Caso Evelyn: Ramoncito estaba acorralado por una foto y luego se delató él mismo

Este martes al mediodía, un grupo de la Dirección Homicidios de la Policía provincial trajo desde San Vicente a Posadas a Ramón Dos Santos Pereyra (25), el principal sospechoso por el asesinato de la travesti Evelyn Rojas (36), ocurrido el jueves de la semana pasada en una estación de servicios abandonada de la avenida Uruguay.
El joven será llevado en las próximas horas ante el juez de Instrucción Tres, Fernando Verón, quien lo indagará por el delito de «homicidio simple».
Primero, «Ramoncito, tal el apodo del arrestado, deberá designar abogado y luego decidir si acepta o no ser interrogado.
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El sospechoso cayó ayer a media mañana en la terminal de ómnibus de la Capital de la Madera, luego de que gritara a viva voz de que había matado a una persona en Posadas. Entonces, uno de los presentes avisó a la Policía y una patrulla del Comando Radioeléctrico de la Unidad Regional VIII lo capturó.
En Posadas, Dos Santos Pereyra prácticamente andaba en situación de calle y había entablado algún tipo de relación sentimental con la víctima.
Al parecer, el «noviazgo» se había vuelto tormentoso en los últimos tiempos entre Evelyn y Ramoncito. Él fue una de las últimas personas que vieron junto a la travesti horas antes del crimen, precisamente en el surtidor abandonado de Uruguay y Buchardo donde hallaron el cadáver masacrado a golpes, el jueves pasado, alrededor de las 16.

La foto que lo delató
El relato de una vecina que mencionó a Dos Santos Pereyra, alias «Ramoncito», «Junior» o «Polaquito», llevó a los investigadores hacia el joven.
Pero no se tenía ni su identidad ni su domicilio. Sin embargo, además de los dichos de la testigo, fue clave una foto que publicaron medios de comunicación hace seis meses, cuando Evelyn habría intentado suicidarse saltando del techo precisamente de esa estación de servicios abandonada. Cuando la convencieron que desistiera, Ramoncito estaba a su lado en la imagen. Esa foto le permitió a los investigadores tener bien en claro el rostro del sospechoso. Lo demás lo hizo él mismo: gritar a los cuatro vientos que había cometido un crimen.

 

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