Escalofriante historia de la niña que se convirtió en asesina serial

A finales de los años 60 se conoció la escalofriante historia de Mary Bell, una historia de muerte, violencia e incomprensión, que persigue a sus víctimas hasta el día de hoy; una historia que en el Reino Unido nadie puede olvidar.

En mayo de 1968, justo un día antes de que Mary cumpliese 11 años, la niña estranguló a un pequeño de cuatro años llamado Martin Brown en una casa abandonada, meses después, acabó con la vida de Brian Howe, que tenía tres años. Pero, ¿qué podía llevar a una niña de apenas 11 años a cometer semejantes delitos?.

Betty, la madre de Mary, era prostituta y dejaba a la niña a su suerte mientras se iba a trabajar, a la ciudad escocesa de Glasgow, donde permanecía durante semanas; y entonces Mary se quedaba sola en la casa.

El resto de su familia confirmó, en investigaciones posteriores, que sospechaban que Betty había intentado acabar con la vida de su hija en numerosas ocasiones. Decían que la niña se caía de muros accidentalmente, o se atragantaba con pastillas siendo solo un bebé.

Cuando Mary cometió su primer crimen dejó una nota para la policía, confesando el hecho de que habían matado a Martin “Yo he matado y voy a volver a hacerlo”, decía el mensaje. Sin embargo, la policía pensó que se trataba de una broma y no le dieron mayor importancia.

El 31 de julio de 1968, la niña volvió a atacar. En esta ocasión, secuestró y asesinó a un niño de tres años, Brian Howe. El asesinato fue esta vez mucho más cruento: estranguló al pequeño, pero también dedicó tiempo a mutilarlo con unas tijeras, dejándole además una marca.

Mary fue condenada por dos delitos de homicidio involuntario, a pesar de la dureza de los crímenes, debido a su corta edad y a la evaluación psiquiátrica a la que fue sometida, en la que los especialistas confirmaron que la niña mostraba los signos típicos de una psicopatía.

Desde que fue puesta en libertad en 1980, ha continuado su vida utilizando numerosos pseudónimos, en un intento de hacer una vida normal. En 1998, decidió colaborar con la escritora Gitta Sereny en un libro de tintes autobiográficos, en el que detalla el abuso que sufrió a manos de su madre y los clientes de ella.

Mary fue capaz de vivir en el anonimato hasta entonces, utilizando diversos pseudónimos y cambiando de dirección en cuanto alguien la identificaba, momento en que la prensa descubrió su paradero y comenzaron a acosarla. Mary, que ahora era madre, su hija nació en 1984, y no sabía nada del pasado de su madre hasta que se destapó de nuevo el escándalo en 1998, se enfrentó a ellos por la vía judicial y exigió que se le concediese el derecho a vivir una vida anónima. La medida se conoce como el “decreto Mary Bell”.

En una entrevista, June Richardson, madre de Brian Howe, declaró: “Todo el mundo habla sobre ella, y ella mantiene que debe de ser protegida. Como víctimas, no tenemos el mismo derecho que los asesinos”.

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