Las cigarras atacan de nuevo

Todos conocemos la fábula de la cigarra y la hormiga, en la que la cigarra se dedica a vivir el presente, mientras la hormiga es la trabajadora que planifica el futuro. El gran problema de los populistas es que son como la cigarra: solo piensan en el presente. Nos dicen que hace un año estábamos mejor porque no importaba el mañana. Aumentaron el gasto público a niveles pocas veces vistos solo para aguantar hasta las elecciones. Si ganaban, después verían qué hacer. Como las cigarras, disfrutan del presente y cuando llegue el invierno, verán… El efecto tremendo de estas políticas es que se descuida el porvenir. No les preocupó si íbamos a tener agua, gas o luz porque lo importante era que muchos pagaran menos hoy. Tampoco les importó si las políticas generaban desempleo o mayor concentración de la riqueza. No se preocuparon por ver si quedaban reservas en el Banco Central o si la inflación subía cada vez más. No les preocupó terminar las obras, sino la foto, como con el gasoducto del NEA. O las escuelas prometidas, o las rutas, o tantas otras cosas. Mañana verían qué hacer. Igual que la cigarra de la fábula ¿no?

Esta semana se aprobó un proyecto escrito por las cigarras: cobremos impuestos al ahorro que se planifica para mañana. Los populistas quieren que los intereses obtenidos por caja de ahorro o por plazos fijos paguen impuestos. En un país en el que falta ahorro, no se les ocurre mejor cosa.

Las cigarras no entienden de causas y efectos. Los bancos prestan plata que depositan los ahorristas. Los bancos no prestaron, prestan ni prestarán plata propia. Prestan la plata de otros. Y el problema es que si no hay ahorristas, no puede haber crédito. O será más caro, porque el dinero no alcanza para todos los que lo necesitan. Las cigarras creen en la magia. Creen que el Estado lo puede resolver todo nada más que con escribirlo. El único problema es que la gente no es tonta y busca la forma de defender el fruto de su trabajo. Cada cual lo hace como puede: el que llega a juntar peso sobre peso para comprarse un terreno y construir su casa, lo hace porque no quiere pagar alquiler. Algunos ahorran en materiales para la construcción, porque si guardan la plata en efectivo se la come la inflación. Ahora, los que tienen la posibilidad de ahorrar mucho probablemente no lleven la plata a los bancos, porque pagarán impuestos sobre sus plazos fijos. Para que haya crédito barato, tiene que haber muchos depósitos y menos incentivos a esconder plata en dólares.

Los populistas no entienden cómo funciona la cabeza de las hormigas. Los que creemos que tenemos derecho a planificar nuestro futuro y a poder ahorrar, entendemos que no se puede gravar el ahorro. Es la peor señal que podemos dar. Es como mostrarles a los chicos que estudiar no sirve de nada. O a los trabajadores que la responsabilidad no tiene valor. O a los ladrones que pueden quedar impunes saliendo por una puerta giratoria. El problema no es cada medida que piensan, sino cómo la piensan: todas estas cosas nos han hecho en estos años donde destruyeron la educación, la cultura del trabajo, y la justicia.

Más allá del resultado de una votación, quiero señalar cuál es la raíz del problema: si las cigarras siguen imponiendo su número, será difícil que tengamos jubilaciones dignas, educación de calidad, justicia eficiente y que podamos reencontrar una justicia social basada en la cultura del trabajo.

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