Llamado a la sociedad a reconstruir sus vínculos con la naturaleza

Desde el espacio ambiental Encuentro Verde para la Argentina (*), integrado por profesionales de diferentes puntos del país,  reflexionan sobre la necesidad de la humanidad de avanzar “hacia esa sociedad sostenible y solidaria; para desarrollar un nuevo modelo energético; para establecer un nuevo marco de protección social y ambiental; para perseguir una mejora en la calidad de vida de la gente, para terminar con el hambre y la injusticia social, y para restaurar la integridad y salud de los ecosistemas que sostienen a la humanidad. El lugar es aquí. El momento es ahora. Y no hay más tiempo que perder”, advierten.

  

El llamado fue en el marco de la celebración por el “Día de la Madre Tierra”, el 22 de abril, donde las y los integrantes de Encuentro Verde por Argentina emitieron un mensaje dirigido a la sociedad y también un llamado a la dirigencia política del país para que sitúe en el centro de las políticas públicas a la justicia ecosocial y al pueblo en su conjunto. Pero, también hacemos un llamado a la sociedad: para que tome conciencia de la importancia crucial de reconstruir sus vínculos internos y sus vínculos con la naturaleza.

 

Por primera vez en la historia de la humanidad, se ha presentado una amenaza real cuyas consecuencias pueden ser fatales. Esa amenaza se cierne sobre todos los habitantes del planeta en la forma de una crisis ecosocial, surgida a partir del desacople entre los sistemas humanos y los sistemas de la Tierra. La crisis que el ser humano ha ocasionado como fruto de la codicia, la imprevisión, la irresponsabilidad, la omnipotencia tecnocrática y la hegemónica cultura patriarcal, nos condujo al descuido, la mala administración y el deterioro profundo de la naturaleza, incluyendo en ésta a los sistemas productivos que permiten la supervivencia de las sociedades humanas.

 

Se trata de un choque monumental contra los límites naturales, manifestándose como una triple crisis: climática, ecosistémica y energética. Esto, sumado a un imparable proceso de concentración de la riqueza y una salvaje escalada militarista impulsada por los “señores de la guerra”, ha configurado un escenario de deterioro ecosocial sin precedentes. La humanidad entera está amenazada y las poblaciones con menores ingresos son las más vulnerables a los desastres naturales que se multiplican día a día.

 

La crisis ecosocial y la creciente inequidad exacerban y generan todo tipo de tensiones: inseguridad social, alimentaria y de salud, fragilidad económica, desplazamientos humanos y conflictos por el acceso a los recursos naturales. Ignorar o minimizar el factor ecológico no hará más que agravar la ya muy grave situación actual.

 

El cenit petrolero es un término que hace referencia al punto en el que la producción mundial de crudo se detiene y declina. La inminente cercanía de ese punto, en conjunto con la lucha contra el cambio climático y el avance de la conciencia ambiental nos han ubicado ante una etapa de transición energética en la que los combustibles fósiles y la energía nuclear deberán dejar paso a las energías renovables. Pero se trata de una transición mucho más amplia: el fin de una sociedad adicta a los combustibles fósiles, basada en los excesos, y el comienzo de una sociedad sostenible, fundamentada en el concepto de suficiencia.

 

La humanidad está en una encrucijada. La transición energética está fuera de toda duda; la pregunta es, entonces, ¿cómo ocurrirá? Hay dos caminos posibles. El primero es llevarla a cabo controladamente y con planificación. El segundo camino es seguir esta misma espiral de derroche irresponsable hasta tocar fondo y estrellarse contra la realidad.

 

¿Cómo evitar que la transición energética llegue forzadamente por circunstancias fuera de nuestra capacidad de dar respuesta y bajo el control de los responsables de la crisis? ¿Tiene lógica seguir haciendo inversiones millonarias en obras de infraestructura carbodependientes? ¿Será hora de darle lugar a diversos modelos de agricultura natural que permitan reemplazar a una agroindustria petróleo-dependiente agonizante y que además de ser contaminante es absolutamente ineficiente para dar solución al problema del hambre? ¿Qué pasará con  residuos peligrosos y tan duraderos como los de la energía nuclear? ¿Se está invirtiendo lo suficiente en investigación y desarrollo de energías renovables? ¿Se está informando y educando a la población sobre la necesidad de hacer cambios profundos en el modo de usar la energía, los recursos y en los hábitos de consumo? ¿Será esta la oportunidad de acabar con este modelo consumista, basado en el beneficio monetario a corto plazo, en el consumo desmedido y en la valoración mercantil de todas las cosas, que lleva al agotamiento de los recursos, la degradación irreversible de los ecosistemas y a la alienación de las personas? ¿Nos estamos preparando adecuadamente para la supervivencia en este nuevo e incierto escenario? Estas son las preguntas de cuya respuesta depende el que logremos atravesar esta transición por el primero de los caminos.

