Fue apuñalada 32 veces por su exnovio y ahora se casará con el bombero que le salvó la vida

Melissa Dohme fue atacada y desfigurada cuando tenía 20. Cuatro años después da charlas en las escuelas contra la violencia de género y prepara su boda.

Melissa Dohme tenía solo veinte años la noche en que pensó que iba a morir. Fue el 24 de enero de 2012, después de que su exnovio de la secundaria la apuñalara más de treinta veces. Ni ella ni quienes la atendieron creyeron que sobreviviría. Pero lo hizo. Y hoy, cuatro años después de esa noche trágica, está a punto de casarse con uno de los bomberos que la rescató.

«Antes del ataque yo era una estudiante universitaria que trabajaba a tiempo completo en la recepción de un hospital local. Mi sueño era convertirme en enfermera», contó a la BBC Melissa, que hoy tiene 24 años y se dedica a dar charlas contra la violencia de género.

Había comenzado a salir en la secundaria con Robert Burton, un chico en apariencia «encantador, divertido y bonachón», pero cuya personalidad comenzó a cambiar cuando la joven comenzó a postular a universidades. «Se puso muy celoso. Me menospreciaba y no quería que tuviera éxito. Mentía y si lo increpaba, explotaba». Pensó en dejarlo, pero Burton la amenazaba con suicidarse si lo hacía.

Un día de octubre de 2011 él pasó de la agresión verbal a la física. La golpeó una noche que estaba muy borracho. Melissa escapó y llamó a la policía, que lo arrestó y condenó a diez horas de cárcel por violencia doméstica. «Durante los siguientes meses, me dejó en paz. Supe a través de las redes sociales que tenía otra novia, así que pensé que me había olvidado».

Pero estaba equivocada. El 24 de enero de 2012 la llamó por teléfono y le dijo que necesitaba verla una vez más, para abrazarla y despedirse. Si aceptaba verlo, la dejaría tranquila para siempre. «No seguí mi intuición, que me decía que algo estaba mal. Ese fue el mayor error que cometí. Tomé mi gas pimienta y mi celular, pensando que con eso podría protegerme si lo necesitaba.»

Apenás Melissa llegó, Burton se le abalanzó con una navaja en la mano. La abrió y comenzó a apuñalarla. Luego agarró un cuchillo más grande y siguió atacándola. Una joven escuchó los gritos de Melissa y llamó a Emergencias.

Burton la dejó tirada en la calle. «Estaba perdiendo el conocimiento cuando un policía me apuntó una linterna a la cara. Sentí un impulso de vida volver a mí y pude decir mi nombre y quién me había atacado. Hablaba de manera muy torpe porque había tenido un accidente cerebrovascular, a causa de la pérdida de sangre».

En el camino al hospital, al que llevaron en helicóptero, la tuvieron que resucitar varias veces. Melissa tenía el cráneo y la mandíbula rotos. Su cabeza y nariz estaban fracturadas. Como el nervio facial había sido cortado, tenía el lado derecho de la cara paralizado. Le faltaban dientes. De las 32 puñaladas, 19 estaban en su cabeza, cuello y cara.

«Me transfundieron 12 unidades de sangre. Fue un milagro sobrevivir. Estuve en terapia intensiva en el hospital durante varios días».

La recuperación fue larga e incluyó varias cirugías reconstructivas. De a poco, las cicatrices fueron desapareciendo. «Creí que estaría sola por el resto de mi vida, que nadie querría salir conmigo portodo el «equipaje» que cargaba».

Algunos meses después conoció al equipo de Emergencias que le salvó la vida. Entre ellos estaba el bombero Cameron, que la invitó a cenar a ella y a su madre en la estación donde trabajaba. Fue una conexión instantánea. Una semana más tarde lo llamó y le dijo que tenía una tarjeta de agradecimiento para el equipo. Esa vez se quedaron charlando seis horas.

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«Sentía que podíamos hablar para siempre y quedó claro que había algo especial entre nosotros. Tuvimos varias citas y compartimos una barbacoa». Mientras Melissa comenzaba una relación que la haría feliz, su ex era condenado a cadena perpetua sin libertad condicional.

Melissa decidió no estudiar enfermería, si no dedicarse a dar charlas en las escuelas para alertar sobre relaciones violentas. Un par de años después del ataque, Cameron le pidió matrimonio. Fue durante un partido de baseball. Él se arrodilló y le entregó una bola en la que había escrito: «¿querés casarte conmigo?».

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«Me quedé sin palabras. Me sentía muy bendecida y como en la luna. Por supuesto que dije que sí».

Le fecha de la boda es el 4 de marzo. Todas las personas que la salvaron -desde el primer oficial de policía hasta el último cirujano- irán a la boda.

«Hoy me siento muy bendecida por estar aquí. Sé que el ataque fue solo un día y nunca definirá quién soy en la vida».

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