Se reencontró con su mamá después de 63 años gracias a las redes sociales

Paulino se enamoró, tuvo hijos, enviudó y se asentó en La Pampa. Josefina cambió su domicilio y tuvo otros hijos. Pero si algo que perduró en su memoria fue el recuerdo del otro.

La última vez que Paulino Andrada vio a su mamá fue en 1954, cuando tenía 17 años y se vio obligado a irse a trabajar a la provincia de La Pampa. Nunca se imaginó que el encuentro con su madre llegaría 63 años después en forma de una caricia.

“Vivíamos en Pozo del Tala. Éramos tres hermanos, José, Raúl y Rosa. Como yo era el mayor y no alcanzaba el dinero para todos, en la adolescencia me fui a la casa de una familia a Pozo del Carril. Allí trabajaba y volvía de vez en cuando para visitar a la familia”, relató Paulino.

Aunque los dos creían que el otro estaba muerto, se sorprendieron en un emotivo encuentro que ocurrió el martes gracias a las redes sociales. Una amiga de Paulino le preguntó por su familia y al saber de la historia le dijo que lo ayudaría.

“Mamá nunca dejó de mencionarlo, me decía que era el niño más bueno y que me cuidaba. Y es muy loco, porque yo soñaba con que él me tenía en brazos”

Así fue como –cuenta Paulino– su amiga le escribió por Facebook a todos los Andrada. La nota era breve pero clara: pedía compartir el mensaje para encontrar a sus hermanos. Dos días después ocurrió el milagro en el barrio 1º de Mayo, de San Luis. Josefina, mamá de Paulino, tiene 100 años, perdió la vista y no puede caminar, pero cuando tocó el rostro de su hijo, no pudo evitar llorar de la emoción.

En 60 años Paulino se enamoró, se casó, tuvo hijos, enviudó y se asentó en el noreste de La Pampa. Josefina, su mamá, cambió su domicilio y hasta tuvo otros hijos. Si hay algo que perduró durante todos estos años en su memoria fue el recuerdo del otro: ninguno de los dos se olvidó. Ahora Paulino no sólo se reencontró con su mamá, también con sus más de 46 sobrinos.

“Mamá nunca dejó de mencionarlo, me decía que era el niño más bueno y que me cuidaba. Y es muy loco, porque yo soñaba con que él me tenía en brazos”, contó Rosa una de las hermanas. Rosa también contó cómo ocurrió el reencuentro: “Mi cuñada le escribió y le pidió una foto. Cuando me la mostraron me largué a llorar. Es el calco de otro hermano. No lo podía creer, yo que le prendía velas a tres fallecidos, había recuperado a uno”.

“Cuando hablé con él por teléfono, lo primero que hizo fue preguntarme ‘¿Mamita está viva?’, cuando le respondí que sí, escuché su llanto». Así, a las siete de la tarde de un día de enero, Paulino volvió a ver a su mamá. “No puedo explicar lo que sentí cuando la vi, cuando ella reconoció mi voz y me tocó la cara. Lloramos los dos y hablamos de las épocas del tambo. Mi mamá me esperaba, sólo que yo no podía encontrarla”.

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