La Piba

La piba es la capitana del equipo argentino juvenil de hockey sobre césped femenino. Casi como que decirle “la piba” es una impertinencia de mi parte, pero alcanza con verla moverse por la cancha para describir esa sensación de libertad tan propia de aquellos que no solo aman lo que hacen, sino que, además, tienen un don muy especial. Y la piba tiene ambos, el amor y el don.

La piba es Lucina von der Heyde, la misionera que la rompe en el hockey, la actividad deportiva más importante entre las mujeres argentinas. “Luchi”, con sus 19 años, es una piba, claro está. Y al mismo tiempo es una jugadora de una madurez abrumadora, que ya pasó por un Juego Olímpico y que fue, junto a Majo Granatto (elegida la mejor jugadora del mundial junior), la líder espiritual de estas Leoncitas que lograron el segundo título mundial en la categoría para el país.

Lucina von der Heyde

Nada es casualidad en la piba. El que la detectó fue Cachito Vigil, que es como decir San Martín o Belgrano en nuestro hockey. Desde jovencita que Luchi reunía condiciones excepcionales, y cuando le llegó el momento de subirse a la ola del deporte de elite, respondió con el empeño de los que quieren ser grandes y llegar lejos. Con solo 19 años, von der Heyde ya es una las deportistas más importantes de la historia de Misiones y pinta para dejar una huella en Las Leonas.

Fue un 2016 con picos emocionales difíciles de manejar para alguien tan joven, pero no para la piba. El año arrancó con su incorporación definitiva al plantel que se preparó para los Juegos Olímpicos de Río y que ganó el Champions Trophy. En los JJOO padeció la enorme tristeza de la derrota contra Holanda en los cuartos de Río, y con Las Leonas por primera vez en cinco juegos abajo del podio. Estuve aquella noche triste y lluviosa en Deodoro, el campo olímpico de hockey. Es difícil describir el orgullo que sentí al escuchar a los que saben sobre este deporte, elogiar como elogiaban a Luchi, la piba. Ella se retiró derrotada del campo y envuelta en lágrimas. Antes había jugado un partido durísimo, bancándose los últimos minutos como líbero en reemplazo de la arquera. Fue la más joven del plantel.

La contracara fue esa foto final del mundial junior, con ella, la CAPITANA de Las Leoncitas, recibiendo la copa y ofrendándola de inmediato a sus compañeras. Porque Luchi, como capitana, fue artífice de un grupo que se preparó para ser campeón del mundo y que, por ejemplo, se borró de las redes sociales durante la competencia. Nada, ni el más mínimo tuit, podía desenfocar al equipo. Y allí están los resultados: 6 triunfos, 23 goles a favor y victorias ante Alemania, Estados Unidos, Australia y Holanda, el hasta ayer nomás bicampeón del mundo. La foto que encabeza esta nota, con ella dando las indicaciones que escuchan atentas sus compañeras, la define.

Entre medio, es jugadora de River Plate, equipo clasificado para la final del torneo Metropolitano. Final que cerrará el año competitivo de nuestra campeona.

Como dijimos, la piba no solo tiene un don para el hockey, también juega con pasión. Por eso, luego de los Juegos y previo al Mundial, se vistió de heroína misionera, como en las fábulas guaraníticas, para liderar el equipo de Misiones en el argentino de mayores. Así de enorme y de humilde es la piba. Dejó todo y se fue con su hermana y sus amigas a defender los colores de la provincia y en procura de una proeza: mantener la categoría. Ella, otra vez como capitana, condujo al equipo hacia el milagro.

Lucina completó una temporada notable. Propia de alguien destinado a quedar en la historia. Para nosotros, los misioneros, será siempre la piba, dueña de la sonrisa y el desparpajo de quien tiene el don de hacernos amar al deporte.

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