La historia oculta y turbulenta de Alejandro Radetic, el hombre de las «picadas»

Fue adoptado, heredó una fortuna y se mudó de Barracas a Nordelta. Su hermano murió, y él estuvo en coma tras ser baleado en un asalto.

Como la mayoría de los personajes que se construyen a fuerza de las redes sociales, el de Alejandro Radetic, mediatizado por subir un video corriendo una picada en la 9 de Julio, cumple todos los requisitos para ganar seguidores y detractores con extrema rapidez. Fotos posadas, comentarios polémicos y una fuerte dosis de ostentación, son ventanas al mundo de lujo y excesos donde habita este millonario de 36 años.

 

Hijo adoptivo, dueño de una mansión y una legión de autos de alta gama, todos preparados para correr, Radetic es seguido -y admirado- por cientos de chicos que ven en él la conjunción de todo a lo que se puede aspirar. Es que su vida es como un cuento del que todavía no se conoce el final, pero del que comenzó a trascender un inicio con muchos condimentos novelescos.

«Me adoptaron de chico pero me hicieron más feliz que a nadie al no dejarme en un tacho de basura en zona sur y no me ofende que sea así, no me arrepiento de mis raíces porque eso hace que piense día a día en el valor de las personas y las cosas», escribió Alejandro en agosto de 2015 en uno de sus dos perfiles de Facebook, el mismo que utiliza para difundir su actividad como piloto profesional de Top Race Drift, una categoría en la que se hacen pruebas de destreza y derrapes.

 

Por ello es reconocido mundialmente y obtuvo algunos títulos. Es su pasión, una que mantiene desde chico y que actualmente alimenta con un garaje gigantesco y repleto de coches importados y convertidos para las competencias. Incluso, más de una temporada participó de un segmento en el programa «Sigue girando» de TyC Sports, donde subían a distintas modelos y vedettes a un auto de competición para que soporten estoicas trompos y coleadas. Alejandro era el piloto y se mostraba tímido y respetuoso.

Contrariedades si las hay, en su otra cuenta de Facebook, la más personal, es donde abundan las imágenes con chicas semidesnudas, voluntariamente cosificadas, y el arsenal de armas registradas que colecciona en su mansión de Nordelta. Allí vive desde hace poco más de un año, cuando dejó Barracas, el barrio donde creció a la par de la empresa que fundó su padre adoptivo, Baltazar Antonio «Baldo» Radetic, con su socio Alberto Hugo Andrenacci. El emprendimiento terminó por convertirse en un imperio de la construcción siempre ligado a la obra pública desde los años 90.

«Radetic heredó mucho dinero que está radicado y declarado. Además trajo a la Argentina la categoría del Drift y alquila sus autos a otros pilotos que corren en esta disciplina», explica Rodolfo Baqué, el abogado que lo asesora ante la acusación del fiscal Gonzalo Viña, en la causa de las picadas.

Pero esos no son sus únicos lazos filiales. Padre de dos hijos, un varón ya adolescente y una nena de poco más de un año, no convive con ninguno de ellos. Sí lo hizo con una joven de Cañuelas, donde compartieron casa y de la que, según su abogado, conserva la dirección en el documento. Así explican que su licencia de conducir siga radicada en este distrito.

En su derrotero de tragedias, Alejandro estuvo al borde la muerte por una situación de inseguridad. «En el 2001 me disparan para robarme dejándome en coma en terapia intensiva, en un estado vegetativo y la pérdida de algunos órganos me condena a ser un discapacitado de por vida», cuenta en la red social este incipiente cantante de reggaeton, que en su corta carrera artística ya llegó a grabar un clip con Charlotte Caniggia. «Le sacaron un riñón», detalla Baqué.

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