El vendedor de turrones cordobés y destacado alumno podrá viajar a la India

De vender turrones en una esquina, a ganar una beca para estudiar en la India. “Con esfuerzo se puede. Si yo lo pude lograr, cómo no van a poder otros chicos”. Lo cuenta con humildad y con la voz suave Leandro Bustos, cordobés de 17 años, acaba de logar lo que parece un sueño: cursar un Bachillerato Internacional (IB) en un colegio de la United World Colleges (UWC), un instituto preuniversitario reconocido por prestigiosas universidades en el mundo.

Luego de una intensa campaña en los medios de comunicación y en las redes sociales, la provincia de Córdoba comunicó que costeará los pasajes de Leandro.

Luego de conocer la historia, «el gobernador Juan Schiaretti decidió que el gobierno de Córdoba cubrirá los gastos de pasajes, pasaportes y visas necesarias para que Leandro pueda viajar», señaló Paulo Cassinerio, presidente de la Agencia Córdoba Joven.

Autoridades de la Agencia se reunirán mañana con Bustos y con la directora para articular lo necesario a fin de cubrir los gastos «de manera inmediata», según indicaron desde Prensa de Gobierno.

La historia de Leandro

Parece un guión de película: vive con su papá -jubilado- y tres de sus ocho hermanos. Y cuando las tareas escolares se lo permiten, colabora con la economía familiar vendiendo productos de limpieza con su padre en el sur de la ciudad. Y los fines de semana turrones en una de las esquinas más transitadas de la capital cordobesa.

“Es difícil”, responde ante la pregunta de cómo hace para poder estudiar, hacer la tarea, tener uno de los promedios más altos del colegio y además trabajar para poder ayudar. “Vendo 3 turrones por 10 pesos. La mitad de lo que junto se lo doy a mi papá para que pueda pagar las cuentas”, explica. “Lo que me queda a mi lo uso cuando tengo que comprarme útiles o para pagarme la cuota social de Belgrano. El problema es que ahora ya no hay más capacidad en la tribuna y la platea me sale muy cara”.

El año pasado, Leandro -que también va a teatro- se enteró de la beca gracias a una compañera que lo incentivó para que se anotara. Primero había que completar una ficha y luego esperar el llamado, que dos meses más tarde llegó: “Me dijeron que tenía que hacer tres exámenes. Pero fueron de lo más extraño, si bien había problemas relacionados con Matemáticas o preguntas de cultura general, consultaban por ejemplo ‘cómo se acomoda una cama’. Había muchas preguntas de ese estilo porque lo que querían averiguar en realidad es cómo sos y cuáles son tus intenciones”, revela.

Fueron tres largos meses, hasta que en Agosto llegó otro llamado para ir a un campamento en Mendoza con el resto de los preseleccionados. Fue la primera y única vez que Leandro salió de Córdoba: “Para mi eso ya era increíble. Ahí estuvimos tres días donde hicimos diferentes actividades y al final nos entrevistaron personalmente a cada uno. Querían saber qué pensamos de la vida o cómo resolvería problemas que afectan a la sociedad”, cuenta y de vuelta la promesa de un llamado que llegaría más adelante, pero con la confirmación del sueño: “Estás seleccionado”.

 

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