El Chango Spasiuk mudó el Litoral a la campiña francesa

por Onelia Cardettini. En el escenario de Le Thor se presenta un hombre que sonríe sin presumir. Habla poco pero dice mucho. Una temprana calvicie se deja entrever, sin vergüenza, en medio de su melena de pelo lacio y rubio. Descubro un flaco, eterno joven con ojos de niño deslumbrado, encaminado hacia una plenitud interior. Se aprecia que conoce los más grandes escenarios de su país aunque en Francia toca para 500 personas a lo más. Canta por adentro, en silencio, con los ojos medio cerrados. Goza de su música intensamente. Está impregnado por ella, sin complacencia, como si tocando el acordeón estuviera alcanzando algo mas grande.

 

En el invierno austral del año del corralito, Olga Zamboni me despidió encargándome de buscar al Chango Spasiuk en París. Me extrañó ese nombre ucraniano, raro -en mi inocencia- para un chamamecero. “Es que viene de Apóstoles”, me dijo Olga a modo de explicación. Acababa en ese momento una larga temporada en Misiones y Corrientes, acompañada por una Olga Zamboni feliz de darme a conocer las maravillas secretas de su región. Desde los Esteros del Iberá al Salto del Moconá, pasamos por Alvear, Santo Tomé, Apóstoles, Oberá, Virasoro y muchos otros pueblos llenos de misterios y de jacarandas en flor. No paramos de hablar de cultura, de Quiroga cómo no, de los paisajes y pájaros, del chamamé de Isaco Abitbol, del compositor de Posadeña linda. Conocí el chamamé bailado en las fiestas familiares. Lejos estaba de sospechar que tardaría 15 años en encontrar por primera vez al Chango Spasiuk, ya no en París sino en la campiña provenzal. Valió la pena esperar.

 

En Europa, el Chango Spasiuk abarca al público ecléctico e ilustrado de la música del mundo, de la  canción social, de los folkloristas modernos que buscan nuevas y sorprendentes sonoridades. En esta gira, presentó sus chamamés clásicos (Tristeza, El camino, Tierra Colorada, La Colonia entre otros), las polkas y chotis de su infancia, Libertango que siempre encanta y algunos de los  nuevos temas que estarán en su próxima actuación. Me cuentan que siempre, en Europa, al inicio del concierto, el público queda deslumbrado: los que nunca lo oyeron antes se quedan atónitos, los demás escuchan con extrema atención.

Las 15 composiciones de su concierto se aprietan sin interrupción durante una hora y media. Las dos primeras interpretaciones dejan el público desconcertado, recogido en el silencio respetuoso que los franceses reservan habitualmente a la música culta.  Pasado el primer impacto de estupor, los que escuchan al Chango por primera vez, y conocen la música clásica, identifican en sus arreglos las raíces centroeuropeas y el barroco guaraní. En la mítica sala Gaveau de París, el grupo L’Arpeggiata de Christina Pluhar ha hecho conocer en 2012 “Los Pájaros Perdidos”, una selección de piezas representativas del barroco suramericano con músicos y cantantes de matiz clásica. ¿Se estará aproximando el Chango a esa ribera? ¿Cual es la búsqueda que lo lleva a formas sonoras más refinadas y sutiles, como Triste Domingo que estrenará esta semana en Buenos Aires?

 

Pareciera que el Chango Spasiuk se nutre de la energía que destapa en el público. Baila sentado al centro del escenario con una manta roja sobre las rodillas, como si quisiera realzar ante todo su acordeón y la hermosura de los acordes que saca de él. Toca concentrado. Solo se distrae si, en el silencio de la sala, se oye una pequeña voz de niño que no supo callar a tiempo. Entonces surge en sus labios una sonrisa feliz. Muy pronto se nota que ejerce sobre el público una atracción carismática, casi mística. A veces tiene cara de éxtasis, entregado al goce de su son. Más allá de las apariencias, me da la impresión que su melancolía está teñida de esperanza. ¿Se puede llamar melancolía a una ansiedad, a una obsesión por alcanzar un inmenso placer compartido, sin miserabilísmo ni autocompasión?

 

Al empezar su tercer tema el acordeón tiene el sonido de un órgano de iglesia en bajo continuo. Sigue un solo de gran virtuosidad. Los cuerpos se tensan hacia el escenario como para compartir un rito ancestral. Luego el trío toca Kilómetro 11. Este público por lo general desconoce a Tránsito Cocomarola,  tampoco sabe que se trata del himno de Corrientes. Pero, a partir de allí, la intensa conmoción inicial deja paso a un alegre alivio. Hay entusiasmo, risas y gritos. La complicidad con sus músicos se traslada e incluye al público.

 

El concierto de Le Thor fue un momento de gran exaltación. Inolvidable es poco decir. Por donde vaya en Europa el Chango levanta un entusiasmo fuera del común. Tuvimos de yapa el inmenso lujo de ver y escuchar muy de cerca a este artista de grandísimo talento, de estar al alcance de todas las expresiones de su cuerpo, de los sentimientos que cruzan su cara, de la fuerza fisica que él y sus músicos manifiestan para sacar de sus instrumentos sonidos armoniosos e improbables. El público, por muy ajeno que sea a la tradición del Litoral, aprecia su sencillez entrañable. Al final los espectadores solo quieren conocerlo más, expresar su admiración, elogiarlo.

 

En esta gira, Chango Spasiuk estuvo en compañía de dos grandes virtuosos: Pablo Farhat, innovador de chacareras y zambas, cuyo violín está enraizado en el repertorio de la música de cámara, y Marcos Villalba ecléctico y diestro en la percusión, el cajón y la guitarra, que apoya al Chango desde tiempo. También fue generosamente invitada a estrenarse con El Boyero la joven cantante francesa Mandy Lerouge, recién conocida en Marsella.

 

En Le Thor el Chango acabó una gira de un mes por 15 escenarios de Gran Bretaña y Francia. El mes anterior estuvo en Barcelona y  en Canadá. Su reputación mundial crece de día en día. El concierto se terminó con el público de pie dando palmas hasta el cansancio.

 

Chango Spasiuk estará en el teatro ND de Buenos Aires el día 9 de diciembre a las 22 horas.

 

Onelia Cardettini es Investigadora, escritora, políglota. Trabajó en Naciones Unidas por muchos años y en diversos países. Viajó y vivió en lugares insólitos. Recorrió Misiones y aportó con sus investigaciones a la biografía de Horacio Quiroga. Es italiana. Actualmente reside en Provenza, sur de Francia y escribe sobre política y cultura.
Desde allí llega su interesante aporte donde analiza y valora la música y la actuación del artista misionero Chango Spasiuk en su gira europea reciente.

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