Con los tiempos de la Iglesia, hace cuatro meses Francisco ha implementado una mejora en la atención a las necesidades de la humanidad.
Entró en funciones desde el primer día del año, el Dicasterio para el servicio del desarrollo humano integral a cargo del Cardenal Peter Turkson, disolviendo los de justicia y paz, cor unum, atención sanitaria y migrantes e itinerantes; lo cual conforma la plasmación de la encíclica Gaudium et Spes.
La Argentina ha tomado la iniciativa de recibir a los migrantes Sirios.
Misiones, en ocho meses estará haciendo su homenaje por los 120 años de la llegada de sus inmigrantes Ucranios y Polacos.
Turkson, como ex titular de justicia y paz, acompañó y representó a Francisco en todo Congreso relativo a la afectación a la dignidad humana, inclusive en Davos.
En pocos días más, se concretará nuevamente ese particular evento; en un escenario nevado, casi ideal para muchos, donde tras un año aun resuenan los ecos de las palabras de Francisco: «quien ve los ojos de los niños en los campos de refugiados, es capaz de reconocer de inmediato la bancarrota de la humanidad”.
La Evangelium Gaudium 54, nos habla de una cultura del bienestar que nos anestesia como si todo fuera una responsabilidad ajena que no nos incumbe.
“Mientras más vacío está el corazón de la persona, más necesita comprar, poseer y consumir objetos”, (Encíclica Laudato Si, 104)
Francisco con sus últimas alocuciones, hizo hincapié en la austeridad como el mejor antídoto contra la corrupción, la soberbia, el exhibicionismo; pues practicando la misma, es practicar un ejemplo que posee más fuerza que los mails y tweets.
Somos dueños de nuestro futuro, con la educación como principal herramienta, podemos aceptar el desafío de moldearlo.
“La dignidad y la libertad trascienden al miedo y la división”, dijo en Lesbos el patriarca Bartolomé.
Una vida austera y con amor, al servicio de los demás y sociedades inclusivas basadas en el respeto a la dignidad humana son un buen proyecto para este 2017.
Colaboración: Gabriel Alsó
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