El Gobierno busca restringir el ingreso de inmigrantes que tengan antecedentes penales con un decreto o ley o aplicando las actuales normas.
Y citan el inciso C del artículo 29 de la ley 25.871, de Migraciones, que fija como impedimento para el ingreso y permanencia a aquel extranjero que haya sido «condenado» o tenga «antecedentes por tráfico de armas, de personas, de estupefacientes o por lavado de dinero o inversiones en actividades ilícitas» o por «un delito que merezca para la legislación argentina pena privativa de la libertad de tres (3) años o más».
Este último punto, creen en el Gobierno, es la llave para «depurar» el ingreso. El asunto es que, en muchos casos, no se cuenta con la información de los países de origen. «Con algunos, como Colombia, ya empezó a funcionar el intercambio de información migratoria, pero nos falta mucho», confiesan desde Migraciones. La intención es avanzar en más acuerdos de cooperación para reunir esos datos. Y, al mismo tiempo, acelerar los plazos de expulsión de los inmigrantes que delinquen: «Hoy con la industria de la apelación hay casos que tardan hasta ocho años», señalan. El porcentaje de extranjeros que delinquen es bajo: según datos oficiales, apenas el 6 por ciento de la población carcelaria son extranjeros.
Si bien descartó que una posición más rígida pueda impactar en las relaciones exteriores («La Argentina tiene una de las leyes de inmigración mas permisivas del mundo»), Malcorra advirtió: «Al mundo le fue muy mal siendo xenófobo. No llegamos a ningún buen puerto con eso. No es que cualquiera puede entrar, pero tampoco podemos estigmatizar y cerrarnos, porque nuestro país es lo que es por los inmigrantes que vinieron».