El lado oscuro del arte desde la mirada de un clown

 

El joven músico y actor, Jonathan Vázquez estrenó a sala llena su unipersonal: Esquizofrenia del Arte. Obra que desnuda los conflictos más oscuros de un clown, donde lo único que pareciera salvarlo es el amor.  La próxima función se realizará el próximo sábado 5 de noviembre en el Espacio Reciclado.

Este fin de semana se presentó en sociedad el unipersonal del joven actor  Jonathan Vázquez, denominado: Esquizofrenia del Arte. Con una sala repleta de espectadores que llegaron al Galpón de la Murga de la Estación para ver el estreno. La próxima función e realizará el  sábado cinco de noviembre en el Espacio Reciclado (Misiones 3040).

Jonathan, es el menor de la familia Vázquez, sus otros dos hermanos Bruno y Anthony también se encuentran ligados dentro de la escena artística de la ciudad. Siguiendo el linaje artístico familiar, “Jona” es el creador y responsable de darle vida, letra y cuerpo a “Hoogie Boogie”, clown que vive con la desgracia de sufrir una constante pelea con su alter ego maligno. Desde hace un tiempo, este joven artista venía con la idea de poder montar su propio unipersonal. Este año, gracias al impulso de crear una carpeta para presentarla a una convocatoria lanzada por el Instituto Nacional del Teatro (INT),  le hizo casi por obligación ordenar las ideas, crear un guion,  y así ponerse a ensayar lo que hoy tiene nombre y apellido:  “Esquizofrenia del arte”.

Esta su primer obra, es el proceso de maduración que Vázquez viene sufriendo a través del tiempo con su clown. Un tanto lejos (pero no tanto) de aquel clown bardero, mal hablado, de pasos lentos pero letales, en esta nueva versión mejorada, el entrañable y querido payaso de circo al que todo chico ama, ese personaje de un corazón gigante, que apenas esconde su rostro con un poco de maquillaje entre sus mejillas, decorado con una enorme nariz roja que cada tanto se le escapa al suelo, dará batalla en todo momento a su peor enemigo.

Intentando  encontrar el equilibrio entre el bien y el mal en cada acción que realiza sobre el escenario lo cual en todo momento lo lleva a estar al límite del conflicto interno, con su otro yo, por suerte a vece encuentra refugio en la complicidad que genera con los espectadores. De todas maneras Hoogie se las arregla para desempolvar los viejos trucos que todos esperamos de un personaje de estas características: figuras de animales hechas con globos, malabares, chistes picantes, todas las técnicas clásicas  las cuales la maneja a la perfección. Como plus a su repertorio, Vázquez hace uso de sus conocimientos de pintura aprendidas en la universidad para utilizarlo como recurso escénico.

Con la asistencia de su hermano Anthony, quien se encargó de hacer la puesta en escena, planta de luces, sonido y video, Hoogie Boogie ya está listo para hacerle frente a cualquier escenario y público que se le ponga adelante, y aunque se niegue  a recibir los aplausos y cariños de bajan desde las gradas, esto va a ser una nueva conflicto con el cual se tendrá que enfrentar.

Memoria de payaso

Hace aproximadamente dos o tres años atrás en una casa medio escondida dentro del centro de la ciudad capital, funcionaba una especie de Centro Cultural, aquel lugar se llamaba “Che Camba”. Cada tanto en este lugar se montaba una nuestra,  se producían charlas, talleres, y algún que otro recital. Este bunker cultural estaba tomado por todo el oleaje artístico de una generación embrionaria que actualmente ya se encuentran pisando fuerte dentro de la escena emergente de la provincia.

Aquella tarde, luego de una variete de circo se presentaba una banda de rock que con el pasó de los años se trasformó en lo que hoy actualmente es Suindá. Su formación estaba  compuesta por jóvenes estudiantes de la carrera profesorado Artes Visuales no mayores a 21 años. Pero lo realmente llamativo de aquella agrupación es que en aquella oportunidad se presentaron sin (y siguen sin tener) un guitarrista entre sus filas. Mientras sucedía la espera por la banda ya con la oscuridad de la noche encima, desde un costado del público casi a manera de sorpresa apareció como por arte de magia una especie de clown, con características bastante peculiares, ropa ancha, que le permitía jugar con su estatura, un sobrero que le daba aire de señor de bien pero con una cara de poca paciencia.

Entró al patio entre sacadas esquivando a los que estaban sentados en el suelo, el bardo y el embate de sus chistes hacia el público fue inmediato, explícito en cada uno de sus líneas de texto; cada tanto se resguardaba con alguno de sus artilugios malabaristicos que su valija marrón guardada.  Desde aquellos tiempos se empezaba a gestar la personificación del clown “Hoogie Boogie”. Para sorpresa de quienes estaban presenciando este show todo lo que se vivió en ese momento fue la antesala al espectáculo musical ya que aquel artista no solo personificaba a un payaso enojado con la vida, sino que también era (y lo sigue siendo) el frontman de Suindá.

Ficha técnica

El universo interno de un payaso sufre un trastorno de personalidad múltiple y lo pone en medio de una eterna batalla entre lo bueno y lo malo, entre lo que se ve y lo que no. Dos mundos que convergen en uno mismo para dar pie a la inspiración para el arte. Un recuerdo que solo el amor puede revivir, ese amor que es lo único que podrá llevar a salvarlo o quizás no. Guion – dirección: Jonathan Vázquez / Hoogie Boogie Clown; Asistente técnico: Anthony Vázquez.

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