Tiene un embarazo de 7 meses y su expareja adicta la golpeó brutalmente

«Si me llevan en cana, cuando salga te mato, vas a ver», le gritó antes de que lo detuvieran. Él integra una patota a la que incitó a quemarle la casa. Hace dos años que la golpea.

Micaela Ortega, de 25 años, todavía lleva en su cuerpo las marcas de la brutal y última golpiza que le propinó su expareja, de 24 años, adicto a las drogas y con vínculos con la conocida patota «Los Simpson», de villa Floresta, en la zona este de la capital.

El caso de violencia familiar y de género ocurrió el sábado pasado, en las primeras horas de la noche, en una humilde casita que no tiene luz ni cloacas, en Arturo Gambolini 1512.

«Me separé de Jorge Javier Otalora hace más de cinco meses porque desde hacía dos años, cuando él empezó a consumir pasta base, me golpeaba. El sábado por la noche yo estaba tranquila con mis hijos cuando vino él y pateó la puerta. Discutimos. Le dije que se fuera, que yo estaba cansada de él porque él salía todas las noches y volvía de madrugada, borracho, drogado y se tiraba a dormir en un colchón en el piso y no se levantaba hasta las cuatro de la tarde. Yo tenía que esperar que se levante para limpiar y mis hijitos tenían que ver todo eso, un mal ejemplo. Además se comía todo el pan que nos regalaban en la panadería del barrio sin importale los demás», manifestó Micaela, quien tiene un gran hematoma alrededor del ojo derecho, provocado por el agresor.

«Después llegó mi exsuegra y él la vio y vino hacia mí, me arrinconó contra la pared y me empezó a pegar piñas en la cabeza. Me sangró la nariz y la boca. Incluso me pegó en la panza», relató.

«Sentía que me iba a matar así que agarré un oflador pero mi exsuegra me lo quitó y ni siquiera me defendió. Mis hijos salieron corriendo a la casa de mi madre, a la vuelta, para contarle lo que me estaban haciendo. En ese momento vi que Jorge se llevaba a nuestro hijo de dos años y le dije que lo dejara. Él lo bajó y yo intenté alzarlo, y sentí un golpe fuerte en la nuca. Él volvió a agarrar el bebé y salió detrás de su mamá. Yo me sentía mareada y también fui detrás de ellos, pero no me acuerdo más nada», reconstruyó esos momentos.

Producto de los golpes, Micaela se había desvanecido cayendo al piso. Varios vecinos fueron testigos. Su expareja y su exsuegra volvieron, la levantaron y la recostaron en una cama. «Lo hicieron para limpiarme toda la sangre de la cara y las manos y que no quedaran rastros de la golpiza. Una de mis hermanas llegó y los vio haciéndome eso», dijo Micaela.

MENTIRA DE PATAS CORTAS

Los vecinos llamaron al 911 para alertar sobre lo ocurrido.

«Cuando llegó el 911, mi exsuegra salió afuera a mentir y dijo que era mi mamá y que yo me había desmayado por el embarazo, pero otra de mis hermanas llegó en ese momento y le dijo la verdad a los policías».

Luego arribó la madre de la joven golpeada. Se produjo una discusión entre ella, su hijas y el acusado y la madre de éste.

Micaela recuperó la conciencia. «Mientras estaba tirada en la cama, sin poderme mover, escuché cómo él insultaba a todos afuera: a mi madre, a los policías, a mí. Cuando los policías intentaron detenerlo, la madre de él y su padrastro se metieron en el medio, armaron un escándalo, gritaron y lo ayudaron a fugarse. Él se metió en mi casa y se escapó por la ventana», expresó Micaela, quien fue llevada a la comisaría 4, donde la asistió personal del Samec. La trasladaron al centro de salud del barrio El Manjón. Un médico le diagnosticó un traumatismo facial y de región occipital, un traumatismo en miembro inferior y abdomen.

Quería quemar la casa

La joven madre quedó con un policía como custodia y la Justicia dictaminó una prohibición de acercamiento. Sin embargo, al día siguiente el agresor, aparentemente bajo los efectos de sustancias, irrumpió nuevamente en la casa de Micaela. El policía le pidió que se retire pero el atacante le gritó: «¿Qué haces vos en mi casa? Yo no le tengo miedo a ningún vigilante. Yo entro y salgo de la cana cuando se me canta. Yo soy Javier Otalora y a la yuta me la paso por los huevos. Mi vieja mete abogado y me saca al toque».

Minutos después, el policía logró sacarlo de la vivienda y pidió apoyo vía radial. Esto enfureció al agresor quien regresó y pateó la puerta sin advertir que detrás estaba su hijo de un año. El policía pudo salvar al niño, antes de que la puerta se le fuera encima. Pero no todo terminó allí. Las amenazas continuaron e incluso el sujeto llamó a los gritos a sus amigos. «Vengan, vengan lo hagamos a.. al vigilante. Quememos la casa. Ya vas a ver hija de p… te voy a matar, y si me llevan en cana cuando salga te mato; vas a ver», le gritó.

El efectivó pidió apoyo ya que la situación se tornaba peligrosa y la patota, conformada por «Yiyo», «Quicho» y otros dos sujetos más se aproximaba a la casa. Varias patrullas arribaron y posteriormente el golpeador fue detenido.

«En mayo estuvo detenido un mes pero lo liberaron. Esta vez lo detuvieron porque además tiene una causa por robo. No quiero que salga libre porque la vida de mi hija corre riesgo. La madre de él presenta un abogado cada vez que él cae detenido y logra que lo liberen», manifestó Raquel Sánchez, madre de la víctima.

Las agresiones

«La primera golpiza me la dio cuando estaba embarazada de mi otro bebé. Me tiró al piso y me apretó la garganta con el codo. Yo me fui de la casa una semana y fue a buscarme. Volví solamente por mis cosas porque él vende todo para comprar la pasta base y consumir», contó Micaela.

«Cuando lo conocí, hace cuatro años, yo trabajaba en un lavadero y él era albañil. Esta casita en la que vivo me la construyó la ONG Un Techo para mi País en 2012», relató la muchacha.

«Nos llevábamos bien hasta que en una obra su patrón empezó a pagarle con drogas y desde ese momento cambió todo. Me comenzó a golpear, a dejar encerrada porque decía que yo tenía «un macho», que era «bombacha floja». Yo pensaba que él iba a cambiar con el tiempo, pero me di cuenta de que no», finalizó Micaela.

 

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