Todo ocurrió en Río Cuarto, Córdoba, cuando una chica de 17 años regresaba del secundario nocturno cuando la interceptó Juan Gabriel Herrera, de 19 años. El joven venía en moto y le exigió que le diera un beso.
Tras acosarla durante unos metros, y ante la negativa de la chica, Herrera la tomó de los pelos y la arrastró hasta un baldío.
Una vez en el descampado, el agresor «comenzó a golpearla con puños y pies, para causar mayor dolor y con ánimo homicida por la sola condición de mujer», explicaron fuentes judiciales. Luego «le asestó veintidós heridas en distintas zonas del cuerpo» que le demandaron varios meses de internación en terapia intensiva.
El fiscal Javier Di Santo consideró que luego de la agresión, Herrera se escapó «creyéndola muerta».
Como consecuencia, la joven padece hemiplejía en sus extremidades izquierdas, por lo que continúa su etapa de rehabilitación y reeducación para poder manejarse con una sola mano.
El fiscal Javier Di Santo consideró que luego de la agresión, Herrera se escapó «creyéndola muerta» y que su conducta estuvo directamente ligada a la «negativa de la mujer en responder a las exigencias a las que por su sola condición de varón entendía que le correspondía, conminándola a que lo besase aún en contra de su voluntad».