Disidencias sobre el ambiente en la Argentina : ¿Para cuándo el diálogo y la negociación?

La finalidad, forma y consecuencias del manejo que hacemos del ambiente en el cual vivimos es un tema que de manera creciente despierta desacuerdos, polémicas y conflictos dentro de nuestra sociedad, en los cuales intervienen diferentes actores: las empresas, el ambientalismo, el Estado, el sector científico, los medios de comunicación  y de modo creciente los movimientos sociales. ¿Existe una solución o es el conflicto permanente una situación sin salida?

 

Para llegar a una respuesta vale la pena hacer una breve historia contextuada de esos desacuerdos.

 

A partir de la década de los ´80 la globalización de las economías latinoamericanas y el impacto de las teorías neoliberales que abrían la explotación de los recursos naturales a las “reglas del mercado” significaron una mayor presencia del capital extranjero y una pérdida o debilitamiento del control de los Estados sobre sus recursos y, al mismo tiempo, un fuerte impacto ambiental en dichas actividades, notable sobre todo en los casos de la minería, la pesca y la deforestación para la expansión de las actividades agropecuarias.

 

Con el nuevo siglo la situación comienza a cambiar, básicamente por tres factores:

  • la reaparición en varios países de la idea de la reapropiación de sus recursos naturales;
  • el crecimiento sostenido de las ONG ambientalistas
  • y la aparición en la escena de los actores locales, hasta el momento no incluido en las negociaciones y ausente en la distribución de beneficios.

 

La Argentina posee al respecto de estas tendencias algunas características especiales: la baja relación territorio/población y la concentración geográfica de esta última hicieron que, ante la relativamente poca difusión de las problemáticas ambientales, haya un muy escaso interés de la población por el tema de la explotación de sus recursos naturales o del impacto que esta podría tener.

 

Esto dio como resultado que entre la sociedad y el ambiente se desarrollen una serie de mediaciones que hacen aflorar los problemas esporádicamente y en relación a temas puntuales: Argentina enfrenta varios problemas ambientales de distinta escala e intensidad, tales como la deforestación, la contaminación hídrica, la erosión, la pesca indiscriminada, el sobrepastoreo, el impacto minero y las inundaciones urbanas. Sin embargo, esto no ha sido suficiente como para generar una reacción generalizada por parte de la sociedad que pudiéramos denominar como una verdadera preocupación ambiental.

 

Esta separación entre la sociedad y la cuestión ambiental ha determinado también una brecha con respecto a los derechos ambientales de la población y el funcionamiento de una justicia que los ampare. Y el resultado es  que la conciencia de los problemas ambientales tiende a generarse primero a nivel local y ante la falta de un marco regulatorio general, efectivo y confiable sobre el proceso de diálogo y negociación, los temas terminan resolviéndose directamente por la vía del conflicto, cuyo resultado generalmente es de “suma cero”, donde una de las partes obtiene todo y la otra nada. Mientras, la discusión sobre el fondo de la cuestión, esto es, cómo y que deberíamos hacer con el ambiente y sobre todo con los recursos naturales, nunca tiene lugar.

 

En los últimos años hay un creciente número de casos donde diferentes sectores de la sociedad se amalgaman para reivindicar derechos de neta raíz ambiental, en la búsqueda de una “justicia ambiental” que va más allá de lo legal y se constituye en un aprendizaje social de sus derechos y la forma de sostenerlos.

 

¿Se puede pasar de una situación de suma cero a otra de “todos ganan”? A poco de analizar esos conflictos se puede constatar que lo que está faltando es la creación de un campo de interrelación y negociación. Claro que sería necesario que cada uno de los actores se mostrara dispuesto a participar en ese proceso, cosa difícil en un campo donde las relaciones están signadas por la mutua desconfianza y la absoluta certeza de la posición de cada uno.

 

¿Eso significa que las disidencias ambientales solo pueden solucionarse mediante el conflicto? Hasta ahora parecería que es así, y el resultado es, según quien lo mire, una oportunidad desaprovechada, una victoria o una derrota. El diálogo y la negociación no aparece, hasta ahora, como caminos posibles. Tal vez sería el momento de practicarlos.

 

 

(*)Profesor de Geografía

Investigador del CONICET

Autor del Libro Ambiente y Sociedad

Miembro de la Fundación Ambiente y Desarrollo (AyD)

 

Sitio: http://web.ambienteydesarrollo.org.ar/

Contacto: [email protected]

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