La huella digital gana terreno y reemplaza a las contraseñas de letras y números

 

Celulares, autos, cajeros automáticos y tarjetas de crédito incorporan una tecnología que termina con las claves.

Por más trucos nemotécnicos que se pongan en práctica, a la larga, el olvido termina por vencer a la memoria y esa perfecta combinación de números y letras que funcionaba sin fisuras, comienza a mostrar el surco cada vez que uno intenta recordarla. Ante el retroceso de las claves escritas, los sensores biométricos comienzan a avanzar en el terreno criptográfico. Basta con apoyar el dedo para desbloquear la pantalla del móvil, activar el encendido del auto, extraer plata del cajero y realizar pagos con la tarjeta de crédito.

 

La tecnología que reconoce las huellas dactilares se convirtió en un elemento de seguridad muy presente en los teléfonos celulares de gama alta y media. En su lista de Predicciones TMT, la firma Deloitte indica que la base activa de dispositivos móviles equipados con estos lectores ronda los 1.000 millones. Y añade que cada sensor activo se utiliza una media de 30 veces al día y más de 10.000 millones de veces al año.

 

El nivel de seguridad actual de los dispositivos biométricos es razonablemente alto para la mayor parte de los usos cotidianos y ofrece un nivel de comodidad superior al de otros métodos de identificación como la contraseña, el PIN o los patrones. Sin embargo, la seguridad no es absolutamente infalible.

 

“La ventaja de la huella es que es algo personal que uno siempre lleva encima y no se lo va a olvidar. Y si bien el lector biométrico puede tener vulnerabilidades, es un método muy seguro, comparable a una contraseña alfanumérica de 15 caracteres. También es cierto que por comodidad y simplicidad, este método está destinado a reemplazar a las claves escritas”, apunta Camilo Gutierrez, Jefe del Laboratorio de Investigación de Eset Latinoamérica.

 

Y si bien a la autenticación dactilar se la aprovechó para desbloquear aparatos electrónicos o puertas residenciales, ahora también es adoptada por la industria automotriz. De acuerdo con un informe de Frost & Sullivan Intelligent Mobility Team, para el año 2025, uno de cada tres vehículos contará en su interior con sensores biométricos como parte de los elementos de seguridad.

 

Varios fabricantes comenzaron a incorporar características de seguridad biométrica en sus vehículos, como Audi en su Q8 Concept, presentado en el Auto Show de Detroit 2017. A su vez, varios proveedores de autopartes como Bosch, Continental o Panasonic estudian algunas soluciones para que la biometría le ofrezca diferentes alternativas al conductor.

 

La idea es que además de la huella, puedan reconocer iris, voz y gestos, que servirían en un inicio como una capa extra de seguridad al identificar al conductor autorizado del vehículo y validar su identidad. En plan de servicio, la huella estará asociada a una cuenta en la nube del vehículo para almacenar diferentes perfiles, por lo que la información se podrá ajustar según la persona que vaya al volante. Esto incluye desde la posición de los espejos, la inclinación del asiento y la lista de diales almacenados en favoritos. Además, constituye un modo bastante seguro de evitar robos y se podrá actualizar en todo momento.

 

Para extraer efectivo de un cajero automático ya no hará falta tener la tarjeta encima, ya que la empresa Red Link tiene en pleno desarrollo la identificación a través de huellas dactilares, una solución que posiblemente comience a funcionar este año. Así, al apoyar el dedo sobre el escáner y ser reconocido, el usuario deberá ingresar la clave de cuatro dígitos para operar con la máquina. El único trámite para aplicar esta opción es registrar una o más yemas en el banco de origen.

 

El sensor que llevarán los cajeros de Red Link ya fue presentado este año en la feria de tecnología Mobile World Congress 2017 de Barcelona. En aquella ocasión, firmó un acuerdo con Xelios, empresa española de biometría, para la provisión del hardware. Con esta medida se podrán beneficiar casi 25 millones de clientes, indicaron de la firma.

 

La respuesta de las tarjetas de crédito es apostar por la sencillez. Mastercard lanzó su primer plástico biométrico que tiene la capacidad de leer huellas digitales. “El titular de la tarjeta la inscribe en su entidad financiera. Al hacerlo, sus huellas se convierten en una plantilla digital codificada que se almacena en el plástico. Al momento de comprar, el usuario introduce la tarjeta en la terminal de la tienda mientras coloca el dedo sobre el sensor integrado. Si los datos biométricos concuerdan, queda aprobada la transacción sin que la tarjeta salga de la mano del propietario. Además, el comercio no requiere ninguna modificación o actualización de hardware”, explica Patricio Hernandez, security solutions de Mastercard.

 

El titular podrá registrar hasta dos huellas propias asociadas a la tarjeta, sustituyendo el uso del PIN numérico, lo que aporta un nivel extra de seguridad. Desde principio de año se puso a prueba en Sudáfrica pero se prevé que en los próximos meses pueda comenzar a operar en otros países.

 

Diferentes especialistas alertaron que es posible engañar a los sensores con un duplicado de la huella original. Por eso, la industria relacionada con el pago móvil quiere alternativas. Así, están los sistemas que añaden otros factores de identificación como la textura de la piel, los patrones de bifurcaciones de los vasos sanguíneos, hasta los latidos del corazón o la coincidencia del ADN.

 

Incluso, se está barajando la posibilidad de aprovechar los sensores de movimiento o el propio GPS para registrar los hábitos del portador. Desde la manera en la que interactúa con su móvil al escribir, las oscilaciones de la muñeca o la presión que ejerce sobre la pantalla, todo se puede registrar. El problema es que como tiene una baja tasa de precisión, que no logra superar el 90%, deberá combinarse con otro método.

 

 

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