Las instituciones y el liderazgo

En el marco general de cambios producidos en los últimos tiempos a escala mundial que han sacudido los cimientos de todas las estructuras de la sociedad, resulta notable  la inercia funcional que ha mantenido al Poder Judicial ajeno a ese proceso y que ha cristalizado su estructura de actividades con relación a los hechos y sucesos que nos toca vivir. Esto requiere en forma inmediata que dentro del mismo sistema judicial surjan los elementos necesarios para el cambio en dirección a la adecuación de sus estructuras y que se tomen medidas tendientes a brindar una mejor y más eficaz administración de justicia, no solamente atendiendo a la actualización tecnológica, sino además, y fundamentalmente, a  la capacitación del personal, que comprenda por igual a los cuadros jerárquicos como a todos los empleados que participan en las tareas que se llevan a cabo dentro del sistema. Porque la necesidad de ponerse a la altura de los tiempos requiere que desde el seno mismo del sistema surjan las inquietudes y las soluciones posibles a la nueva dinámica que nos toca vivir. Esta dinámica hace que los ciudadanos exijan mayor presencia del poder Judicial en todos los quehaceres de la  vida cotidiana. Por esa razón el Poder Judicial debe adaptarse a esos cambios. Y qué mejor que las mismas personas involucradas en administrar un servicio esencial como lo es la justicia sean los encargados de llevar adelante estos cambios. Este enfoque  tiene por finalidad saber cómo mejorar el sistema de justicia y ser un indicador de cómo, a partir de estos trabajos en conjunto con todos los operadores judiciales pueden dar alguna alternativa para un mejoramiento del sistema.

Aplicar los estudios de liderazgo en el Poder Judicial implica encarar un estudio de las relaciones humanas, con el objetivo de que cada uno de los involucrados se sientan comprometidos con el trabajo, con el servicio de justicia,  tomando conciencia de que no son solamente se manejan expedientes, meros papeles de orden burocrático, sino que en ellos se resuelven destinos, libertades, propiedad etc. Guiados por la finalidad de poner fin a cuestiones teóricas, es imperioso trabajar en todo aquello que haga efectivo el mejoramiento del sistema de justicia, independientemente de los recursos con que se cuente, en tanto se encuentre el camino para la optimización de los mismos. Lo importante es comprender, un primer momento de debate acerca de las ideas que comúnmente se tienen en referencia a lo que un líder es o debería ser, centrándose en la disyuntiva entre la visión que podríamos llamar “mítica”, que ve al liderazgo como un don con el cual se nace, y la visión “realista”, que sostiene que la preparación o el aprendizaje de determinadas pautas o estrategias son quizá más importantes que las características innatas. Esto implica comprometer a la gente con la tarea que se debe realizar, haciéndola partícipe de las decisiones que deban tomarse. Además debe optimizar los recursos con que cuenta y sumar gente para trabajar, delegando funciones y asignando tareas de manera que cada uno de los integrantes del equipo se sienta a la vez motor de los cambios que buscan implantarse. El líder debe ser una persona muy informada y que mantenga informada a su gente por medio de una comunicación clara y concisa que no deje lugar a malentendidos o errores. Y algo muy importante es que debe transmitir los conocimientos que tiene, procurando la formación de nuevos líderes sin temor a la competencia.

Esta nueva  imagen del líder se aplica a un gran número de equipos de trabajo. En nuestro caso concreto, en el Poder Judicial, también se debe dar ese tipo de orientación que hace que,  tanto un magistrado como un secretario, un fiscal, un defensor, inclusive los jefes de despacho, pueden ser líderes en sus respectivas funciones.

“El líder no es solamente aquel que manda sino también el que se hace entender y puede comunicar los fines para los cuales está trabajando, orientando las tareas a la realización eficaz de dichos fines.”

Es una persona que sabe escuchar, es una persona que está abierta a todo tipo de sugerencias, y que no le teme a los cambios. A su vez trata de rodearse de gente que sea capaz, y disfruta o premia todo aquello que hagan los demás en mejora del sistema. Si tenemos en cuenta el antiguo concepto del líder, también estaba rodeado de mucha gente, pero éstos en definitiva eran obsecuentes con las comunicaciones que emanaban del “jefe”, que tenían calidad de órdenes. En la actualidad el líder es una persona que debe adaptarse a todo tipo de relaciones humanas. Debe entender al personal para saber cómo actuar con cada uno de ellos, sacando provecho de los errores, aprendiendo de ellos, y tratando de energizar al personal brindándoles su apoyo. Todos estos cambios deben realizarse en un ambiente de respeto, escuchando todas las inquietudes y todas las sugerencias que surjan de los empleados.

El líder debe tener la capacidad de asimilar esos reclamos independientemente de la posición que él ocupe.

Esta persona capaz de asimilar esos reclamos y dar solución a los mismos, coincide con la imagen del verdadero líder. Al mismo tiempo es fundamental que haya metas claras con relación a valores y creencias.

El líder debe tener siempre presente que es un ejemplo para los demás. Y no debe perder de vista que  la situación de liderazgo no es una situación de privilegio sino todo lo contrario, es una situación donde hay mayor responsabilidad, que exige que siempre se respeten los lineamientos que fueron acordados, mostrando coherencia y constancia.

Entre sus objetivos específicos podemos nombrar:

Transformación personal: aumentar el autoconocimiento y la identificación de los límites personales, por medio de la clarificación de metas, necesidades personales y el papel en la sociedad, reconociendo la responsabilidad con los demás y consigo mismo y expandir estos límites transformando su manera de ver y actuar.

Efectividad interpersonal: expandir la capacidad del líder para responderle a otros. Pasar de posiciones defensivas a desarrollar confianza con los demás. Promover la participación, la comunicación abierta y clara, aprender a escuchar con empatía, saber cómo desarrollar actitudes y comportamientos para el éxito común y compartido, mejorar la autodisciplina para implantar sistemas de exigibilidad con los demás y desarrollar relaciones de cooperación alrededor de proyectos comunes.

 

Valores: aprender los elementos claves que integran los procesos de trabajo eficaces, las características de los líderes eficaces, la participación activa de todos, la toma de decisiones y los procesos de solución de problemas en grupo.

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