El ‘boom’ de la lencería sostenible

Buscan materiales ‘verdes’, producción ética y diseños que respeten el cuerpo de la mujer. Las grandes marcas siguen el éxito de la ropa interior ecoconsciente.

Entre las marcas que producen ropa interior orgánica o sostenible hay una constante, las historias personales. Laura Schoorl y Rachel Corry crearon Pansy cuando «conducían y se pusieron a hablar de su lencería soñada»; Garbiñe Tolosa fundó su marca de «mimos sostenibles», Maripuri Tijeritas, buscando ropa hecha sin pesticidas cuando tuvo su primer hijo; Lis Harvey empezó Nico Underwear al ver que no encontraba ropa interior «estilosa, cómoda, ética y minimalista» a partes iguales.

Estas marcas, y otras como Reset Priority, Under the Root, Brook There o Luva Huva, transmiten una idea: ir más allá de vender braguitas eco. Hablan de feminismo, de ser respetuosas con el cuerpo de la mujer, y casi todas intentan que el proceso de producción case con su ética. Suma de valores a la que ya se define como ecoconsciente.

El término «lencería sostenible» sigue siendo difuso. Se refiere a las prendas confeccionadas con algodón orgánico, con tejidos de algas, fibras de bambú o Modal, que se consigue a partir de la pulpa de los restos de madera. Y que, en muchos casos, no se tiñen o lo hacen con tintes ecológicos. No son materiales fáciles de conseguir, sobre todo para marcas pequeñas, como explica Tolosa, que ha ido cambiando de proveedores en Holanda, Alemania o Bélgica. Ana Alemany y Clara Ropero, fundadoras de The Nude Label, siguen usando algodón ordinario porque aún no han dado con uno orgánico «que no haga bolas», pero trabajan la producción local.

Los beneficios para el medioambiente parecen claros (se generan menos residuos, sobre todo siguiendo protocolos de confección ética), lo que no está del todo probado es que estas prendas «sin pesticidas» ni «químicos desagradables», como suelen etiquetarse, sean más saludables de por sí o necesarias para todo el mundo. La dermatóloga Paloma Conejero asegura que muchos profesionales sí recomiendan usar ropa interior de algodón en detrimento de las fibras sintéticas «sobre todo para personas con tendencia a la candidiasis o a las micosis» y que «es más fácil que cualquier toxina penetre en una piel que no transpira o que está húmeda» por lo que habría que buscar prendas con buena ventilación. Pero para hablar de tejidos que no generen alergias, habría que eliminar también tintes y elementos como los corchetes de níquel.

Hasta ahora, y a excepción de Stella McCartney –la única firma de lencería de lujo con credenciales sostenibles–, se trataba de marcas pequeñas, incluso por vocación, cuyos clientes están preparados para aceptar sacrificios que incluyen esperas de hasta un mes para recibir un sujetador –porque su producción no les permite aún tener stock– y, sobre todo, pagar más. Pero la tendencia está alcanzando a las grandes corporaciones. En Oysho introdujeron el algodón orgánico (que compran en China, India y Turquía) en su línea Maternity hace un año, y lo han extendido a otras prendas que, de momento, cuestan lo mismo que las de algodón ordinario, ya que el tamaño de la empresa les permite asumir la diferencia. Para 2020, la marca lencera de Inditex se ha marcado el compromiso de que todo su algodón sea más sostenible, «y eso no significa solo orgánico; existen alternativas muy interesantes como el Better Cotton Initiative (BCI) o el reciclado», aseguran. Lo importante, coinciden todos, es leer la letra pequeña antes de comprar y hacerlo con todas las consecuencias.

(El País, España)

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