Reapareció Lavagna: «El Gobierno hizo bien lo del cepo, pero erró con el tarifazo»

Después de varios meses de silencio, el ex ministro de Economía, Roberto Lavagna, salió a hablar sobre sus impresiones de la gestión de Cambiemos al frente del Gobierno.

Principal referente económico del massismo y ex ministro de Economía de Eduardo Duhalde y Néstor Kirchner, su voz prácticamente no se escuchaba en la esfera mediática desde la asunción del gobierno de Cambiemos, hace ya nueve meses. Esta vez concedió una larga entrevista al diario económico El Cronista.

Fiel al estilo cauto que lo caracteriza, Lavagna, creyó conveniente dejar pasar un tiempo prudencial antes de salir a marcar sus diferencias con el gobierno de Mauricio Macri, que las tiene. El ex ministro visitó el miércoles pasado la redacción de El Cronista y se prestó a un reportaje con 3Días. Allí, destacó el avance institucional que produjo la llegada de Cambiemos al poder: elogió la apertura al diálogo del Ejecutivo, el rol activo del Congreso, la independencia de la remozada Corte Suprema y la senda iniciada por el macrismo para reinsertar a la Argentina en el mundo. Sin embargo, se mostró crítico del rumbo económico.
Por primera vez, Lavagna planteó en público las disidencias con la política econíomica de Macri que hasta ahora sostenía en privado. Críticas que, por cierto, el Presidente no desconoce.

-A grandes rasgos, ¿cómo ve al gobierno de Macri en estos nueve meses que lleva transitados en la gestión?
– El Gobierno, y yo diría, los responsables políticos en su conjunto, han sido exitosos en materia institucional en el sentido amplio del término. El Ejecutivo ha tenido una actitud de diálogo, de mayor federalismo, de enfrentar problemas básicos como el narcotráfico, de trabajar en una reforma política, etc. Los otros dos poderes han respondido a la altura de las circunstancias. El Congreso aprobando temas que para el nuevo gobierno eran fundamentales, aportando correcciones, presentando propuestas serias y marcando diferencias cuando fue necesario. La Corte, en su nueva configuración, usando la imprescindible independencia de criterio. También en política internacional el país está en tren de recuperar presencia global y regional.

-¿Y la política económica?
– En materia económico-social, los nueve meses iniciales resultan menos positivos. En parte por la dinámica de estancamiento con inflación que traía la situación previa al cambio de gobierno, pero también por decisiones propias. El estancamiento se convirtió en recesión y la inflación ha subido 15 puntos por encima del 25% previo. El primer problema, creo, ha sido el error de diagnóstico: el solo cambio de gobierno no haría que «llovieran las inversiones». El acordar a las apuradas, solo concediendo y sin una verdadera negociación con el mini grupo de acreedores, no hizo que Argentina recuperara acceso a los mercados de crédito a tasas comparadas con otros países de la región. La inflación ha estado lejos del anunciado «entre 20 y 25%, más cerca de 20%».

-Usted planteó que el error del macrismo fue haber corrido del centro de la escena al triángulo salario-empleo-consumo. ¿Es error de cálculo o tiene que ver más con una concepción distinta de la economía?
– Creo que es una concepción distinta de la economía. Es la vieja receta de decir que las «inversiones» o como mucho «las inversiones + las exportaciones» son el motor de la economía. Aunque no se lo haga explícito eso significa que el «consumo» es visto sólo como un residuo, como la consecuencia. El problema es que ese residuo es en grandes números el 75% de la demanda. Como sociedad, nuestra clase dirigente sigue teniendo problemas en encontrar un justo medio. O caemos en el populismo de alentar el consumo sin importar la inversión, lo cual tiene patas cortas o, en el otro extremo, en sacralizar la inversión. ¿No sería más fácil darle un rol protagónico al 75% de la demanda agregada, pero al mismo tiempo conjugarlo con la absolutamente imprescindible inversión? El consumismo puro termina en nulo crecimiento e inflación. Sólo inversión como motor -salvo en sectores protegidos y/o subsidiados- termina en una vana ilusión. La tríada salario-empleo-consumo conjugada con la dupla inversión-productividad es, a mi juicio, la respuesta. De la gran crisis de 2001-2002 salimos precisamente con esa óptica.

