Macri llamó a «enfrentar la mafia de los juicios laborales»

Fue una jura ministerial poco usual. El presidente Mauricio Macri pasó un duro mensaje en contra de la «industria del juicio laboral», fueron invitados empresarios y miembros de la oposición (algo que no viene ocurriendo últimamente) y se pudo ver a la primera dama Juliana Awada quién mantiene un perfil muy bajo y no es habitual verla en la Casa Rosada.

Macri rompió el protocolo habitual en el acto realizado en el Salón Blanco de la Casa Rosada en ocasión de la jura del nuevo canciller Jorge Marcelo Fauri. El motivo fue efectuar un fuerte mensaje en contra de la «industria del juicio laboral».

Hace tiempo que al primer mandatario le llegan las quejas de las empresas referidas a las contingencias de tener personal en blanco que conspiran contra la intención de oficial de avanzar en un blanqueo laboral. «Hay que enfrentar a la mafia de los juicios laborales, eso destruye la generación de empleo futuro. Hay un grupo de abogados laborales encabezados por Recalde que ha hecho mucho daño a la Argentina», acusó el primer mandatario.

Para el gobierno de Cambiemos es clave avanzar en los siguientes aspectos: mejorar la productividad; facilitar el acceso a la contratación laboral y por consiguiente ampliar la base de tributación. El objetivo central es hacer más competitiva la estructura productiva argentina.

En este marco se comprende que -fuera de agenda- Macri haya sido tan enfático en la necesidad de cuestionar a la industria del juicio que dijo «deja a un montón de gente sin acceder a un trabajo» y recordó que por esta causa los empleadores «tienen miedo de que su esfuerzo se vaya en estos comportamientos mafiosos».

Claramente la conducción económica oficial apunta a mejorar la productividad, vía infraestructura, eliminando burocracia y atacando todos aquellos aspectos que conspiran contra «el tener la cosas en regla». Saben que a la pesada carga tributaria que enfrentan las pymes (algo que no se podrá solucionar en el corto plazo) se suma la incertidumbre de tener personal en blanco y verse sujeto a eventuales demandas que pueden terminar con la propia empresa.

Intentando aportar optimismo el jefe de Estado lanzó: «Tenemos que animarnos a competir, es algo que nos va a hacer mejorar, larguemos los miedos y los prejuicios».

La referencia a «miedos» y «prejuicios» no fue casual. Es que en casi todos los encuentros internacionales que mantuvo el Presidente la pregunta recurrente era si realmente los cambios en Argentina esta vez durarán. «Es que la historia argentina no es precisamente un decálogo de continuidad», comentan en los foros internacionales.

Esta preocupación en el sentido si realmente las «cosas ahora serán distintas» también es compartida por el empresariado local sin importar su tamaño. De ahí que el Gobierno está dispuesto a «hablar con la verdad» como dijo Macri para así atacar los problemas que hace décadas están sin resolver.

A la asunción invitaron a varios empresarios como al presidente de IRSA, Eduardo Elsztain, presidente de Edelap (la distribuidora eléctrica de La Plata) y Edea (brinda el servicio en la Costa Atlántica), Alejandro Mc Farlane, Cristiano Ratazzi, presidente de Fiat; Jaime Campos, titular de AEA, entre otros.

También se pudo ver al economista Martín Redrado (cercano al Frente Renovador); Teresa González Fernández (del Frente Renovador): Gustavo Eduardo Bordet, gobernador de Entre Ríos y justicialista;entre otros.

No resultó casual la crítica con nombre y apellido contra Héctor Recalde, jefe del bloque de Diputados del FpV quien respalda a la expresidenta Cristina de Kirchner, en momentos que la estrategia oficial es polarizar la elección legislativa de este año.

No dudó en acusar al estudio del diputado de «convencer» a trabajadores a hacer «juicios indebidos» y como «tienen todo armadito se lo hacen ganar para llevarse todo y dejan a seis o siete trabajadores en la calle».

Macri indicó, en referencia a las elecciones legislativas -aunque sin mencionarlo explícitamente-, que los próximos tiempos «nos pondrán a prueba» a los argentinos «para ver si este cambio vino de verdad y si lo tenemos realmente decidido».

También habló de la «grieta» cuando señaló que «sueño para los argentinos, que cada uno encuentre ese lugar de donde, al ser protagonistas, les permita crecer, y cuando uno crece naturalmente tiene más generosidad para dar, para aportar, y no se resiente como le pasa a una parte de la sociedad que desde el resentimiento y desde el enojo busca culpables en vez de decir ´busquemos soluciones y no culpables´, que lo llaman la famosa «grieta».

Es que en la mesa chica del presidente están convencidos de que las elecciones legislativas les darán el espaldarazo que demostrará que la «gente no votó en contra el Frente de la Victoria sino a favor de un cambio».

Macri le dio un mensaje claro a su nuevo canciller: que continué con el trabajo encarado por Malcorra – que elogio calurosamente y pidió un fuerte aplauso logrando que la ex funcionaria se quebrara en llanto- y que se aboque a «hechos concretos» como lo son el trabajar para integrar al país a la OCDE, avanzar en «la integración del Mercosur, la negociación con la Unión Europea».

Luego el flamante canciller en una breve declaración a la prensa admitió que «tenemos que hacer un trabajo de reestructuración en algunas áreas que quizás estén un poquito recargadas», en sintonía con la orden presidencial que han recibido todos las reparticiones oficiales de «efectuar recortes en sus presupuestos».

El acto hasta tuvo su momento de humor cuando el jefe de Estado se sorprendió con el segundo nombre de Faurie «¿Por qué Marcelo?», le preguntó el presidente, «Marcelo significa el que trabaja la tierra. Y yo vengo a trabajar, la tierra», le contestó Faurie. Los funcionarios y ministros presentes aplaudieron al tiempo que Macri aclaraba que el dialogo «no estaba armado».

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