Arroyo del Medio y Cerro Azul: con mucho esfuerzo cotidiano, hijos de colonos logran terminar la primaria en escuelas rurales

La Fundación Manos Misioneras trabaja en forma sostenida con escuelas rurales de Cerro Azul, Arroyo del Medio, Arroyo Bonito y Caa Guazú, localidades que se encuentran a unos 70 kilómetros de la ciudad de Posadas. En la actualidad, apadrinan a cuatro escuelas rurales, con 400 chicos dentro de los proyectos de salud y educación que llevan adelante, e indirectamente benefician a 125 grupos familiares, alcanzando con sus acciones a unas dos mil personas.

 

La Fundación es presidida actualmente por Francisco Vigo, de Buenos Aires, y bajo el concepto de que “una mano hace mucho, muchas manos hacen mucho más” llevan adelante un trabajo solidario en red desde hace varios años en la zona centro de Misiones, monte adentro, donde se involucran diariamente con las necesidades de educación y salud de niños y niñas que viven una realidad difícil, siendo hijos de familias de productores que trabajan y subsisten de lo que les da la tierra colorada.

Para facilitar las condiciones en las que viven, realizan actividades que permitan dar soluciones relacionadas a la asistencia social, calzados, abrigos, útiles escolares, biblioteca, construcción de nuevas aulas, bicicletas para llegar a la escuela, creación de sala de salud, remedios, equipamientos, presencia de médicos solidarios, taller de costura, fortalecimiento de la comunidad educativa, disposición de un transporte, entre otras.

 

En diálogo con Misiones Online, el presidente de la organización civil se refirió a las condiciones con las que se encuentran diariamente desde que comenzó a recorrer la zona. “Llegué en 1994, pero desde 2003 trabajamos activamente como Fundación. Comencé a caminar las tierras misioneras para trabajar con una misión religiosa por un período de 4 años. Empezamos a trabajar en Colonia Taranco, perteneciente al municipio de Cerro Azul. En  2001 empezamos con un trabajo más organizado, y actualmente contamos con 4 escuelas rurales apadrinadas y 400 chicos dentro del proyecto, e indirectamente con sus familias, lo que hace un trabajo que abarca aproximadamente a 2000 personas”, precisó.

 

Además de Cerro Azul, trabajan en escuelas rurales de Arroyo Bonito, Arroyo del Medio y Caa Guazú, empezando a extenderse ahora hacia el área de Oberá. “Desde Manos Misioneras focalizamos todos los esfuerzos sobre las escuelas apadrinadas, sabiendo y creyendo que el cambio es ahí donde se gesta, en donde los chicos estudian, desarrollando valores y aptitudes para poder ir cambiando su propia historia y su calidad de vida”, sostuvo Vigo.

La zona rural en la que se desempeñan se caracteriza con el amanecer del cantar del gallo, como señal para la familia de que es hora de emprender la tarea cotidiana. Las colonias están marcadas por sus tierras coloradas, sus montes y caminos de ripio.

 

Una zona alejada del ruido de la ciudad  pero no por ello de las situaciones problemáticas. Colonias a pocos kilómetros de la ciudad, pero a miles de miles de kilómetros de lo que podría definirse como modernización. Pero con valores arraigados, donde las familias viven en casas pequeñas, ranchos, en su mayoría de madera, y dependen del cultivo de sus tierras. Donde no hay ni antenas de celular, la conectividad de internet es precaria, y hasta existen casos extremos donde aún ni siquiera luz eléctrica ni conexiones de agua tienen.

 

Manos que ayudan

En ese contexto, igualmente desde la Fundación Manos Misioneras señalaron que los logros fueron muchos, y tienen en marcha varios proyectos. La fundación trabaja con una población rural y de bajos recursos, inserta en un contexto de exclusión social, que se intensifica en el ámbito laboral, legal, educativo y de la salud. Los principales medios de subsistencia en esta zona son el trabajo del tabaco y el carbón.

El trabajo lo impulsan en conjunto con la comunidad de la Escuela de Frontera Jornada Completa N°148, Escuela Provincial N°339 en Colonia Taranco, Escuela Provincial N°337 Colonia Arroyo Bonito, Escuela Provincial N°772 Colonia Sierrita de San Juan.

