La Argentina necesita de cristianos que celebren personalmente la Pascua

 

La Argentina necesita de cristianos que celebren personalmente la Pascua nos decía allá lejos y hace tiempo Monseñor Hesayne, obispo emérito de Viedma, Provincia de Rio Negro. Quien agregó que la Semana Santa no consiste en rememorar dolorosos hechos con un final de crucifixión, ni en ser meros espectadores de ceremonias religiosas, ni menos aún en aprovechar para vacacionar. Es una época para “sacudir la modorra espiritual” y pasar de una Fe convertida en “un simple resplandor en la oscuridad” a una “Fe madura y operante”.

Está por llegar la Semana Santa, buenos momentos para “parar la pelota”, observar detallada y detenidamente a nuestros prójimos y los no tanto meditando la misión de cada uno con los dones y talentos que poseemos. Días para rememorar la valorable vida de esfuerzo demostrada en estos 120 años de la inmigración. Y las 9 décadas junto a la comunidad de la Escuela Agrotécnica Gentilini a través de gestiones como la del ex alumno Padre Ramón Yañuk, sacerdote salesiano quien permaneció con la bandera por 20 años en tres gestiones siendo sub director y jefe de enseñanza agrotécnica.

Notas atrás, en “El amor es el sostén de la humanidad”, definí al amor como una luz que ilumina al mundo, luz generada por el amor de Dios que en Pascua entrega la vida de su hijo para la salvación de todos. Amor que obra en cada uno de nosotros convirtiéndonos en protagonistas de un presente que definirá un futuro.

No se enciende una lámpara para meterla debajo de un cajón, sino que se la pone sobre el candelero para que ilumine a todos”, Mateo5,14.

Monseñor Hesayne, es una de la “tres lámparas” que resplandecían en difíciles épocas de la patria junto al Verbita Mons. Novak y al Salesiano Mons. De Nevares. En una de sus tantas homilías, indicó:”Ser fieles discípulos de Jesús buscando salir de la decadencia y deshonestidad social en que hemos caído en la Argentina”.

Decadencia de valores humanos hoy globalizada e interrelacionada con una indiferencia que “anestesia frente al sufrimiento ajeno”, según señala Francisco. Decadencia que potencia el descarte social y los atentados a la dignidad humana e inhibe a cargar la propia cruz en el Vía Crucis de Jesús.

Es archicomún relacionar Semana Santa con Pascua; no así la Cuaresma con Pascua, a pesar que Cuaresma es una época de reconciliación y contrición que se refleja en el ayuno (similar a otras religiones), de recapacitación hacia dónde vamos en un ámbito de misericordia y perdón(…así como nosotros perdonamos….).

Francisco siendo Bergoglio, ya nos reiteraba que “el verdadero poder está en el servicio”; hoy como Francisco nos insta a “ayunar atentos al prójimo y compartiendo acorde a sus necesidades”.

Un país cuyos ciudadanos no registran lo sucedido a sus antepasados, no sólo magro futuro le restará, sino un crítico presente deberá afrontar. Así es como Francisco nos recuerda aprovechar la memoria de nuestros mayores y con gestos de “plato caliente” ser protagonistas pero bien lejos de los “reality show” que demasiado proliferan.

Debemos estar atentos a los “falsos profetas” como decía Juan Pablo II que “apagan la luz de la Fe, de la esperanza y el amor”.

Poseemos escudos para enfrentar lo antedicho con la oración y prestando atención a nuestras culturas, tradiciones orales de los mayores, cultivándolas y resembrando las mismas. Junto al caminar en compañía de nuestros “pastores con olor a oveja” según Francisco.

Ser ex alumno, pertenecer a la familia salesiana, es un compromiso de servicio de la sociedad codo a codo con las ex alumnas manteniéndolo a pesar de coyunturales cargos públicos. Es ser motor generador de tendencias ajenas a ideologías globalizantes.  Es llevar en sus recuerdos lo vivido en claustros y aprendido por las conductas de sus dedicados religiosos tales como lo describiera el sacerdote Capitano al Salesiano Monseñor De Nevares:”sacerdote con olor a rancho de paisano postergado”. Es ser “buenos cristianos y honrados ciudadanos” (Don Bosco), para llegar a ser buenos ciudadanos en el cielo.

Gracias Francisco en su quinto año por ayudar a las sociedades a una apertura del corazón con un amor operante y solidario.  Rezamos por Ud.

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