Crimen del sindicalista: la banda que atacó a Achingo quería robarle los 5.000 pesos que creía que el gremialista tenía encima

El crimen del sindicalista Pablo Sabino Achingo (57), ocurrido el 7 de junio pasado en Posadas, es un rompecabezas cuyas piezas los investigadores están armando con paciencia y determinación. Hasta el momento, muchas de las declaraciones que se tomaron en el juzgado de Instrucción Uno comprometen a los cinco detenidos que tiene la causa. Cada vez toma más forma la hipótesis de que una banda de ladrones drogados, totalmente descontrolados, acabó masacrando al gremialista porque este se resistió a ser asaltado.
La línea que siguen los detectives supervisados por el magistrado Marcelo Cardozo indica que hasta la pandilla llegó el dato de que Achingo solía recorrer la zona de la avenida Santa Catalina donde trabajan distintas prostitutas con montos de entre 4.000 y 5.000 pesos en la billetera. Entonces, los criminales decidieron emboscarlo. Y para ello fue clave la participación de una de esas chicas, quien luego de un encuentro íntimo con el hombre, lo llevó hasta un lugar donde los asaltantes lo abordaron.
Achingo no era un hombre alto, pero sí fuerte y robusto. Cuando se dio cuenta qué sucedía, se resistió tenazmente. Pero dos certeros garrotazos lo dejaron inconsciente. El garrote con el que lo redujeron le causó una lesión letal en la cabeza. Pero aún estaba vivo cuando la gavilla decidió deshacerse de él.
Como pensaron que el sindicalista ya estaba muerto, no lo maniataron, sino lo envolvieron con sábanas y una colcha. Después lo rodearon de algunos alambres, para que el cuerpo fuera más fácil de trasladar.
En la chacra 130, cerca de la iglesia Santa Rita, los asaltantes se deshicieron de Achingo. Lo rociaron con alcohol y le prendieron fuego. El humo generado por la combustión terminó asfixiando al sindicalista.
Para borrar toda huella, luego del crimen, la banda quemó el coche Renault Fluence de la víctima, en el Acceso Oeste.
Por el juzgado de Cardozo pasaron como testigos conocidos de los sospechosos detenidos. Estas personas escucharon decir a parte de los imputados que habían asaltado a un hombre para luego prenderle fuego. Es decir, los presuntos homicidas, en medio de una ronda de tragos, describieron qué habían hecho.
Gracias a esos relatos, los investigadores determinaron qué rol habría ocupado cada uno de los ahora arrestados. Ya tendrían en claro quién fue el líder de la pandilla, quién manejaba el auto con el que llevaron al gremialista y quién le prendió fuego en la esquina de la calle 82 con la 127.
Por otro lado, los pesquisas también cerraron el círculo sobre la prostituta cuyos servicios contrató la víctima la madrugada del 7 de junio. Esa joven habría sido quien “entregó” a Achingo a los ladrones.
Según la hipótesis, antes y después del crimen, el grupo de ladrones compartió alcohol (cervezas) y estupefacientes. Ese cóctel habría sido el motor de la saña con la que se presume atacaron al sindicalista.
Para las próximas semanas esperan los resultados de las pericias genéticas y químicas hechas tanto en los dos autos incautados (un Citroën C4 y un VW Suran) y en la casa de Santa Cruz casi San Martín donde, se presume, emboscaron al secretario adjunto del Centro de Empleados de Comercio de Posadas.
Asimismo se espera el informe telefónico sobre la línea que utilizaba la víctima. Y de las pertenecientes a los sospechosos.
Los cinco imputados por el caso son Elio Romualdo (28) y Jhonatan Ortega (25), Marcelo Ojeda (30), Pedro Ramírez (28) y Camila L. (22).

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