En la cárcel de Loreto la Comunidad Terapéutica se propone alejar a los internos de los vicios y los malos hábitos

 

Desde hace poco más de dos años funciona en la cárcel de Loreto el programa denominado “Comunidad Terapéutica”, cuyo objetivo es brindar contención a los internos que deseen recuperarse de adicciones.

El ministro de gobierno de la provincia, Marcelo Pérez, aprovechó la oportunidad de estar en esa unidad carcelaria para tomar contacto con el programa. La intención fue la de comprobar personalmente el funcionamiento del mismo y estar con los internos que se encuentran en tratamiento, y también escuchar a los profesionales que allí trabajan.

“Es una experiencia muy enriquecedora, muy humana, muy cercana. Son historias fuertes, de gente que toma conciencia que está pagando sus culpas y que aspira a tener, el día que salga, una vida de oportunidades”, dijo Pérez en diálogo con Misiones Online, y agregó que “ese es el compromiso del Servicio Penitenciario Provincial (SPP): brindarle a aquel que está privado de su libertad herramientas para poder encontrar una vida de oportunidades en una sociedad que los espera mejor”

El equipo profesional

Carlos Portugal, operador socio terapeuta, contó que esta idea surgió hace tres o cuatro años atrás por iniciativa de la fiscal Liliana Picazo, que armó un equipo para ir a una comunidad terapéutica en la cárcel de La Plata, donde ya funcionaba una comunidad terapéutica. Posteriormente Picazo los invitó para hacer una capacitación acá, y como Portugal ya trabajaba en el penal de La Plata, cuando vino le pidieron que colabore con lo que aquí todavía era un proyecto. Luego se aprobó y surgió la comunidad terapéutica para los detenidos de Loreto, que inicialmente era solo para condenados. Ahora, la idea es que esté destinado a todo aquel que tenga intenciones de modificar su vida.

Carolina Cortés, psicóloga, relató que empezó a trabajar desde que se inició la comunidad terapéutica. La función que cumple es, para los internos que están en etapa de admisión, hacerles un tratamiento para la deshabituación de conductas carcelarias y la desintoxicación, para generar conductas saludables, como habilidades sociales y la recuperación de valores.

Para los internos que están en fase uno se hace el tratamiento psicoterapéutico propiamente dicho, donde se trabaja la restructuración de la personalidad, que a lo largo del tiempo los internos fueron perdiendo.

“Tengo experiencia trabajando en esta área, desde el tratamiento psicoterapéutico grupal. Es una experiencia muy enriquecedora porque no solamente puedo aplicar todo lo que aprendí sino que también puedo aprender de ellos; es como un aprendizaje mutuo, porque me hacen hacer parte de su historia personal y yo puedo ayudarlos con mi experiencia laboral”, describió

Carolina Noguera, psicopedagoga, dijo que lo primero, lo fundamental que tiene que tener un interno para formar parte del programa es la voluntad. La persona tiene que ser consciente que tiene un problema y que quiere cambiarlo y que tiene la voluntad para esforzarse en el tratamiento. Ese es el primer requisito, lo demás es administrativo”, contó.

Entre los objetivos que tiene la comunidad, el principal, es que, una vez que el interno egresa sea consciente de las elecciones que realiza, que pueda hacer un proyecto de vida, pero que sea responsable para poder hacer elecciones que le lleven a un bienestar y que le permitan alejarse lo más posible del sistema penal.

A la pregunta de si el programa cumple con su cometido, la psicopedagoga contestó segura: “funciona”. Hemos tenido un número reducido de la población y el 100 % ha tenido resultado favorable”

Alejandro Méndez cumple una condena por homicidio. Le dieron 13 años en marzo de 2011. Hace un año y tres meses está en el programa de la Comunidad Terapéutica. “Estoy acá para cambiar mi vida, para volver a sentirme como me sentía antes de caer preso”, apuntó.

Empezó a trabajar a los 8 años y dice que cuando cayó preso fue perdiendo muchas cosas, pero que desde que ingresó al programa se dio cuenta que cada ser humano tiene voluntad para comenzar de vuelta. “En esta comunidad me enseñaron de vuelta el valor de la paciencia. He aprendido muchas cosas: a tener respeto por los demás, el amor a mí mismo… cosas que había perdido por el vicio”, valoró.

Alejandro cumple condena por haber matado a otra persona. “Estoy acá por haberle sacado la vida de un ser humano, pero no fue mi intención. Pude hablar con Dios para entender por qué hice eso, y él me lo hizo entender. Llegué a tener un vacío que no podía entender por qué me había pasado eso”, afirmó; y también asegura que ahora es otra persona: “no pienso más como antes. Nunca fui una persona mala, solo que los vicios me llevaron por mal camino”

 

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