Violación y muerte en Garupá: un testigo vio a Irma con «El Porteño» poco antes del salvaje ataque

Alejandro Esteche, de 28 años, es de Buenos Aires y reside hace dos en Garupá. Se dedica a la albañilería y desde este domingo está preso por uno de los casos de violación seguida de muerte más aberrantes ocurridos en Misiones. Es el que tuvo como víctima a Irma Ferreyra Da Rocha (47), a quien golpearon y empalaron en el barrio Villa Bonita (cerca de donde estaba la Garita del Kilómetro Diez), en los primeros minutos del sábado.
El hombre fue seriamente comprometido por dos testigos. Uno lo vio salir con Irma del baile al que había asistido la víctima junto con una amiga. El otro lo habría visto correr del malezal donde abandonaron agonizante a la mujer.
Ayer, una comisión de investigadores judiciales y policiales allanó dos viviendas del barrio Viejo de Garupa. Una es de la hermana de Esteche y la otra de su novia. En esta última, los detectives decomisaron una bermuda blanca y una remera que coincidían con las prendas que vestí a el hombre que se llevó a la mujer de la pista donde había bailado un buen rato.
La clave para que la pesquisa tuviera un significativo avance la dio un prefecturiano, que vive cerca de la calle 246, donde apareció malherida la víctima. El hombre y dos allegadas fueron las primeras en socorrer a Irma. Ellas vieron a la mujer con golpes salvajes en el rostro y una rama incrustada en la vagina.
El prefecturiano contó que vio salir del malezal a un hombre de bermuda blanca. Como notó que algo raro había hecho ese desconocido, salió corriendo tras él, arma reglamentaria en mano. Le dio la voz de alto, pero el extraño se metió en un túnel que pasa por debajo de la ruta 105, en el límite entre Posadas y Garupá y se escabulló. No obstante, el testigo lo vio con total claridad y dio una perfecta descripción.
Con ese relato, los investigadores, encabezados por el juez de Instrucción Siete, Carlos Jorge Giménez, empezaron a recabar testimonios. El magistrado estuvo durante largas horas del domingo escuchando a testigos.
Primero hubo personas que dijeron que la víctima había incriminado a un tal Orlando, de un lavadero. Sin embargo, con el correr del tiempo, esa persona, que había sido arrestada, quedó fuera de sospechas, porque estuvo bebiendo hasta la madrugada del sábado y otra gente lo vio.
Es ahí donde aparece el relato de un sereno, quien contó que Irma había danzado con dos “porteños” en la feria donde se realizaba el baile. Estos porteños eran Esteche y el marido de su hermana.
El cuñado de Esteche pasó de ser sospechoso a testigo clave. Contó que su pariente bailó con la víctima y en determinado momento salió con ella de la pista y del predio. Tras declarar, recuperó la libertad. Su pariente, en tanto, quedó entre rejas.
El albañil había ido con su novia al baile, pero ella se fue antes, porque él estaba muy borracho, según declaró la mujer horas después.
La ropa que llevaba Esteche y sus facciones son coincidentes con las de la persona que huyó tras ser perseguida por el prefecturiano.
Cuando allanaron la casa de la novia del sospechoso, ella entregó a los detectives una muda de ropa que su pareja le había entregado para que lavara. Las prendas (entre ellas la bermuda blanca) ya habían pasado por el lavarropas cuando llegó la comisión policial-judicial. Ahora serán peritadas.
La novia del sospechoso dijo que él llegó a la casa el sábado, vestido de manera diferente, sin el celular, y con la muda de ropa sucia.
El miércoles Esteche será citado a indagatoria. Allí puede dar su versión de los hechos. Luego será sometido a una rueda de reconocimiento. Si el prefecturiano confirma que es quien escapó del malezal donde dejaron casi muerta a Irma, su suerte estará sellada.
En la pesquisa trabajaron de manera coordinada la seccional Quinta, la Dirección Homicidios de la Policía y la Secretaría de Apoyo para las Investigaciones Complejas del Poder Judicial, bajo la supervisión del juez Giménez.

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