 

Debate social

 

Resulta urgente abrir el debate social sobre estos temas fundamentales del cambio climático, como la única manera de enfrentar el colosal cambio socio-ambiental que se avecina. Por esto y por todo lo anterior, en este día de la Tierra, invitamos a la sociedad y a sus dirigentes a reflexionar sobre lo siguiente:

 

  • Que la Tierra es finita y ya no podemos concebirla como una fuente ilimitada de recursos físicos y naturales únicamente considerados en función del beneficio económico que pueden aportar. Tampoco es un ilimitado sumidero de los subproductos de la producción y del consumo, particularmente, el de la minoría de la humanidad, aquella que produce la mayor parte de la contaminación, la degradación ecosférica y la injusticia social y económica.
  • Que existen límites naturales, dados por el operar de las leyes ecológicas, tanto para el aprovechamiento de recursos como para la asimilación de los desechos.
  • Que existen límites éticos para concebir y tratar a la vida humana y no humana y a la naturaleza que nos la da.
  • Que el progreso humano no puede ser entendido como la superación constante de los límites naturales, sino como la capacidad de adaptación a aquellos límites que no deben ser rebasados.
  • Que existen condiciones objetivas que demuestran que el crecimiento económico, tal como lo hemos conocido, ha terminado. Y que es imperativo que tomemos conciencia de ello.
  • Que existe evidencia científica y socioeconómica de que una sociedad basada en el crecimiento económico ilimitado es, lisa y llanamente, inviable.

Los límites de la naturaleza, aquellos cuya existencia hemos olvidado, y las consecuencias trágicas de los excesos conducen a la necesidad de una revisión fundamental de nuestras creencias, valores y conductas y, en consecuencia, de la estructura misma de la sociedad. Un cambio de sociedad – nos guste o no – es inminente e inevitable. Y si no nos preparamos adecuadamente para llevarlo adelante, ocurrirá igual, pero de manera dolorosa y brutal.

Frente a estas circunstancias, urge impulsar un profundo viraje económico, político y cultural en el seno de nuestra sociedad. Las políticas públicas deben ser reorientadas para dar respuesta a las preguntas fundamentales que plantea esta transición. Debemos comprender cabalmente que estos cambios son indispensables para preservar la vida y el bienestar; para evolucionar hacia otras formas de producir, trabajar, consumir, alimentarnos y desplazarnos. Evolucionar hacia otras formas de vivir.

 

Dado que ninguna amenaza es ni ha sido jamás comparable a la que está ahora ante nuestro horizonte, debemos situarla en el centro de la acción política y social. Es imperativo que dediquemos nuestros esfuerzos en reemplazar este modelo de desarrollo insostenible por uno basado en la sostenibilidad y la solidaridad. Y esta es una tarea tanto de la sociedad argentina como del gobierno, de la oposición y de las dirigencias sociales y sindicales. La crisis ecosocial nos interpela y exige que nos unamos en una causa común.

 

Ante tan desafiante reto, surgen muchas dudas y conflictos sobre cómo superarlo. Una cosa es segura: que necesitamos cambiar de raíz nuestra forma de vida y los valores que nos guían. Pero, como se plantea en el “Manifiesto Última Llamada”, hay dos poderosos obstáculos que salen al paso: la inercia del modo de vida y los intereses de los grupos privilegiados. Ellos son los que hasta el presente han logrado impedir que maduren las condiciones para producir ese cambio que necesitamos. Son quienes se ben

efician de esta sociedad productivista y consumista y se oponen al paso de una sociedad sostenible y solidaria.

 

Conscientes de esta crisis, de su urgencia, de las oportunidades que tenemos delante y de los beneficios de la sostenibilidad, las y los integrantes de Encuentro Verde por Argentina, en el “Día Internacional de la Madre Tierra”, hacemos este llamado a la sociedad entera: para encaminarnos – con decisión – en la actual etapa de transición, hacia esa sociedad sostenible y solidaria; para desarrollar un nuevo modelo energético; para establecer un nuevo marco de protección social y ambiental; para perseguir una mejora en la calidad de vida de la gente y para terminar con el hambre y la injusticia social, y para restaurar la integridad y salud de los ecosistemas que sostienen a la humanidad. El lugar es aquí. El momento es ahora. Y no hay más tiempo que perder.

 

(*) EVA, Organismo no gubernamental, con sede en Buenos Aires

Facebook / Encuentro Verde

LA REGION

NACIONALES

INTERNACIONALES

ULTIMAS NOTICIAS

Newsletter

Columnas