Neuquén: Cómo funciona la única cárcel del país exclusiva para violadores

La violación y el femicidio de Micaela García, a manos de un violador reincidente como Sebastián Wagner, puso en el centro de la escena un debate controvertido: ¿un condenado por violación puede recuperarse y reinsertarse a la sociedad?

En la Prisión Regional del Sur-Unidad N°9 del Servicio Penitenciario Federal (SPF), de Senillosa, Neuquén, aseguran que sí pero con una «terapia de shock» diaria, hasta el último día de la vida de un condenado, para evitar todo tipo de recaídas en conductas abusivas. No es la palabra de cualquiera: se trata de la única cárcel del país exclusiva para violadores.

El Programa de Ofensores Sexuales (POF), aprobado por el Servicio Penitenciario Federal, arranca a las 7 de la mañana cuando, en la sala de control, el oficial de mando toca las perillas verdes y se abren las puertas de las celdas de los 125 presos que habitan el penal. Allí, van a una sala común y desayunan hasta las 8.30, cuando comienzan los talleres.

Las actividades con las que cuentan son muy variadas: hacen herrería, carpintería y hasta una huerta. «Es muy importante que trabajen, que alcancen una rutina de mucha disciplina y esfuerzo», explicó a Telenoche Ariel Cuenca, el director de la cárcel.

El sistema penitenciario que Cuenca dirige tiene 510 condenados pero a la cárcel de Senillosa sólo van 125 que fueron seleccionados con un criterio particular: «Tienen buena conducta, ellos quieren participar de este programa, hay una intención de ellos por reinsertarse en la sociedad».

Lo que no deja de asombrar al oficial es que a su despacho le llegan condenados cada vez a una edad más temprana. «Ahora nuestro promedio de edad es de entre 25 y 30 años», contó.

Cuenca asegura que, lejos de lo que muchos creen, «hay mucha gente que se recupera, pero tienen que pelear todos los días de su vida y contar con contención diaria».

Este no fue el caso de Wagner, el hombre que ya tenía dos condenas por abusos sexual y gozaba de libertad condicional después de cumplir la mitad de su condena, cuando fue liberado por el juez Carlos Rossi.

Wagner contaba con plena libertad, sin ningún tipo de supervisión y control de los actos: terminó secuestrando, violando y asesinando a Micaela García. «Acá lo que se busca es modificar conductas y que se encuentren con valores, son esos valores los que van a hacer el cambio en su vida», explicó Cuenca.

El día de los reclusos continúa a las 18, cuando comienza la parte educativa. En el único penal para violadores del país brindan educación primaria, secundaria y, para aquellos que ya tengan completos esos estudios, hay talleres profesionales que ofrecen salida laboral. Estudiar es un requisito excluyente.

Además, hay espacios de recreación con muchísimo contacto con el arte: se dan talleres de guitarra, teatro, canto y tango. Ninguna de las actividades es negociable: para participar del programa, hay que hacer todo o volver a un programa común.

Los otros dos aspectos fundamentales son la familia y la terapia: todos los días hay espacios con piscólogos y terapistas ocupacionales, para que los internos puedan trabajar sobre su propia patología.

Las visitas de mujeres, padres y hermanos se da una vez al mes. Son una parte fundamental en todo el proceso de reinserción. Cuenca sostuvo que si bien en el penal «se hace el trabajo más duro, de shock, la recuperación sigue en sus casas, en la vida diaria».

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