-¿Qué medidas hacen falta o el Gobierno ya debería haber tomado si pretende que lluevan inversiones como anunció en la campaña?
– El Gobierno en medio de un bla bla sobre el gradualismo hizo dos shocks. El primero absolutamente necesario, todos los que defendíamos un cambio en 2015 estábamos de acuerdo, ajustando el tipo de cambio y liberando al sector del campo y modificando hacia arriba su competitividad. Este shock debió haber alentado las exportaciones y aumentado la producción industrial con destino al mercado interno. No lo hizo porque no se le dio el tiempo necesario. Al cambio de precios relativos generado en la buena dirección, se le agregó casi inmediatamente un segundo shock contrario al anterior. La liberación inmediata -antes que los efectos reactivantes se sintieran- de precios internos esenciales, las reiteradas subas de combustibles y finalmente el tarifazo en gas, electricidad y agua, desataron la pérdida de salario real, la aceleración de la inflación, y la vuelta al punto de partida. En mi concepción en economía hay que pensar y mucho en el timing, la secuencia y las dosis con que se aplican aun aquellas políticas necesarias, como es el caso de precios libres o de tarifas. El segundo shock neutralizó el impacto positivo del primero.

-¿La inflación «ya no es un tema» como dice Alfonso Prat Gay?
– Es bueno que los argentinos dejemos de hablar de deseos, impresiones o luchas de poder (aunque en este caso sería más apropiado hablar de no poder) y miremos los datos: la inflación está en el 40% anual. Sabemos que lógicamente habrá de bajar. Pero no cuánto ni cuándo.

-El Gobierno erró con el tarifazo. ¿El método ensayo-error está dejando de ser efectivo?
– Creo, y es obvio que puedo equivocarme, erraron en el momento, el timing, la secuencia y la dosis.

-El Ejecutivo recibió a la nueva CGT que llevó reclamos relacionados al empleo, la inflación, Ganancias… pero no reabrirá paritarias y dice que la inflación está en baja. ¿Avizora un tiempo de mayor conflictividad social? Tras la Marcha Federal, la amenaza de un paro está latente…
– El gremialismo pide salarios y empleo. El gremialismo empresario pide un tipo de cambio más alto y muchos el cierre de la economía. Y ello se combina con un gobierno que en términos de política en cualquier lugar del mundo es calificable como «en minoría» por no tener mayoría en las Cámaras. En España no hay gobierno porque no quieren formar gobierno en minoría; en Alemania eligieron una gran coalición, a pesar de que sólo les faltaba un pequeño puñado de votos para la mayoría; en EE.UU. hay gobierno minoritario que debe contentarse con presentar proyectos (el TPP) o hacer nombramientos (Juez de la Corte) que siguen sin ser aprobados. Cada opción tiene resultados distintos. Lo que no puede hacerse es elegir la opción de gobierno en minoría y luego victimizarse. Se es lo que se eligió ser.

-Daer, uno de los líderes del triunvirato de la CGT, dijo que todas las medidas del Gobierno fueron contra los trabajadores. ¿Usted qué opina?
– Nuevamente hablemos de resultados. El salario real y el empleo cayeron y la pobreza según la Universidad Católica (único dato serio y creíble por el momento), aumentó en más de 1.400.000 compatriotas.

-El Gobierno afirma que la vía para crecer es mayor apertura comercial. La UIA, sin embargo, vuelve a advertir por China y los industriales se niegan a que se la considere economía de mercado. ¿Cuál es su visión? ¿Proteccionismo, apertura, camino intermedio…?
– Proteccionismo, apertura, son expresiones ideológicas. Se puede ser más o menos aperturista según el conjunto de precios relativos de la economía. Con la actual estructura, no viable para un modelo de crecimiento, no extrañan las presiones proteccionistas.

-¿Cómo está el dólar? ¿Está atrasado hoy el tipo de cambio?
– Es un precio más, aunque importante. Miremos el conjunto, la estructura.

-Macri descentralizó su gabinete económico apenas asumió. ¿Funciona tener varios referentes económicos o termina complicando las decisiones? Días atrás se vio «la grieta» entre Sturzenegger y Prat Gay por la inflación…
– Siempre hay alguien que toma las decisiones finales, poco importa que se llame ministro, subsecretario o presidente. Cada presidente tiene el derecho de elegir el esquema que más le gusta. Echar la culpa de los problemas económicos-sociales a tal o cual estructura formal de gabinete es una manera de escapar a la verdadera realidad.

Fuente: El Cronista

MB

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