La historia del hombre que mandó a matar a sus padres, pero sigue en libertad

Javier López fue condenado hace 4 años a la pena máxima y la Suprema Corte aún no decidió respecto a la apelación interpuesta por su abogada para rever el fallo.

Pese a que pasaron 8 años desde el horrendo asesinato de Antonio López (78) y su esposa, Beatriz Ochoa (68), su hijo adoptivo, Javier López Ochoa (42), condenado a perpetua hace 4 años por los dos crímenes, aún sigue en libertad.
Fue él quien contrató a dos sicarios para ultimarlos a puñaladas en su casa de Vistalba, Luján de Cuyo, Mendoza.
El hecho de por qué todavía continúa libre se debe a que aún, y pese al tiempo transcurrido, la Suprema Corte de Justicia de Mendoza no resolvió la apelación interpuesta por su abogada para que se revierta la pena impuesta.
Como López Ochoa llegó a juicio en libertad debido a que se venció la prisión preventiva, esa condición se le mantendrá hasta que los supremos decidan finalmente su situación procesal.
Si bien el caso fue esclarecido en la etapa de instrucción rápidamente, el camino en los tribunales provinciales fue sinuoso. El Teto, uno de los sicarios (tenía 17 años en ese momento), mató a la mujer de 14 puñaladas, fue condenado rápidamente en el fuero de Menores, ya que admitió su culpabilidad.
Otro sicario al penal
En octubre de 2012, Bebe Piñeira y Javier López Ochoa debían sentarse en el banquillo de acusados de la Tercera Cámara del Crimen. Piñeira se fugó y López Ochoa fue condenado a prisión perpetua, aunque continuó libre.
Piñeira fue detenido tiempo después y se realizó el juicio en la misma cámara. Los jueces Diego Lusverti, Gonzalo Guiñazú y Rafael Escot lo condenaron a la máxima pena por el delito de homicidio agravado por promesa remuneratoria, por el concurso de dos o más personas y por la participación de un menor. Actualmente, es el único encarcelado por el doble homicidio.
Sangriento
Toda Mendoza se estremeció ante un doble crimen cometido con tanta alevosía y ensañamiento, ya que ambos cónyuges además de ser maltratados con singular saña recibieron 28 puñaladas el hombre y 14 su esposa.
Llegar al autor material del hecho no fue difícil y la misma noche del asesinato, el fiscal de Delitos Complejos Luis Correa Llano ordenó el arresto de Javier López Ochoa, hijo adoptivo de la pareja –vivía con ellos desde que tenía 6 años–, porque había puntos que no cerraban en su relato. Lo sindicó como ideólogo del asesinato de sus padres y luego lo imputó por el delito de homicidio agravado por el vínculo.
Pero no sólo sobre él cayó la imputación sino también sobre otros dos sujetos que fueron los que él contrató para matarlos, previo asegurarles que les pagaría por el «trabajo» la suma de $10.000.
En noviembre del 2012, y con la instrucción concluida comenzó el debate, que se realizó en la Tercera Cámara del Crimen, integrada por Agustín Chacón, Belén Salido y Gabriela Urciuolo. En un fallo unánime, y tal como lo pidió en su alegato la fiscal Paula Quiroga, le aplicaron la pena de prisión perpetua.
-Recompensa. Los investigadores creen que Javier López Ochoa esperó que se cometieran los brutales asesinatos y luego llevó a los asesinos a sus casas. López les prometió a ambos pagarles una importante suma de dinero–sería unos $10 mil– que finalmente nunca les entregó.
-Espeluznante. Un menor que también participó en el crimen contó en ese entonces que él mismo le dio 14 puñaladas a la mujer, mientras 28 puntazos recibió el anciano, pero a manos del Bebe Piñeira.
-$50 mil. Es lo que habría cobrado el día anterior al doble crimen Antonio López por la venta de una camioneta Toyota Hilux. Hizo la operación en compañía de su hijo. Los investigadores creen que éste fue el móvil del doble asesinato.
Hubo una gran consternación en Vistalba
El matrimonio López- Ochoa era muy conocido en la zona de Vistalba, en Luján, donde residían, y la calle donde estaba su casa lleva el nombre de la víctima, Antonio López Vázquez, quien fuera uno de los fundadores de esa lujosa zona de Luján.
Esa calle, al 3825, donde fue ultimada la pareja, es semiprivada y para acceder a ella en vehículo es necesario que desde el interior del barrio abran el portón eléctrico.
Por eso le resultó extraño al fiscal Luis Correa Llano que con tanta facilidad entraran quienes los mataron sin piedad.
El matrimonio vivía allí rodeado de sus familiares. En la esquina vive la hermana del hombre, a quien le costaba hilvanar palabra alguna cuando Diario UNO la entrevistó al día siguiente del doble crimen. Sólo atinó a decir que «le daban demasiado los gustos –al hijo adoptivo– y nunca trabajó ni estudió. Incluso hacía poco le habían comprado un VW Gol y la relación con ellos últimamente no era la mejor». Concretamente la historia del hijo adoptivo nunca cayó bien en el seno de la familia López, porque siempre les ocasionaba problemas.
Otra familiar de la pareja dijo que Javier le contó que esa noche tocó timbre en su casa y cuando le abrieron la puerta había encontrado el portón abierto y a los ancianos muertos, tendidos sobre la cama en medio de un gran charco de sangre.

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