Argentinos fueron secuestrados y desvalijados en Brasil

Se trata de una pareja de salteños que vivieron un verdadero calvario en Meia Praia, Itapema, donde habían alquilado un departamento. Los ladrones se llevaron desde el Toyota Corolla hasta las alianzas. Debió actuar el Consulado argentino para que pudieran regresar al país.

Cándido Iradis y Silvia Aguilera vivieron un verdadero calvario en su estadía en Meia Praia, Itapema, en Brasil, luego de que un grupo comando de seis personas los secuestraran y los desvalijaran. El «vía crucis» duró casi dos horas y media, donde los delincuentes los amenazaron con matarlos y le pusieron las armas que empuñaban en la cabeza.

La odisea comenzó a la madrugad cuando luego de cenar con dos matrimonios amigos, la pareja decidió volver al departamento que habían alquilado en Meia Praia. Tomaron la avenida principal y se dirigieron hacia condominio. «Habíamos hecho unas tres cuadras cuando miro por el espejo retrovisor y observo que atrás mío venía un auto blanco, no llegué a divisar si trataba de un Volskwagen Fox o un Fiat Idea, que me seguía. Ese mismo automóvil ya lo había observado días anteriores cerca del departamento que alquilaba. Pensé entonces que se trataba de vecinos que vivían en la misma cuadra. Cuando llegamos al edificio abrimos con el control remoto la puerta del garaje, ingresé y estacioné en mi lugar. Ellos ingresaron atrás mío y estacionaron. Hasta ahí no había nada raro. Cuando estaba por bajarme del auto, veo tres tipos que me apuntan con un arma. Primero me encañonaron en el estómago, después en la cabeza», le relató Cándido a El Tribuno.

«Ahí se suben al auto, nos llevan a mí, a mi mujer y a mi comadre a la parte de atrás, todos amontonados, pero siempre con uno de ellos con el arma apuntando a mi cabeza. Me pidieron que les enseñe a manejar mi auto (Toyota Corolla automático). Salimos del lugar y nos pedían dólares. Yo no tenía. Les dije que no era un hombre de dinero, que en el bolsillo tenía unos reales, nada más. Ahí me exigieron que les de mi tarjeta de débito y de crédito. Les aclaré, siempre para que tranquilizaran, que sólo iban a poder sacar 7.500 pesos argentinos porque el cajero no les iba a permitir más. Tomaron los plásticos, se los pasaron a otros tres tipos que estaban en otro auto y nos llevaron a pasear por todo Meia Praia, Itapema, hasta Camboriú (se encuentra a unos 30 kilómetros del lugar). En todo el recorrido nos apuntaron con las armas directamente a la cabeza», continúo el hombre.

Y agregó: «Yo lo único que les suplicaba era que no nos maten. Que se lleven todo. Que se queden tranquilos, esto lo hacía porque durante todo el trayecto estos tres delincuentes se drogaban y tomaban alcohol. Estaban en muy mal estado. Temía que en un ataque de ira nos maten a los tres», comentó el salteño.

Pero la odisea no terminó allí, los secuestradores querían más, entonces, se apoderaron de los celulares, de las alianzas, y de todo lo que había de valor dentro del auto. «En todo momento nos amenazaban que nos iban a matar a los tres, en un momento tomé mi billetera, y les enseñé las fotos de mis dos hijos, uno de 7 y otra de 11 años. Le marqué que debía criarlos. Que yo era el sostén de ellos. Que no nos hagan daño. Que se lleven todo, que nos dejen vivir. Ahí creo que se calmaron, porque nos llevaron hasta un río muy cerca de Camboriú, ingresaron a una calle de tierra y nos bajaron. Debimos caminar 2 kilómetros hasta llegar a la Autopista 101».

Después de llegar a la autopista, Cándido, Adriana y Mariana siguieron hasta encontrar un destacamento de la Policía. «Ahí los nos volvieron a apuntar a la cabeza con las armas. Hasta que les expliqué qué me había sucedido. Nos revisaron enteros y cuando vieron que fuimos víctimas de un robo nos llevaron a hacer la denuncia».

Luego de hacer la denuncia en la Policía, los tres fueron llevados al departamento donde se reencontraron con sus hijos. «Debí acudir al Consulado argentino que se portó muy bien conmigo y mi familia. Gracias a ellos que agilizaron todos los trámites pudimos salir de Brasil, porque los secuestrados se llevaron todo: Documentos, visas y pasaporte de todos».

De acuerdo con El Tribuno, la familia volvió sana y salva a Apolinario Saravia gracias a los amigos que lo ayudaron económicamente y en el transporte hasta la frontera con Misiones. «Ahí me esperaba otro amigo para llevarnos hasta nuestra casa. Recién ahora me está cayendo la ficha de todo lo que nos pasó, y debo agradecer que nos dejaron vivir. Recé mucho a la Virgen y al Señor del Milagro durante esas dos horas y media de calvario que vivimos».

 

LA REGION

NACIONALES

INTERNACIONALES

ULTIMAS NOTICIAS

Newsletter

Columnas