Recorriendo la fascinante y moderna ciudad de Berlín

Conocer Berlín es como comer un erizo de mar, como me decía el prestigioso chef chileno Coco Pacheco: “hay que darle una segunda oportunidad al erizo”. Lo mismo pienso de Berlín.

Mi primera visita fue en octubre del año 2015, tardes oscuras y lluviosas me conectaron con una ciudad que sobrevivió al trauma de la Guerra Fría. Pero esta segunda vez, con días cálidos y de sol, fue una invitación a recorrer sus calles para conectarme con su cultura, arquitectura y la alegría de su gente.

 

Mi paseo arrancó en la zona conocida como “La Isla de los Museos”.  Este complejo denominado también “Acrópolis Prusiana”, bordea el río Spree y está considerado Patrimonio de la Humanidad. Aquí se puede visitar el “Altes Museum” (viejo museo) completado en 1876, que alberga el arte alemán del siglo XIX, y el “Neues Museum” (nuevo museo), construido en el siglo XIX, siendo el atractivo principal el Antiguo Egipto. Si se posee tiempo y ganas, se puede visitar también el “Pergamon Museum”,  el cual fue construido entre 1909 y 1930 para acoger el reconstruido altar del siglo II a.C de la ciudad griega de Pérgamo (Asia menor en la actual Turquía) entre otras obras. Muy cerca de este último se encuentra el “Bode Museum”, es un fabuloso edificio neobarroco de 1904 que alberga distintas colecciones. Cerca de este complejo, y completando la visita, se puede conocer la Catedral de Berlín (en alemán, Berliner Dom), que había sido un templo protestante durante mucho tiempo, y en el año 1930 la Santa Sede estableció su diócesis católica en este edificio. Esta catedral es el sitio de residencia del obispo metropolitano de Berlín.

 

Luego de este recorrido se puede seguir caminando por el costado del afluente del río Spree, hasta llegar al monumento más emblemático de la ciudad, “La Puerta de Brandemburgo” que marcaba la divisoria entre el oeste y el este en la época de la Guerra Fría. Famoso símbolo de la división de Alemania y, principalmente, de su capital. Pero por suerte desde 1990 se pudo revertir este concepto, ya que fue el escenario de las celebraciones de la reunificación del país.

 

Este monumento fue completado en el año 1791, y fue inspirado en los Propileos de la Acrópolis de Atenas. Delimita entre el Parque de la antigua reserva de caza de Tiergarten, al oeste y el epicentro de la historia, al este.

Pasando la puerta, y hacia la izquierda, se puede visitar el monumento a los judíos asesinados en Europa, una plataforma de hormigón transitable de casi 19.000 m² diseñado por el arquitecto neoyorquino Peter Eisenman, quien colocó 2711 losas de hormigón de distintas alturas (las llamadas estelas) en una rejilla cuadriculada. Esta obra es un memorial en Berlín.

 

Luego, caminando dos cuadras, y pasando nuevamente por el frente de “La Puerta de Brandemburgo”, se encuentra el monumental edificio El Reichstag, sede del Bundestag -el parlamento alemán-. Este edificio tiene su historia plasmada en él. Fue completado en el año 1894, supervisado por el Káiser Guillermo II, quien no era muy defensor de la democracia parlamentaria, y quien además tildó al edificio de “la cumbre del mal” y “la casa de los monos”.

 

Pero el Reichstag, en algún aspecto se vengó proclamando en el año 1918, desde este edificio, el final de la dinastía Hohenzollern y el comienzo de la República Alemana. Luego de sufrir un importante incendio, este edificio fue restaurado, y en abril del año 1945 el Ejército Rojo entró en Berlín, y este lugar sirvió de fortaleza, utilizando sus muros como defensa. El 2 de mayo la historia había cambiado, el edificio se había destruido, y en sus techos se hizo la bandera con la hoz y el martillo, fotografía representativa de la segunda guerra mundial. Hoy restaurado, este edificio tiene muchas visitas diarias.

 

Se recomienda ir temprano o bien pedir un turno sin costo el día previo.

Mi visita estaba programada para las 18:15 horas -quería ver el atardecer desde la cúpula-.  El recorrido fue mágico, un ascensor me llevó hasta la cúpula, y luego caminando en círculo dentro de esta esfera de cristal, y a través de un auto guía, pude observar la maravillosa ciudad de Berlín en 360º.

