Inés Serrano tenía muerte cerebral desde el viernes. Él fue detenido el lunes.
La historia
Inés Angélica Serrano, de 54 años, y su hermano Roberto, de 58 años, habían comprado juntos un terreno ya hace tiempo en villa Rebeca.
Ella construyó una casa en la parte de adelante. Allí vivía con su pareja, con quien no tenían hijos. Él hizo su vivienda en la parte posterior del lote y hasta lo que se supo ayer, allí vivía solo.
Los vecinos cuentan que entre ellos había peleas, aunque nada que llamara la atención.
A veces escuchábamos gritos o discusiones subidas de tono, pero nunca más allá de eso. Nunca pensamos que algo así podía suceder entre ellos, dijo una persona que vive cerca, sobre la calle La Engañera.
El viernes, alrededor de las 14, Adrián Rivero, concubino de Inés Angélica, regresó a su casa luego de realizar trámites en el centro de la ciudad. El hombre es comerciante y su mujer estaba dedicada a la casa.
En la vivienda, ella tenía una habitación que utilizaba para sus actividades; una especie de taller donde tenía una máquina de coser y otros objetos. Era su espacio personal.
El hombre entró en la casa y la llamó. No obtuvo respuesta inmediata, como sucedía habitualmente. Le llamó la atención el silencio. Fue casi directo al cuarto que ella utilizaba y allí la encontró. Yacía en el piso, en medio de un charco de sangre y con evidentes golpes en la cabeza. Al acercarse vio que tenía leves signos de vida, aunque permanecía inconsciente.