Reintroducen tapires a los Esteros del Iberá

La vuelta del tapir al Iberá forma parte del programa de reintroducción de fauna extinta que lleva adelante The Conservation Land Trust Argentina con el apoyo de la Provincia de Corrientes. En el caso particular del tapir fue además clave el involucramiento de la provincia de Salta, que cedió a los animales que estaban alojados en la Estación de Fauna Autóctona, dependiente de la Secretaria de Ambiente de esta provincia.
Los dos primeros animales en arribar al Iberá son un macho y una hembra. Francisco es un macho de unos nueve años que fue ingresado a la Estación de Fauna Autóctona cuando era un cachorro de apenas 5 meses, al Iberá. Aquí fueron alojados en un gran corral de aclimatación o presuelta, que posee un su interior los ambientes naturales que se desarrollan en la reserva, y que servirá para que se adapten de a poco a su nuevo ambiente hasta que llegue el día de la liberación definitiva, aproximadamente dentro de un mes y medio. A la liberación de Nato y Francisco seguirán otros tapires que actualmente se encuentran en cautiverio. Se espera que otras instituciones se sumen a la participación de Salta, como el Zoológico de Buenos Aires o la Estación Experimental Horco Molle (Tucumán). De esta forma, y gracias al trabajo conjunto de numerosas instituciones y provincias, poco a poco, la fauna extinguida se va recuperando en la Provincia de Corrientes, donde se realiza el que probablemente sea el mayor experimento de restauración de fauna amenazada del continente americano y que se espera pueda ser replicado a otras regiones del país que hayan enfrentado la misma crisis de extinción de sus grandes aves y mamíferos.

El tapir era un habitante original de esos pantanos, pero fue víctima de los males mencionados, lo mismo que el yaguareté, el pecarí de collar y el oso hormiguero, que provocaron su desaparición total en suelo correntino. Ya para la década de 1960 era muy raro ver esta especie en la provincia y el último ejemplar fue abatido en cercanías de Puerto Valle a principios de los años 70.

tapircito
Este mes, la primera de una serie de parejas de tapires que serán reintroducidas a esa área protegida de corrientes fue llevada a la Reserva Privada Rincón del Socorro (Reserva Provincial Iberá), en cercanías de Colonia Carlos Pellegrini.
El macho, Francisco, tiene unos nueve años e ingresó a la Estación de Fauna Autóctona de la provincia de Salta cuando era un bebé de cinco meses, luego de ser decomisado a los cazadores furtivos que habían matado a su madre. Nato es una hembra joven, fue ingresada a la misma estación de la Secretaría de Ambiente salteña en junio de 2014, también secuestrada a una persona que la mantenía en cautiverio ilegalmente.
En junio el casal de tapires fue llevado desde Salta a la estación de cuarentena ubicada en la localidad correntina de San Cayetano, donde permanecieron casi tres meses, en los que les realizaron rigurosos chequeos sanitarios. Ahora, ya en el Iberá, viven en un gran corral de adaptación a su nuevo ambiente, desde donde serán liberados de forma definitiva.
A la liberación de Nato y Francisco seguirá la de otros tapires que se encuentran en cautiverio y, según un comunicado de (CLT) se espera que otras instituciones se sumen a la participación de Salta, como el Zoológico de Buenos Aires o la Estación Experimental Horco Molle, de Tucumán.

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La vuelta del tapir al Iberá forma parte de un ambicioso programa de reintroducción de fauna extinta que llevan adelante CLT Argentina y la Provincia de Corrientes. Mediante el trabajo conjunto de éstas y otras numerosas instituciones y provincias, la fauna extinguida comienza a recuperarse en Corrientes. Es probable que éste sea el mayor experimento de restauración de fauna amenazada del continente americano, según The Conservation Land Trust, ONG creada por el millonario filántropo y ambientalista Douglas Tompkins, actualmente presidida por su viuda, Kris Tompkins.
En este marco, CLT liberó también en Iberá, en junio de 2015, ocho pecaríes de collar, de los cuales al menos seis superaron exitosamente la etapa crítica de adaptación al ambiente de acuerdo a un monitoreo realizado en diciembre siguiente, cuando ya podían alimentarse por sí mismos en los pastizales y montes de la reserva. Los pecaríes objeto del seguimiento eran un grupo compuesto por cuatro hembras y un macho dominante, más otro macho que vivía apartado de ellos.

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