En términos reales, la masa de ingresos fijos de la población cayó un 5,2 % en el primer semestre

Para el cálculo se consideran salarios, jubilaciones y planes sociales. La incidencia del empleo en los ingresos incluye cierto margen de error, debido a las dificultades para empalmar las series del INDEC. Las remuneraciones del primer semestre se ubican, en términos reales, en un nivel semejante al de igual período de 2014 • La inflación reprimida existente a fin de 2015, por el retraso de tarifas y tipo de cambio, se tradujo en “inflación correctiva” en la primera parte de 2016, fenómeno que ha comenzado a ceder en los últimos meses y que podría ayudar a revertir el deterioro de los ingresos en términos reales de aquí en adelante • Se estima que la masa consolidada de remuneraciones se incrementó un 31,3 % interanual en términos nominales en el primer semestre de 2016. Los salarios ponderan un 72,8 % en el total de ingresos, las jubilaciones un 16,8 % y los planes sociales un 10,4 % Las retribuciones laborales constituyen la más importante manifestación de ingresos de los hogares, tanto por su representatividad sobre el total de recursos familiares (más del 70%) como por su carácter deseable de previsibilidad, recurrencia y constancia en el tiempo. La actividad económica interna suele tener un importante correlato con la evolución real de los ingresos de la población, los cuales impactan particularmente sobre el consumo masivo de bienes durables, y especialmente, de no durables. Por definición, la masa de ingresos fijos percibidos por la población incluye las retribuciones laborales por todo tipo de ocupación (incluido el pago de salarios a trabajadores en relación de dependencia y retribuciones laborales de cuentapropistas, empleadores u otro tipo de inserción laboral); el pago de prestaciones ligadas a la cobertura de seguridad social (que incluye primordialmente el cobro de jubilaciones y pensiones); y la percepción de programas sociales y asistenciales dispuestos como transferencias monetarias a individuos o familias (entre los cuales se incluye, entre otros, a los programas de Asignación Universal por Hijo y por Embarazo).

 

Frente al persistente incremento en el nivel general de precios observado a lo largo de los últimos años y la aceleración inflacionaria de 2016 (o cambio de precios relativos por única vez, como se prefiera), la carrera entre los ajustes salariales, jubilatorios y en el valor de las prestaciones sociales versus la suba generalizada de precios, se ha transformado en un importante objeto de atención en el debate público. Esta situación se profundiza ante la oportunidad de que diversos sectores, del ámbito privado y público, puedan reabrir sus negociaciones de paritarias durante el mes de septiembre, adicionando incertidumbre sobre la evolución de los salarios reales de los habitantes, las oportunidades productivas y los desafíos fiscales del sector público. El análisis de la masa de ingresos fijos de la población exige la consideración de la cantidad de individuos perceptores de cada retribución (salarial, previsional o programa social). Respecto a las consideraciones del nivel de empleo, pese a la observación de una destrucción de 100 mil empleos formales a lo largo del primer semestre del año en base a estadísticas difundidas por el Ministerio de Trabajo de la Nación, la última referencia del empleo agregado publicada por INDEC para el segundo trimestre de 2016 muestra un aumento en términos netos de la cantidad de ocupados en poco más de 200 mil personas, en forma comparativa al segundo trimestre de 2015. Esta comparación merece la consideración de que podría no resultar representativa, en función de que el propio INDEC ha anunciado que los datos correspondientes a la Encuesta de Hogares entre el primer trimestre de 2007 y hasta el cuarto trimestre de 2015 inclusive están en etapa de revisión, lo que ocasiona una falta de empalme con las cifras del año pasado que impide, por ejemplo, desagregar la población desocupada detectada por el relevamiento entre el blanqueo de desocupados preexistentes en términos estadísticos, la evolución por crecimiento poblacional y la emergencia de nuevos desempleados (que transitan desde el conjunto de ocupados al bloque de desocupados). Ante la dificultad existente con las nuevas y viejas cifras del mercado laboral publicadas por INDEC, aquí también se supone, en un escenario alternativos, que la contracción de la actividad económica en 2016 hubiera tenido un impacto similar a la observada durante el año 2014 (en que también se produjo una importante devaluación de la moneda local), el contexto recesivo actual podría involucrar una caída interanual del 1,8% en el empleo agregado de la economía. Este análisis es relevante a la espera del empalme estadístico y la disponibilidad de bases de datos completas que puedan certificar alguna de las dos posibilidades planteadas. Si se analiza la evolución de la masa salarial ampliada (incluyendo salarios, jubilaciones, pensiones y programas sociales nacionales, provinciales y municipales) a lo largo de los últimos años, se observa que el indicador mostró una trayectoria expansiva entre los años 2006 y 2011, impulsada los primeros años por crecimiento en el empleo y salario real, y en los últimos, por la instauración de la moratoria previsional (2007) y la creación de programas de transferencias condicionadas de ingresos como la Asignación Universal por Hijo (2009) y Embarazo (2011). Ante esto, hacia el año 2011 la masa salarial ampliada (por todo concepto) aún crecía fuertemente (entre un 6% y un 8% según el semestre considerado) y durante 2012 y 2013 los crecimientos fueron significativamente más bajos (+2% interanual como máximo nivel de expansión). Esto porque ya tanto empleo como salario real crecían muy poco, al agotarse el modelo basado en consumo. Por su parte, durante 2014 la masa de ingresos fijos se contrajo interanualmente (tanto por la contracción del empleo como por la caída de las retribuciones reales de la población – salarios, jubilaciones y programas sociales) en un 5,4% durante el primer semestre y 6,8% durante el segundo semestre de dicho año, al compás de la devaluación de la moneda local, una mayor inflación y el menor nivel de actividad económica. Tras una recuperación en el año 2015, la masa de ingresos fijos habría tenido una caída interanual durante el primer semestre de 2016 del orden del 5,2%, alcanzando (en términos reales) niveles semejantes a los de 2014, en un contexto en el cual – para el primer semestre del año – el nivel general de precios tuvo un alza cercana al 38% en términos interanuales.

