Los padres del nene mutilado revelaron detalles turbulentos del entierro de su hijo

Eusebio y Daisi contaron como murió el pequeño y las anormalidades que observaron durante el entierro.
 El descubrimiento del cadáver de un nene de 2 años a la vera de la ruta 11 causó estupor y sembró diversas hipótesis entre los investigadores. Días atrás, en la costa atlántica, la noticia de un niño de un año y medio que murió «atragantado» por una bombucha invadió los medios. Sin embargo, se trataba del mismo niño y ahora, con el sepulturero y el dueño de la funeraria detenidos, Eusebio y Daisi, padres del menor, dieron detalles sobre las irregularidades en el entierro.

Matías se ahogó en la zona de El Boquerón, donde vivía esta familia de nacionalidad boliviana. En un principio, al ver que el menor hacía arcadas los trasladaron de urgencia al Hospital Materno Infantil, donde falleció, citaron los medios locales en ese entonces.

Eusebio y Daisi contaron que el día del funeral de su hijo tuvieron que ayudar a hacer más profundo el pozo en el cementerio porque el cajón no entraba.  «Un sobrino mío que fue al entierro agarró una pala para cavar más porque el cajón sobresalía de la tierra», detalló a Télam el padre, quien dijo estar destrozado.

«Le pedimos a la gente del lugar que cavara más, porque el pozo era corto y poco profundo. Nos dijeron que caváramos nosotros, pero no pensamos nada extraño, la verdad. No imaginamos nada raro», contó Daisi.

Matías fue enterrado el 13 de marzo en el cementerio de la localidad de Comandante Nicanor Otamendi, a 38 kilómetros de Miramar. Pero tras realizarse una exhumación el miércoles en el cementerio se demostró que el féretro del niño había sido violentado, que su tapa estaba partida y que dentro del cajón sólo había algunas prendas de ropa que sus padres habían puesto junto al cuerpo.

El martes por la noche a Daisi y Eusebio, recibieron la noticia de boca del fiscal. La pareja se encontraba en la quinta donde ambos viven en el barrio El Boquerón, cerca de Batán. Allí trabajan desde hace más de diez años como recolectores frutihortícola.

 

«No podíamos creer lo que decía la fiscal. Es algo ilógico, quién va a hacer algo así, si mi hijo era un ángel. Nosotros lo velamos y le dimos cristiana sepultura», dijo la madre.

 

El velatorio del niño se realizó «a cajón abierto» durante el sábado y domingo posteriores a la muerte. Participaron en él cerca de cien integrantes de la comunidad boliviana del lugar, y familiares que llegaron desde Tarija, de donde ellos son oriundos, según relató la madre.

«Dejamos unas plantas que regamos, y unas flores con forma de corazón que todavía estaban cuando fuimos a la exhumación. Ahora sé que mi hijito ya no estaba ahí», se lamentó la mujer, dado que la investigación indica que el cuerpo habría sido sustraído la misma noche del funeral.

 

En la visita que realizaron al cementerio la familia no vió «nada raro, y sólo faltaban las coronas que se dejaron en el entierro, pero dijeron que las quitan por cuestión de limpieza».

«Ahora viene lo más duro, que es volver a enterrarlo. Y además ahora sé que mi hijo está todo lastimado. Cualquiera puede imaginar cómo nos sentimos: destrozados», relató la mujer.

 

Si bien se saben los causales de muerte del pequeño, se realizarán nuevas pericias sobre el cadáver en el marco de la investigación que se abre por el robo del cuerpo y la profanación de la tumba. Debido a ello, no se sabe cuándo podrán entregar el cuerpo de Matías a su familia para un nuevo funeral.

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