Procesaron a la madre que toleraba el abuso sexual de su pareja a sus hijas: «Más que tocarte no va a hacer, no te va a violar».

Cuando una de las niñas le contó lo que estaba ocurriendo, la madre le respondió -según consta en el expediente-: «Más que tocarte no va a hacer, no te va a violar».

La Cámara del Crimen confirmó el procesamiento por «corrupción agravada» de una mujer que toleró, consintió y justificó los abusos sexuales que su pareja cometía con sus propias hijas, menores de edad.

Cuando una de las niñas le contó lo que estaba ocurriendo, la madre le respondió -según consta en el expediente-: «Más que tocarte no va a hacer, no te va a violar».

La Sala Sexta del tribunal ratificó el procesamiento de la madre de las víctimas como «partícipe necesaria del delito de corrupción agravada por tratarse de una persona conviviente y menor de 13 años».

Los hechos se remontan a 2009, cuando una de las hermanas se fue de la casa familiar, en el barrio porteño de Mataderos, «a raíz de los abusos y maltrato de la pareja de su madre», pero su hermana menor quedó viviendo en el lugar y también ella denunció haber padecido los abusos.

«La primera de las nombradas llegó a considerar como naturales y la restante refirió tolerar por el bienestar de la familia, que en gran medida dependía» del acusado de los abusos, explica el fallo.

Pese a haber presenciado algunas de las situaciones denunciadas, la madre justificaba el accionar de su pareja y descalificaba los relatos de sus propias hijas, que atribuía al «rechazo de las menores a la rigidez y excesiva severidad con la que el hombre las educaba».

Incluso declaró que «las conductas que habría presenciado pudieron haber sido en realidad una férrea actitud disciplinaria por parte del padrastro, sin ninguna relevancia ni carácter abusivo».

Sin embargo, los jueces Marcelo Lucini y Rodolfo Pociello Argerich replicaron que «el vínculo que la une con las damnificadas la colocaba en una posición de garante respecto de su cuidado, más aún cuando éstas eran menores de edad y estaban a cargo exclusivamente de ella y su pareja».

La conducta de la madre «no fue sólo la de mantener silencio sobre la conducta reprochable en su pareja, sino por el contrario la de justificar su producción, permitiendo incluso su reiteración (…) Debía contener y resguardar, pero en cambio brindaba la complicidad para que sucediera lo denunciado». (DyN)

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