 

“Cuando hablamos de escuelas, resulta difícil expresar lo que para un niño en la colonia significa su escuela. Su escuela es aquel lugar donde aprende a sumar, restar, leer y escribir, pero es también aquel lugar donde desayuna y almuerza, o almuerza y toma la merienda si va al turno tarde. Es aquel lugar donde recibe contención, donde se aleja de los problemas del hogar y las responsabilidades de la chacra y es realmente “niño” por 4 horas, juega, se divierte con sus compañeros, ríe y disfruta”, graficó Vigo.

 

Uno de los principales problemas de los chicos es llegar a la escuela. “Es un sacrificio cotidiano, ya que para hacerlo tienen que caminar entre 2 y 10 Km. de subidas y bajadas de ripio, los más privilegiados llegan a caballo o en bicicleta, pero la mayoría llega caminando y sin un calzado adecuado”, relató.

 

foto taller

 

“Aquí también es necesario describir el rol fundamental que cumplen los maestros, ya que sin ellos nada seria posible. Son ellos los que trabajan 10 horas diarias, los que enseñan a leer y a su vez preparan la merienda, los que enseñan a sumar y a su vez dan un abrazo, los que enseñan a restar números pero a sumar sonrisas”, contó el presidente de la fundación.

 

De esta manera, expresó que “son los maestros los que con sus ideas motivan a los niños para que nunca dejen de soñar y confiar que un mundo diferente es posible, que por más que lleve mucho esfuerzo se puede lograr terminar la primaria y alcanzar la secundaria. Que se puede lograr el trabajo en la chacra y el estudio. Se puede lograr contagiar sonrisas, jugar y divertirse además de trabajar en la chacra, con el tabaco, o con el carbón”.

 

Pequeño estímulo, un gran sueño

Desde hace tres años, entre los maestros y los integrantes de la Fundación decidieron estimular a los chicos egresados del 7mo grado de escuelas primarias con un viaje de estudios a la provincia de Buenos Aires para conocer la Capital y también que puedan conocer el mar. “Esta es una de las acciones que impulsa Manos Misioneras con mucho esfuerzo, decidimos premiar de alguna manera a los estudiantes de las escuelas rurales que logran terminar la primaria para estimularlos a que continúen estudiando la secundaria”, dijo.

El llamado viaje “Conozcamos el mar” este año necesita de la ayuda de manos solidarias, ya que las cuestiones económicas y particulares del municipio de Arroyo del Medio, que habitualmente los apoyaba con los pasajes, se encuentra con  limitaciones de gestión y hace unas semanas les comunicaron que los pasajes que cubrían para este viaje, no lo podrán costear este año.

“Es una linda iniciativa, surgió de conversarlo con los directores de las escuelas y maestras, buscamos una manera de motivar a los chicos para que sigan estudiando en la secundaria, como una manera de darles un viaje donde ellos tengan la oportunidad de conocer el mar en la costa de Mar del Plata y también un recorrido en sitios de Buenos Aires, son 5 días donde los chicos van conociendo y viviendo una experiencia diferente y charlamos y tratamos de mostrarle también que con el esfuerzo y el estudio pueden lograr sus sueños”, precisó el presidente de la Fundación.

 

La delegación está integrada por un total de 35 personas, entre alumnos y maestros. El viaje está programado entre el 25 y 30 de septiembre.  “Este es el tercer año consecutivo que lo realizamos, es una manera de poner un incentivo para el gran esfuerzo que los chicos hacen cotidianamente. El destino es Mar del Plata y Buenos Aires, donde incluimos visitas a las canchas de fútbol (River y Boca), cine y museos. Es una manera de mostrarles lo que hay afuera del monte. De esa manera, padrinos y amigos del proyecto los esperan en Capital Federal para mimar y agasajar a los chicos que tanto lo tienen merecidos,  y que están a la espera de SU viaje”, concluyó.

 

(NdR: para quienes quieran colaborar y contactarse con la organización, deben comunicarse con la Fundación Manos Misioneras: [email protected] )

Ver un poco de la Historia de la Fundación Manos Misioneras

 

Por Patricia Escobar 

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