos los elementos para trabajar, la comida para el mediodía: pan, fiambre, picadillo, alguna gaseosa y el mate o tereré infaltables; además sabíamos que la gente no podía esperar a que consiguiéramos un chofer que nos lleve hasta allá”.
En la zona rural sobre todo en las aldeas aborígenes el trabajo del medico escapa a toda estructura edilicia a aparatos de alta o media complejidad, el medico no sólo cura sino que además explota al máximo su creatividad para poder atender a sus pacientes, no se trata de solamente de tener los recursos sino de entender cuál es la necesidad especifica de cada población rural. “Entender que si los niños tienen diarrea no sólo es eso, si no porque muchas veces el agua que consumen están contaminadas y no solamente debemos atacar la diarrea si no enseñarles como tratar el agua, para eliminar la enfermedad”.
Historias que no se olvidan…
La doctora Andrea relata algunas de tantas anécdotas que ha vivido durante su trabajo en el ámbito rural y con las aldeas aborígenes.
“Una anécdota que no me olvido jamás fue en el 2002 traía a una mujer aborigen en trabajo de parto. Viendo que no llegaríamos al hospital de Montecarlo, tuvimos que improvisar porque el bebe ya venia , entonces entramos en el CAPS de Tarumá y nos preparamos para el parto en conjunto con la enfermera Doña Nena (encomendadas a Dios para que todo saliera bien). Al chofer lo mandamos a comprar una hoja de afeitar para cortar el cordón umbilical. La nueva integrante se llamó: Andrea en honor a mí!! Luego de unos años se mudaron de aldea; la sorpresa fue encontrarme con su familia y Andrea en una de las aldeas de Montecarlo que me hice cargo desde hace dos años y Andrea ahora ya es MAMÁ…..” comento con alegría Andrea Rohrmoser
Otra historia fue crear una comisión de padres en Tarumá, las reuniones la realizaban los días sábados, siendo el principal objetivos juntar fondos y tener una farmacia de medicamentos genéricos a bajo costo “eso fue antes de la llegada del famoso Remediar y de esa manera cerrar el círculo luego de la atención medica. Era para casos de ser necesario que al paciente se le recetara paracetamol, ibuprofeno, antibióticos para patologías básicas”.
En el 2005 la doctora ingresa en la segunda cohorte de Médicos Comunitario, también nace su hija Camila y “ mi compromiso con la gente y con mi profesión hizo que solo tenga un mes de licencia por maternidad y además la remuneración de ese mes la doné para pintar el techo del CAPS de Caraguatay”, relató Rohrmoser.
“Durante mi embarazo tenía antojo era comer reviro, cada martes y jueves al bajar del colectivo en la colonia Tarumá, la enfermera Doña Nena, me esperaba con un reviro con azúcar y un mate cocido. – Decía la doctora primero va a desayunar y después comienza a atender”, recordó alegremente la doctora.
“Trabajar en zonas rurales y con las aldeas aborígenes te lleva no solo a cumplir el rol del medico es casi imposible solamente dedicarse a eso, el medico es psicólogo, es padre, es madre, es abuelo, es la autoridad y conoce historias que aunque no quiera tiene que intervenir y sin afán de perjudicar a nadie tiene que tener el valor para decidir e intervenir por la vida, la salud mental y que los derechos de los otros no sea vulnerados”.
En el 2007 la doctora Andrea Rohrmoser asume el cargo de Jefa del Área Programática XIII y además continua con las atenciones de las aldeas aborígenes.
En el 2015 deja los CAPS de Caraguatay y Tarumá a cargo de otro médico “me ocupo exclusivamente de las Aldeas aborígenes del Área. Montecarlo: Anta, Pasarela , Isla y Guavirami.. continuando con las de Caraguatay. La atención se realiza a cielo abierto, bajo una sombra en los días de calor o bajo el sol en los días de frío o helada.
“Desde que soy medica mi modo de atender y la relación humana con los pacientes fue cambiando con el correr de los años. Esto se vio reflejado en el hecho de tener mis hijos y verme reflejada en esa mujer que venía por una atención ya sea para ella o para alguno de sus hijos, buscando una solución a su problemática. Me encanta la Atención primaria de la Salud y amo lo que hago en Salud Publica”, finalizo la profesional.