Talar los bosques nativos con manejo selectivo ayuda a los árboles restantes a absorber más CO2

Los árboles de los bosques del norte en la Amazonia recuperan la capacidad de absorber el dióxido de carbono (CO 2) de la atmósfera más rápidamente después de la tala, revela un nuevo estudio publicado en la revista eLife que evaluó la dinámica de absorción de CO2 en parcelas forestales del bosque amazónico después de ser sometidos a la tala selectiva, práctica en que sólo se recolectan los árboles más valiosos y grandes.

 

La selva amazónica retiene hasta 30% del total de CO2 almacenado por los bosques del mundo, pero todos los años la tala selectiva contribuye a liberar gran parte del carbono almacenado, favoreciendo el calentamiento global. Esas emisiones, sin embargo, se anulan a mediano plazo gracias a la dinámica de los propios bosques, una vez que los árboles remanentes —que no fueron talados— y jóvenes —que se regeneran naturalmente después de la tala— asimilan el carbono atmosférico nuevamente.

 

Usando modelos computacionales, los investigadores evaluaron el potencial de almacenamiento de CO2 de los árboles en 133 parcelas esparcidas en 13 regiones del bosque amazónico que habían sido taladas.

 

Así verificaron que los árboles de los bosques norteños recuperan su capacidad de almacenar CO2 más velozmente después de la tala, y que lo hacen aun más rápido que los bosques en las partes más secas al sur.

 

Según los autores, eso se debe a que los árboles de los bosques norteños crecen más rápido porque tienen suelos más ricos y tienen un ambiente más húmedo que los árboles del sur.

 

“Los datos sugieren que las regiones forestales del bosque amazónico no tienen el mismo potencial de acumulación de CO2 después de la tala”, dice Camila Piponito, investigadora de la Unidad de Investigación Ecológica de los Bosques Guyaneses, en Kourou, Guayana Francesa, y una de las autoras del estudio.

 

Según ella, algunas regiones de los bosques talados pueden recuperar más carbono que otras, sobre todo debido a la actividad de los árboles que sobrevivieron a la tala.“Los árboles remanentes crecen más rápido después de la tala porque hay menos competencia por luz, agua y nutrientes, una vez que muchos de sus árboles vecinos fueron cosechados o muertos”, explica.

 

Para el biólogo William Laurance, de la Universidad James Cook, Australia, e investigador asociado del Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales de Panamá, los resultados presentados en el estudio tienen implicaciones prácticas importantes para el mejoramiento del manejo de la tala.

 

“La tala selectiva de bajo impacto es fundamental para limitar el daño a los grandes árboles no cosechados, porque son críticos para la recuperación del bosque”, dice.

 

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