El rescatista que lleva en brazos a la pequeña no puede contener el llanto al ver que esta sigue con vida y protagoniza una de las escenas más conmovedoras de la cruda guerra en ese país.
Treinta días en el mundo. No sabe qué es la guerra, pero ya ha vivido lo peor de ella. La pequeña que llevaban en brazos los rescatistas de la organización Cascos Blancos acababa de ser rescatada de entre los escombros de otro bombardeo en Siria. Abu Kifah solo podía abrazarla y llorar.
Los rescatistas pasaron tres horas al límite de sus fuerzas para salvar la vida de la recién nacida. Es la sobreviviente más joven del último ataque aéreo en la ciudad siria de Idlib, donde murieron al menos 11 personas, entre ellas varios niños.
Kifah llegó hasta la ambulancia donde atendieron de urgencia a la bebé e inmediatamente se derrumbó en llanto, una imagen de horror que ha recorrido las pantallas para reflejar una vez más la cruda realidad que viven a diario los sirios. Mientras tanto, afuera los ataques continúan.
De acuerdo con cifras de la ONU ya van 338 civiles muertos, ente ellos más de un centenar niños, y más de 800 heridos desde el 22 de septiembre, cuando acabo una fugaz tregua impulsada por EEUU y Rusia. El Ejército sirio, apoyado por la aviación rusa, reanudó su ofensiva en Alepo.
El secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, acusó implícitamente a Siria y a su aliado Rusia de cometer crímenes de guerra en la ciudad sitiada de Alepo por los ataques contra hospitales. Dijo que lo que está ocurriendo es peor que «una carnicería».
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