La Policía Internacional (INTERPOL) difundió imágenes de dos prófugos por el brutal asesinato del yerbatero y ganadero misionero Héctor Aníbal Sartori, de 74 años, ocurrido en diciembre de 2015 en la localidad correntina de Felipe Yofre. Se trata de maleantes oriundos de las provincias de Formosa y Buenos Aires, uno de ellos catalogado como de “altísima” peligrosidad, por contar con antecedentes de asaltos con privación ilegítima de la libertad, tiroteo con fuerzas de seguridad y sospechado como un “asesino a sueldo”.
Hace tan sólo unos pocos días la Justicia volvió a reiterar la solicitud de búsqueda de ambos criminales tanto dentro como afuera del país.
Información conocida por diario época indica que los prófugos son, según la respectiva investigación del caso, el ideólogo, identificado como José Andrés Genes, de 44 años, y el principal ejecutor, Félix Amadeo Rosales, de 52.
Vale remarcar que en la causa actualmente existen dos detenidos como partícipes del fallido intento de robo al empresario: Alfredo José Alegre, apresado en Corrientes, y Raúl Alejandro Ibarra, capturado en la provincia de Chaco, quienes no sólo se encuentran detrás de las rejas, sino que sobre ellos hay un firme acto de procesamiento. El primero como “pata” organizadora de la logística y el segundo como apoyo y facilitador de información.
Fuentes de la pesquisa dijeron a este medio que Genes, a pesar de su paradero desconocido, figura imputado del delito de homicidio en ocasión de robo en calidad de coautor. Además, según testimonios y otros obrantes en la causa, lo señalan como quien llevó adelante el plan con el que la banda de asaltantes pretendía sustraer una presunta cifra millonaria que Sartori guardaba en algún lugar de su campo.
Genes, oriundo de la provincia de Formosa, trabajó como transportista y en una ocasión estuvo relacionado al tráfico de estupefacientes desde la República de Paraguay hacia la Argentina.
Efectivos de la División Homicidios de la Dirección de Investigación Criminal de la Policía de Corrientes anduvo tras sus pasos.
Concretaron allanamientos en distintos domicilios de Formosa, donde lograron hallar el automóvil en el que el domingo 6 de diciembre del año pasado llegó hasta Yofre para participar activamente en el atraco a Sartori.
Ese vehículo, localizado semanas después, ya estaba en manos de otra persona a la que el fugitivo alcanzó a vender antes de, literalmente, “desaparecer”.
Por otra parte aparece Rosales, un hombre que decía ganarse la vida con el oficio de “pintor”. Sin embargo, lo sindican como un bandido al que le gusta utilizar las armas de fuego, que no duda en lastimar a sus víctimas y a quien en dos oportunidades la Policía de Corrientes, en ambas ocasiones efectivos de la Dirección de Investigación de Delitos Complejos (DIDC), fue a buscar a su domicilio fijado en la localidad de Lomas de Zamora, Buenos Aires, sin éxito porque contaría con una amplia red de protección en el ambiente delictivo.
Rosales, nombrado como el principal autor material de la golpiza mortal a Sartori, está acusado de “homicidio en ocasión de robo; homicidio doblemente calificado (por ensañamiento y criminis causa) en calidad de coautor y portación de arma de fuego de guerra, sin la debida autorización legal en calidad de autor, todo en concurso real”.
El “Porteño”, tal como se lo denomina en el expediente, sería quien golpeó con una llave francesa en el rostro al yerbatero cuando lo mantenían atado a un poste de madera dentro de la estancia “El Quebracho”, ubicada en Ruta Nacional 123, entre los kilómetros 77 y 88 de Yofre, departamento de Mercedes.
Aquel día, durante el asalto, murió Juan Carlos Miérez, otro formoseño parte de la banda a quien Sartori alcanzó a herir en el rostro con un cuchillo en un intento por escapar.
Miérez, mientras forcejeaba con la víctima, sufrió un balazo en la cabeza efectuado accidentalmente por Rosales. Esta situación fue la que echó por tierra el plan inicial.
Además de Sartori fueron víctimas del atraco su capataz y el hijo adolescente de 16 años de este hombre, a quienes los delincuentes amenazaron y abandonaron maniatados adentro de un potrero, del cual salieron un par de horas más tarde. Ambos se salvaron de no ser ultimados.
Tales testigos brindaron detalles de lo sucedido. Entre ellos que tres de los maleantes aparecieron armados caminando y después ingresó un vehículo de apoyo con más hombres, mientras cerca de la ruta habrían advertido el movimiento de uno o dos vehículos más que usaron los malhechores.
Valiéndose de herramientas tecnológicas (filmaciones de cámaras de seguridad en estaciones de peaje y estaciones de servicio; rastreo de llamadas telefónicas, pagos con tarjetas, etc.) los detectives del caso pudieron conectar entre sí a uno y otro personaje involucrado.
Por ello, además de Ibarra, Alegre, Miérez, Rosales y Genes existen al menos otros tres sospechosos de haber formado parte de la organización delictiva a quienes la Justicia tiene en la mira y no se descarta que pudieran terminar imputados.
Buscaban diez millones de pesos
El dato que manejaba la banda que asesinó a Sartori estaba tras la búsqueda del robo de 10 millones de pesos que supuestamente el empresario yerbatero y ganadero tenía guardados en algún sitio de su estancia.
Ibarra, quien supo ser camionero (transportista de piedras) trabajó algunos años en una cantera de Felipe Yofre, pueblo en el que sus habitantes lo conocían bastante bien durante el tiempo que estuvo en esos pagos. Así conoció cómo era el manejo del septuagenario al que le “sobraba la guita”.
En las carreras cuadreras Sartori había deslizado entre sus conocidos que estaba en plenas tratativas de comprar una máquina “secadora” valuada en unos 4 millones de pesos para usarla en el procesamiento de su yerba mate “Cuarto de Milla”. De inmediato ese comentario se expandió hasta llegar a oídos de personas ligadas al hampa.
Como si fuera una leyenda popular, el comentario entre los asistentes a las carreras de caballos era que el estanciero tenía 10 millones de pesos en efectivo “en tachos de pintura enterrados”.
Fuente: diario Época