A Isela Costantini no le perdonaron el gradualismo, que en otras áreas el Gobierno lo considera una virtud

En el día de ayer se conoció la renuncia al cargo de CEO de Aerolíneas Argentinas y Austral de Isela Costantini, la primera baja importante del elenco de gobierno de Mauricio Macri.

Hacía menos de 12 meses que Costantini había abandonado su cargo como número 1 de General Motors Argentina (la primera mujer en encabezar una automotriz en el país) para sentarse en una verdadera «silla caliente».

La empresa aérea de bandera cuenta con 12.000 empleados -muchos dicen que la plantilla está sobredimensionada), 7 gremios y una necesidad permanente de subsidios para subsistir que se hacía cada vez más insostenible, sobre todo para una época de «vacas flacas» en las arcas del Estado.

En las últimas horas trascendieron algunos detalles más de la sorpresiva renuncia de esta brillante ejecutiva de 44 años, que será reemplazada por el ex Techint, Marcio Dell’Acqua, hasta ahora al frente de Intercargo, la empresa que brinda servicios de rampa a otras aerolíneas en el país.

La novedad más importante es que Isela Costantini tenía fuertes diferencias con su superior inmediato, el ministro de Transporte, Guillermo Dietrich, con quien mantuvo una reunión decisiva el martes en la cual se barajaron dos opciones.

O Costantini se iba, presentando la renuncia, o se quedaba con un cargo más protocolar, como ser presidenta del directorio. Es decir, ya no manejaría la empresa ni tomaría las decisiones fuertes.

Al otro día Costantini tomó la decisión de no seguir y se la comunicó al Gobierno, quien resolvió rápidamente dar a conocer un comunicado con la salida y simultáneamente el reemplazante. Macri no dijo nada cuando se enteró, ya que si bien aprecia a Costantini, tiene una confianza «ciega» en Dietrich.

Una CEO del gobierno de Macri, defendida por los gremios

Cuando MisionesOnline se contactó ayer con el secretario general de uno de los gremios aeronáuticos más fuertes, consultándolo sobre la salida de Costantini, la respuesta fue contundente: «Una cagada».

Sorprendió a muchos ayer las muestras de solidaridad de los distintos gremios aeronáuticos, quien ven con malos ojos la partida de Costantini.

Isela se granjeó una buena relación con los sindicalistas aeronáuticos (pilotos, técnicos, azafatas, administrativos), que inicialmente la miraban con desconfianza cuando asumió. Pensaban que venía a realizar despidos masivos, recortes, y algunos especulaban que el gobierno de Macri iba a favorecer a LAN Argentina. Otros, incluso, afirmaban que venía a privatizar la empresa.

Un dato: El ex CEO de Lan Argentina es Gustavo Lopetegui, uno de los dos ministros coordinadores de Marcos Peña, el poderoso jefe de Gabinete. El otro es Mario Quintana, el ex dueño de Farmacity (todos compartieron la visión de Dietrich en la renuncia de Isela).

Pero Costantini fue convenciendo de a poco a todos que no venía a llevarse todo por delante y generar despidos masivos, sino a realizar una adminsitración racional de la empresa, a cortar el despilfarro de la adminsitración «camporista» encabezada por Recalde, a encausar una compañía que tenía que empezar a pensar en dejar de vivir de los subsidios del Estado para poder sobrevivir y seguir siendo estatal.

Costantini logró reducir algunos costos, racionalizó los gastos y bajó los subsidios requieridos. Según fuentes de la empresa, el rojo operativo de la compañía bajó de 2 a 1 millón de dólares por día.

Sin embargo en el Gobierno le pedían constantemente más ajustes y una reducción más rápida del déficit. Y que comenzar a librar una batalla que Costantini todavía resistía. La de enfrentar a los gremios para recortarles los convenios colectivos, reubicar personal, de ser necesario despedir y ajustar los gastos en personal. En una aerolínea el combustible es el principal costo, luego vienen los empleados. En Aerolíneas la ecuación es al revés.

Lo que sucedió con Isela fue que el Gobierno de Macri no le perdonó a ella el «gradualismo», el mismo que desde la Casa Rosada y los ministerios se pregona como una «virtud». Aplicado por Costantini se transformó en algo imperdonable, a los ojos de Dietrich, Lopetegui y Quintana.

El recorte drástico sin anestesia que se le pide a Costantini es justamente lo que el Gobierno no se anima a hacer por temor a inmolarse políticamente en otras áreas del Estado, donde pregona el combate al déficit, mientras el rojo fiscal no para de aumentar (amén del endeudamiento).

Otra muestra elocuente de esta necesidad de que Aerolíneas se reconvirtiera tan rápidamente es la entrada de nuevos jugadores al mercado aerocomercial.

«Lo que no hace Isela lo va a terminar haciendo el mercado», repetían en Transporte, mientras propiciaron la llegada de Avianca, una de las dos grandes compañías del continente junto a Latam (la unión de TAM y LAN).

En cinco días habrá una audiencia para decidir el ingreso de cinco nuevas empresas que llegan con la promesa de bajar las tarifas del mercado, mayor competencia, más conexiones. Aerolíneas deberá adaptarse rápido si quiere sobrevivir. Ya no estará Isela y no habrá más tiempo para «gradualismos».

MB

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