Después de mi paseo era el momento de una cena, y que mejor que seguir caminando por el costado del afluente de agua, hasta llegar nuevamente a la zona “Isla de los Museos”.

 

 

Aquí la noche se convierte en un escenario muy distinto, con luces y mesas en las veredas, se puede disfrutar de un vino blanco Riesling y comer algún plato típico como el Eisbein: codillo de cerdo en salmuera acompañado con puré de guisantes y sauerkraut (col agria), mientras se contempla a los transeúntes, y a los barcos turísticos, una postal que te entretiene.

 

El segundo día me había dispuesto a conocer la otra cara de Berlín, el famoso símbolo de la Guerra Fría “El Muro”, que dividió durante años a la Berlín occidental de la parte este de la ciudad. Este muro originalmente tenía 166km de longitud y fue derribado en el año 1989. Los artistas del Oeste encontraron como motivación las paredes de cemento para expresar su arte. En el presente solo queda en pié una longitud de casi un kilómetro, y es conocida como la “East Side Gallery”. En el año 1989 fue decorado por artistas de todo el mundo.

 

 

 

Después de visitar esta zona, quería vivir más de cerca la historia, y me trasladé hasta “El Museo del Muro del Checkpoint Charlie”,  es un museo dedicado al Muro de Berlín, a la Guerra Fría y al más célebre de los pasos fronterizos del Berlín dividido. Fundado en 1962 directamente junto al legendario paso fronterizo Checkpoint Charlie, foco de la Guerra Fría, allí donde comenzó la división de mundos y también donde terminó.

 

El mundo está tan bien construido que contra cada injusticia existen contrafuerzas más poderosas que la dominan. …En toda injusticia perdura la justicia, en toda mentira la verdad, en toda oscuridad la luz” – palabras de Mahatma Gandhi.

 

Una vez finalizado mi recorrido, me dispuse a caminar por la zona hasta llegar a un bar exclusivamente de absentas que me habían recomendado “Absinth Depot” en la calle Weinmeisterstrasse 4.

Una alucinación para una sommelier como yo, que busca conectarse con las bebidas y la historia de las mismas.

La absenta (Absinthe o ajenjo), apodada la Fée Verte “’El hada verde” o también apodada el “Diablo Verde”, es una bebida alcohólica de ligero sabor anisado, con un fondo amargo de tintes complejos debido a la contribución de las hierbas que contiene, principalmente Artemisia absinthium.

 

 

Comenzó siendo un elixir en Suiza, pero fue en Francia donde se hizo popular debido a la asociación entre los artistas y escritores como Ernest Hemingway que nombró a esta bebida en sus obras, y solía beberla en el famoso Cafe Les Deux Magots sobre el boulevard Saint-Germain-des-Prés.

 

Era muy popular en París a finales del siglo XIX hasta que se prohibió su producción en 1915. Durante la belle époque, el nombre que se convirtió en sinónimo de la bebida. Para disfrutar de esta bebida se suele agregar agua fría,  que la transforma en una esencia lechosa (louche), desprendiendo un mundo de aromas y sabores en el paladar.

 

Luego, continuando con mi caminata, seguí hasta llegar a “Herman”, un bar especializado en cervezas de Bélgica. Tiene una carta extensa y con una minuciosa selección de cervezas llevada a cabo por su propietario Bart Neirynck.  Después de comentarle que me encantan las IPA (India Pale Ale), él me sugirió beber la Zinne Beer una cerveza de Bruselas, que resultó simplemente maravillosa. Este bar se encuentra en la calle Schönhauser Allee 173, en el distrito de Prenzlauer Berg, y vale la pena conocerlo.

 

Después de una cerveza, era el momento de disfrutar de otro plato típico de Berlín que no se puede dejar de comer. Currywurst: salchicha troceada con salsa de curry por encima, suele acompañarse con patatas fritas.

Luego de esta cena me dispuse a seguir mi paseo hasta llegar a la “Torre de Televisión”, un emblemático edificio que se luce en el medio de la ciudad. Esta rodeado de bares, una zona ideal para beber la última copa antes de partir.

Berlín es una ciudad que nunca duerme, y una vez que le das una segunda oportunidad no podes dejar de visitarla!

 

 

 

Lic. Karla Johan (*)

(*) Sommelier

www.karlajohan.com.ar/blog

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