Comía 20 calorías al día y se preparaba para morir, hasta que algo cambió todo

La muchacha comenzó su pesadilla en el año 2013, luego de la muerte de su mejor amigo.

Una chica británica llamada Jodie-Leigh Neil comenzó a vivir una auténtica pesadilla en 2013, luego de que su mejor amigo muriera tras sufrir un paro cardíaco.

Tras la partida del joven, Jodie comenzó a retraerse en sí misma, dejó de comer y de relacionarse con su familia y amigos, sumiéndose en una profunda depresión que la llevó a sufrir un terrible trastorno alimenticio: anorexia nerviosa.

La muchacha comía sólo unas 20 calorías diarias y estuvo tres años batiéndose entre la vida y la muerte. Fue cuando los especialistas médicos le dijeron que debía recuperarse o moriría. Por tal motivo, la adolescente se enfrentó a su enfermedad y consiguió volver a un peso saludable.

La anorexia nerviosa es un peligroso trastorno de la conducta alimentaria que se caracteriza por una restricción de la ingesta de alimentos, lo que da lugar a una considerable pérdida de peso, originada por la propia paciente. Este trastorno psiquiátrico da lugar a enfermedades graves, causando desnutrición severa e incluso la muerte en los casos más extremos, precisa difundir.org.

La mayoría de las veces los casos se tratan en consultas externas, aunque en casos muy graves como el de Jodie, es necesaria la hospitalización para realimentación o estabilización de las constantes vitales y diversos problemas médicos derivados de la enfermedad, como la desnutrición y la deshidratación.

Jodie, reconoce que recuperarse ha sido su mayor logro. Ahora puedo salir a comer con mi familia, puedo salir con mis amigos, bailar y hacer todas esas cosas que no podía hacer cuando pesaba tan poco”.

Su estricta dieta pasó de 700 calorías por día a tan solo 200, llegando a consumir solo 20 en su peor momento. “Recuerdo que un día mi padre vino a la cocina, me vio pesando 20 gramos de plátano y se puso a llorar, confiesa.

A finales de 2014, su médico le informó que había tocado fondo. Estaba muy enferma, y debía centrarse en recuperarse lo antes posible. Sin embargo, ella hizo caso omiso y siguió con su estricto régimen de ejercicios y su dieta, llegando a levantarse a las 2 de la madrugada cada día para hacer ejercicio. Fue a comienzos de 2015 cuando la ingresaron, pesando tan solo 39 kilos.

“Estaba a punto de morir”, reconoce, “me auto-dañaba de forma severa, no había comido en un mes”. Jodie era supervisada las 24 horas del día, y con una dieta para mejorarse, además de terapia grupal, consiguió salir del hospital a comienzos del verano ese mismo año, pesando 54 kilos.

Sin embargo, sucumbió de nuevo a la enfermedad, y su peso volvió a desplomarse. Esta vez, fue ingresada por otro motivo: su corazón comenzaba a fallar debido a la falta de nutrientes.

“Escondía mi cuerpo, solo me veía como una chica fea y gorda, mi cabeza me decía que no valía para nada y no tenía nada que hacer en la vida. Las cosas se volvieron peor, mentía a todos los que quería… Sinceramente, hasta ese momento mi único interés era morirme”.

Llegó hasta tal punto su desesperación, que llamó a sus padres para despedirse. Quizá fue ese momento lo que hizo que su vida no podía acabar así. “Me dolían los huesos, mis órganos comenzaban a fallar. Los médicos me dijeron que era ‘recuperación o muerte’, así que elegí recuperarme”.

Jodie comenzó a tomarse en serio su recuperación. Nada de violencia contra sí misma y sus seres queridos, o medidas provisionales para poder tomar un baño sin herirse a sí misma. Su familia y amigos la apoyaron en la recuperación.

Ha costado seis meses tras la última recaída para volver a encontrarse en un peso saludable, y ahora Jodie quiere ser ejemplo para otros en su misma situación, desde sus cuentas de Instagram. Aunque reconoce que su batalla no ha terminado, la joven ha comenzado a hacer una vida normal: disfruta de su familia, ha conocido a un chico con el que ha iniciado una relación y ha retomado sus estudios.

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