Destruye la sociedad de consumo la biodiversidad del planeta

 

Los humanos comenzamos a asumir que somos como un meteorito que va a provocar la nueva megaextinción de especies que vivirá el planeta Tierra. Pero todavía nos falta mucha información sobre el tamaño de ese meteorito que formamos entre todos y el alcance de la devastación que vamos a causar. Por ejemplo, sabemos que la explotación masiva de los recursos naturales es uno de los grandes factores con los que aplastamos la biodiversidad, pero hace falta más datos para conectar ese fenómeno con nuestro desmesurado consumo.

 

Hoy se publica un estudio pionero que muestra la gran responsabilidad del comercio global en la pérdida masiva de especies en todo el planeta, conectando claramente la cesta de la compra de los países más consumidores con las salvajes presiones que arrasan los tesoros naturales. El cafecito que alguien toma en Estados Unidos está conectado con la deforestación de Centroamérica —donde se cultiva ese café— que tiene en la picota al mono araña, el más amenazado del planeta.

«Al menos un tercio de las amenazas a la biodiversidad en todo el mundo están vinculadas a la producción para el comercio internacional», explican los autores de este estudio que aparece en Nature Ecology & Evolution. En este trabajo se localizaron los puntos clave del planeta en los que hay casi 7.000 especies amenazadas y se trazó su conexión con la cadena de consumo de la Unión Europea, EE UU, China y Japón. De este modo, se puede ver fácilmente cómo los animales en peligro de determinados puntos del planeta sufren con la demanda de bienes por parte de los grandes consumidores”, indican en la publicación del medio español El País.

«Lo que este trabajo nos muestra es que los humanos estamos asaltando el planeta», resume David Nogués-Bravo, especialista en macroecología de la Universidad de Copenhague. Nogués-Bravo, que no ha participado en el estudio, asegura que los impactos humanos en la naturaleza se pueden representar como un remolino que engulle la diversidad de formas del planeta. «Este vórtice está constituido por tres nodos: poder, comida y dinero. La capacidad de nuestra especie para succionar energía y recursos en el planeta es casi ilimitada y es lo que está provocando la sexta extinción masiva de la historia del planeta», denuncia este ecólogo.

 


«Al menos un tercio de las amenazas a la biodiversidad en todo el mundo están vinculadas a la producción para el comercio internacional», dicen en el estudio

 

Desde su perspectiva, tanto el enfoque como los resultados son muy pertinentes porque ponen en relación las pérdidas de biodiversidad, principalmente en países en vías de desarrollo en los trópicos, con los flujos de demanda que se originan en los países más ricos e industrializados del planeta.

«El planeta entero se ha convertido en una granja, todo está al servicio de proveer más y más bienes», critica Juan Carlos del Olmo, secretario general en España de la organización conservacionista WWF. «El mayor vector de destrucción de biodiversidad es la producción de alimentos a una escala brutal», señala Del Olmo. Por ejemplo, los autores del estudio señalan su sorpresa al comprobar que el principal foco de amenaza a los tesoros naturales de Brasil no se da en el Amazonas. «A pesar de la gran atención prestada a la selva amazónica, la huella estadounidense en Brasil es mayor en el sur, en la meseta brasileña, donde se practica la agricultura y la ganadería extensivas», resalta el trabajo.

Huella ecológica

«Y la huella ecológica no para de crecer», añade Del Olmo, «pero reducir esa huella no es fácil; no podemos fomentar un consumo responsable si luego vamos a tirar el 25% de lo que se produce». ¿Cómo cambiar la influencia negativa de estos flujos? «Con este enfoque, de la huella de arriba abajo, examinamos todas las especies amenazadas y la actividad económica en conjunto, por lo que puede ser difícil sacar vínculos claros de consumo, comercio e impacto», reconoce a Materia uno de los autores del estudio, Keiichiro Kanemoto, de la Universidad de Shinshu.

«Tenemos que mirar de dónde importamos y dónde están las especies amenazadas. Nuestro mapa puede ayudar a las empresas a hacer una cuidadosa selección de sus insumos y aliviar así los impactos en la biodiversidad«, explica Kanemoto. Según este investigador, si las empresas proporcionan información en sus productos sobre las amenazas a especies en las cadenas de suministro, los consumidores pueden elegir productos favorables a la biodiversidad en su vida diaria.

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