 

 

Como era previsible, las tendencias observadas en la masa de ingresos fijos de la población tuvieron un correlato directo con la evolución del consumo interno en la economía, por ejemplo, a través de la observación de tendencias en el índice de ventas de supermercados en términos reales (disponible hasta mayo de 2016 en INDEC). Dicho indicador mostró una caída importante en el primer semestre de 2014 y ahora en 2016, en ambos casos consecuencia de la devaluación de la moneda local y en el corriente año sumado el efecto de la corrección de precios y suba de tarifas, tras a un fuerte (e inviable) proceso de apreciación cambiaria previo. Es decir, la variación de ingresos de 2016 puede ser explicada enteramente por la “inflación reprimida” existente a fin de 2015.

 

En la comparación de las variaciones interanuales de la masa salarial ampliada pueden observarse las tendencias comentadas sobre cada uno de los componentes que la conforman. Considerando las últimas estadísticas laborales difundidas por INDEC en las que la tasa de empleo pasó de un 41,5% de la población total en el segundo trimestre de 2015 al 41,7% sobre dicho conjunto en idéntico periodo de 2016, y sumado esto a la expansión demográfica y el crecimiento en la participación laboral [la tasa de actividad informada pasó del 44,5% de la población total en el segundo trimestre de 2015 al 46% en igual periodo de 2016], los datos mostrarían un incremento en la población activa de 800 mil personas, de las cuales, 600 mil contribuyeron a engrosar el bloque de desocupados y otras 200 mil representaron el incremento en la cantidad de ocupados (en términos netos) observado en el periodo considerado. Vale en este punto recordar las consideraciones metodológicas a la espera de una mayor confiabilidad en el empalme estadístico. Aún con estas cifras laborales, para el año 2016, todos los componentes de masa de ingresos fijos de la población (salarial, previsional y planes sociales) tuvieron una tendencia contractiva en términos reales, un hecho que sólo pudo observarse en los últimos años durante el primer semestre de 2014.

 

En lo que respecta al componente de ingresos laborales, las subas de salario que resultaron acordadas en 2016 (para asalariados formales) rondaron un incremento nominal de entre un 29% y 38% en algunos casos, sin embargo la “inflación correctiva” acabó por superar dichos incrementos nominales. Así, el salario real a lo largo del primer semestre del año habría caído en un 6,3% con relación a idéntico periodo de 2015. Por su parte, sobre los puestos de empleo, si se consideran las estadísticas ofrecidas por INDEC en cuanto a evolución del total de ocupados, esto implicaría un crecimiento del 1,1% en el total de personas con empleo, con relación a las referencias disponibles para 2015. En base a ambos resultados, la masa salarial de ingresos fijos habría tenido una caída interanual del 5,2%. En un escenario menos optimista, en el que el empleo haya tenido un retroceso semejante al de 2014, podría haber ocurrido una caída interanual en el empleo cercana al 1,8%, y en este escenario, la masa de ingresos laborales durante el primer semestre del año se habría contraído en un 8,1% con relación al primer semestre de 2015. Esta trayectoria, habría implicado también que, en términos agregados, la masa salarial ampliada (incluyendo ingresos laborales, jubilaciones y programas sociales) se hubiera contraído en un 7,2%. Bajo una u otra hipótesis ligada a la evolución del empleo, el resultado es un impacto negativo y directo en materia de consumo y actividad comercial en general.

 

Con relación al componente previsional, la descomposición indicaría que más allá de un incremento interanual del 1,7% en el total de prestaciones otorgadas por el régimen, los haberes previsionales habrían tenido una caída en términos reales del 6,2%, de manera que la masa de ingresos previsionales caería un 4,5% entre el primer semestre de 2016 e igual periodo de 2015. En suma, si bien aún no pueden extraerse conclusiones definitivas con relación a la evolución de los ingresos de la población para lo que queda de 2016, tanto por la inestable situación del empleo como por los interrogantes de la evolución salarial, cabe preguntarse si la reactivación en la actividad económica esperada llegará a repercutir en la generación de empleo en sectores afectados. Al respecto, es de esperar que en los últimos meses del año se produzca una recuperación en el sector de la construcción, una de las actividades más afectadas por el contexto económico adverso y en el cual se destruyeron más de 60 mil puestos de empleo registrado durante el primer semestre del año (en términos desestacionalizados). Esta caída fue la más significativa, seguida por el sector de industria manufacturera en el cual, se perdieron cerca de 20 mil puestos de empleo formales durante la primera mitad de 2016.

 

Si la construcción se recupera, es probable que resulte en una actividad generadora de empleos que tiendan a revertir las tendencias observadas. En este aspecto, la actividad presenta un régimen de formalización simplificado que permite mayor flexibilidad en la ocurrencia de altas y bajas de acuerdo a los requerimientos propios de la actividad. De igual manera, la pregunta acerca de la dinámica salarial consiste en dilucidar cuánta conflictividad traerá la reapertura en las negociaciones por paritarias entre sectores tanto del ámbito privado como público. Son interrogantes que en buena medida tienen que ver con la corrección de los graves desequilibrios macroeconómicos heredados.

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