Quién era y cómo vivía Marcelo Rey, el argentino asesinado en Brasil

La víctima vivía en la isla hace más de tres años y además de trabajar en un bar, subalquilaba una casa a turistas.

«Era una persona espectacular, te hacía reír en los peores momentos y sacaba lo mejor de cada una en una situación de mierda», dice un amigo de Marcelo Rey, el argentino asesinado en una pelea a la salida de un bar en Morro.

La persona que lo describe también vive en Brasil y prefiere ocultar su identidad por miedo a las consecuencias que puede sufrir al hablar sobre el hecho, al igual que todos los argentinos que viven actualmente en la isla. «Estoy para atrás, cayendo un poco de lo que pasó», sostiene.

Según su relato, el «Conejo», como lo llamaban a Marcelo, vivía hace más de tres años en Morro y nunca había tenido un problema. «Nunca ofendió a nadie. Era una persona espectacular, pocas veces conocí a alguien como él».

«Era cero prejuicioso, no le importaba quién era eras. Muchas veces se juntaba con pesqueros a tomar cerveza y era amigo de ellos. Muchos nativos salieron a buscar al asesino porque no podían creer lo sucedido», agrega.

Marcelo, de 38 años, se mudó a la isla desde Lanús, donde vive toda su familia, y se instaló para armar su vida en Brasil. Era cajero en el Bar do Peter, donde trabajaba con muchos argentinos, y a su vez alquilaba una casa para subalquilarla a turistas.

«Era una persona muy trabajadora, no era un busca. Además de lo que hacía ahora, también había tenido un bar que se llamaba Barbacao, con un amigo de toda la vida», detalla.

Respecto a la presunta discusión que habría desencadenado la pelea entre el agresor brasileño y Marcelo, el amigo del «Conejo» opina: «La bronca que nos tienen algunos locales es porque el argentino va y labura, lo quieren laburando. Los nativos muchas veces llegan borrachos, faltan sin avisar y por eso que que nos prefieren a nosotros».

El amigo y ex compañero de trabajo de Marcelo afirma que es la primera vez que ocurre algo así entre un nativo y un argentino porque desde que llegan a la isla, se les inculca que tengan cuidado con los locales. «He tenido discusiones, confrontaciones, pero me avisaron que no me meta con nativos. Desde que llegás, te inculcan un poco de temor porque ellos hacen lo que quieren», sostiene.

«Yo me vine un par de meses a San Pablo. Tenía un ofrecimiento para volver al Bar do Peter con trabajo, casa y sueldo fijo, pero después de esto, no voy a volver», concluye.

Cómo fue

Gastón Carniel, dueño del bar donde trabajaba Marcelo, contó que el «Conejo» era una persona pacífica y que en la noche del ataque había salido a tomar algo porque tenía franco. Según él, que aún no conoce bien las razones por la que los hombres comenzaron a discutir, el hombre argentino intentó frenar la pelea, no pudo y en un momento recibió una patada en la pera que lo tiró al piso.

De acuerdo a Gastón, el agresor se llama Enrique, es habitué de Bar do Pedro II y está prófugo. Ayer, Gastón lo fue a buscar a su casa y no pudo encontrarlo.

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